Un café en Buenos Aires con Patricia de Souza

Por: Pablo di Marco
/ Argentina / Especial para Libros y Letras
Patricia de Souza
nació en Perú en 1964. Desde su primera novela, Cuando llegue la noche, publicada en Lima en 1994, De Souza ha
creado una obra que indaga y cuestiona el espacio que ocupa la mujer en nuestra
sociedad, el erotismo, y la relación entre el ser humano y la naturaleza. Mujeres que trepan a los árboles es el
título de su más reciente novela que acaba de ser publicada en Madrid por editorial
Trifaldi. Y también es la excusa que encontramos para compartir este café.
—Naciste en Perú, en
la región andina de Ayacucho. Pareciera que tu contacto desde la niñez con la
naturaleza ha influido notablemente en tu obra, ¿no es así?
Siempre he dicho que
el contacto con la naturaleza monumental de los Andes me ha marcado como persona,
hay una relación con los elementos, aire, agua, luz, olores, etc. Es una etapa
de plena identidad con ese mundo que ahora ha cambiado un poco.
—Más tarde, a los 18
años, te fuiste a vivir a Francia. Hablame de esa experiencia. ¿Qué le aportó
la cultura francesa a tu escritura?
Bueno, eso lo ves
con el tiempo. Hay muchas cosas, cierta sobriedad, una serenidad, un tono en
los gestos. Además creo que el francés como idioma también deja huella. Y es
siempre un proceso afectivo, de odio-amor.
—Acabás de publicar Mujeres que trepan a los árboles en la editorial madrileña Trifaldi. ¿Qué
podés adelantarle a tus lectores?
Es una novela que
corresponde a una etapa de mi trabajo más sereno, menos rebelde, aunque nunca
resignada. Es una mirada que se detiene y que busca ese espacio de reposo en la
naturaleza. Las mujeres vivimos muy estresadas, muy solas. La naturaleza
siempre es una compañía si no la vemos como algo ajeno o lejano.



—Hay un fragmento en
su libro que, a mi modo de ver, brinda alguna de las claves de su concepción y
desarrollo:
“Toda experiencia es
escritura porque desea salir del encierro, desea liberarse, pero la libertad
nunca llega del todo.”
Al
escribir siempre buscamos liberar algo, liberar la palabra es la libertad, es
haber encontrado la manera de nombrar la experiencia. Sin embargo esa
experiencia es limitada. Eso no quita que se sienta que se ha avanzado en algo,
que se ha tocado el cielo.
—Sé que tenés una
visión un tanto crítica de la literatura escrita por mujeres. Hablame de eso,
por favor.
De la literatura en
general en tanto que no se comprende como un gesto político, integrado en una
comunidad. En realidad es sencillo, no creo que las mujeres, que sabemos cuál
es nuestra situación en el mundo, podamos tener un uso inocente con el
lenguaje, es imposible, porque este es patriarcal y transmite su carga
simbólica dominante. Somos siempre seres colonizadas.
—Más allá de tu
labor como escritora, también tradujiste novelas y poesías del francés al
castellano. El de la traducción es un tema que me interesa especialmente. Y aún
más la traducción de poesía que, con sus particularidades vinculadas a la
sonoridad y la métrica, le acarrea dificultades casi insalvables al traductor.
    
Una traducción es
siempre una versión, no es literal, cada idioma tiene una sintaxis diferente,
un cuerpo diferente digamos. Traducir es también tratar de acercarse a otras
escrituras…
—Vamos con la última
y clásica pregunta de Un café en Buenos Aires, Patricia: t
e
regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de
cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le
harías.
Qué difícil… ¡Tengo
tantas preguntas y tantas personas! A ver… a Virginia Woolf, y le preguntaría: ¿¿¿por qué no te separaste de Leonard???
Mujeres que trepan a los árboles,
ed. Trifaldi.

Pablo Hernán Di Marco

* Pablo Hernán Di Marco.

Desde Buenos Aires trabaja vía internet en la corrección de estilo de cuentos y novelas. Autor de las novelas Las horas derramadas, Tríptico del desamparo y Espiral. Colaborador de la editorial Ojo de Poeta y columnista de la revista cultural Libros & Letras. Leer más AQUÍ

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