No. 7.027, Bogotá, Martes 7 de Abril del 2015
Roberto Romero
Hacer justicia con la memoria histórica, para que las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Él mismo dice que cree que nació periodista pues, ahora que nos tomamos un tinto doble en pocillo criollo, asegura que desde siempre se vio envuelto en ese mundillo de las letras cotidianas, escribiendo cuartillas, haciendo carteleras, copiando comunicados, entrevistando gente. Luego, ya cuando “grande”, empezó participar en programas radiales y periódicos alternativos, escribiendo columnas de opinión y apoyando cualquier manifestación a favor de los trabajadores colombianos. También fue catedrático en algunas universidades alcanzando altísimos puntajes de aceptación por parte de los estudiantes.
Y también, desde siempre, le picó el gusanito de la investigación y el rescate de la memoria, por eso su más reciente libro Unión Patriótica, expedientes contra el olvido sorprendió a propios y a extraños porque ese genocidio perpetrado por agentes del Estado, ya estaba cayendo en una infortunada calma chicha, en un infortunado olvido.
En este libro, Romero habla de la Unión Patriótica (UP), movimiento político gestado en los acuerdos de paz de 1985, en donde documentó 1598 casos de homicidios y desapariciones, de los cuales apenas 137 han sido resueltos por la justicia, trabajo que realizó bajo la dirección del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación del Distrito Capital, el cual busca “haber contribuido en el empeño de encontrar la verdad de lo sucedido con la Unión Patriótica” y por esta razón lo hemos entrevistado.
– ¿Cuál fue la mayor dificultad al recolectar los datos?
– En verdad no hubo grandes dificultades en la recolección de los datos, solo el tiempo era el factor agobiante. Como el semanario Voz, como ningún otro medio lleva este registro, se trataba de ir a la mejor fuente y examinar sus archivos. Se tuvieron a la vista las colecciones del periódico desde 1982 a 1997, es decir 15 años, lo que corresponde a 750 ediciones y cerca de 15.000 páginas. Estos datos se cruzaron con los registros que llevaba de la prensa nacional, y sus propias fuentes, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos dando como resultado un listad parcial de 1598 víctimas, entre asesinatos y desapariciones, la gran mayoría dirigentes nacionales y locales de la UP: todo un panorama de líderes sacrificados.
– ¿Cuánto tiempo le llevó escribiendo un primer gran borrador?
– Bueno, fue un trabajo de largo aliento donde prácticamente no hubo un borrador. Teníamos un plan de trabajo que apuntaba, por ser esta una obra de carácter periodístico, a expresar los cuatro géneros de la prensa: el artículo de opinión, la crónica, la entrevista y el reportaje. Y claro, la publicación del inmenso listado con todos los datos de las víctimas y el lugar de los hechos, una tarea que nadie había publicado antes, bajo la mira que lo primordial en un caso de genocidio son los nombres y no solo de números, ese es el primer deber con la verdad. Pero, fíjese usted, también se puede empezar a leer por cualquiera de los ocho capítulos, además que contiene una cronología muy completa de los quince años de pervivencia de la UP, de manera que no es necesario un orden preciso: el hilo conductor del tema está en todas las partes.
– ¿Cuál fue el objetivo del libro?
– Ante todo hacer justicia con la memoria histórica de este país, para que las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió aquí, pues el genocidio de la UP fue la peor catástrofe histórica de América Latina en el último medio siglo, solo comprable al genocidio del gaitanismo, guardando las proporciones, pero se trató de una tragedia similar.
– ¿Escribir el libro le causó dolor en la piel? ¿En el alma? ¿En la historia del país?
– El dolor causado por esta crueldad de los perpetradores, tanto de los que apretaron el gatillo como de los autores intelectuales que dieron la orden desde las altas esferas del establecimiento, que se llenó de pánico ante el avance sin precedentes de la izquierda, entre 1985 y 1990, es infinito. Miles de deudos jamás podrán superar esta tragedia. Solo la verdad tendrá algún valor como bálsamo, pero fíjese usted como lo demostramos en le libro, la impunidad en el caso de la UP ronda por el 93% y al ritmo que lleva la Fiscalía, se necesitarán cien años para culminar los procesos.
– El libro es voluminoso ¿Esto representó más que un viacrucis?
– ¡Por Dios! Teníamos plazo de un año exacto para culminar la obra pues era un proyecto del Centro de Memoria de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, y el plan era entregarlo el 18 de Octubre en la semana que anualmente realiza la Alcaldía en memoria de las víctimas de la violencia, y a mí me gusta, creo que como todos los trabajadores literarios, andar bajo presión, y la verdad es que se lograron los resultados propuestos, en especial con las 15 entrevistas de importantes figuras de la UP de entonces, que pasados tres lustros, hacen un análisis reposado de lo que fue el holocausto y sus causas, así como los graves errores que se cometieron. Y esto creo que es lo más valioso, fuera del listado de las víctimas, que aparece de entrada, no como un simple apéndice, las lecciones que deja para el país la presencia de la UP y la conclusión es clara: el genocidio solo postergó, de la manera cruel posible le, el inevitable proceso de paz que tarde que temprano tendrá que darse en Colombia. El proyecto de paz de la UP está más vigente que nunca.
– ¿Quiénes no deberían leer este libro?
– No, este libro no debe tener restricciones para ningún colombiano, incluidos los perpetradores, que deben verse retratados allí y tocados en su conciencia. Expedientes contra el olvido debe apuntar a eso, que una tragedia como esta jamás debe repetirse.
– ¿Los jóvenes de hoy deberían proponerse a conocer la historia no oficial debatiendo este libro?
– La idea de la Alcaldía Mayor de Bogotá, con este libro y los otros que ha producido sobre memoria histórica es que las nuevas generaciones deben saber en qué país viven realmente y cuáles han sido las causas de esta violencia que parece no tener fin. Por lo menos un ejemplar de esta obra debe estar en cada biblioteca escolar y ahora con la Ley de Víctimas, luchar por la memoria histórica, que es otro campo de batalla, es un deber de todos los colombianos. Y claro, que venga el debate. Y como anécdota final, este libro es el único de este carácter periodístico que tanto la Alcaldía Mayor como el Archivo Distrital, acompaña a otros 90 objetos en la Urna Tricentenaria que será abierta el 20 de Julio del 2110, de manera que queda, en este aspecto, preservada la memoria histórica de una de las aciagas épocas del país.
– ¿Qué libro está en proceso de escribir o publicar?
– Tengo la más completa investigación sobre el tema de la censura de prensa bajo la dictadura del general Rojas Pinilla, 1953-1957 con un contexto de los años precedentes asolados por la dictadura de Laureano Gómez. El libro, por publicarse, La otra violencia: la censura de prensa. Caso Rojas Pinilla, es una radiografía de los aciertos, pero sobre todo de las inconsecuencias de los grandes medios en materia de libertad de prensa y con la presentación de decenas de documentos inéditos de los archivos de la presidencia que develan cómo eran por dentro las cosa en el l establecimiento y que pueden dejar mal parados a más de uno de nuestros ilustres prohombres. Esta obra fue premio nacional de cultura a través de las becas Francisco de Paula Santander, que lastimosamente dejó de otorgar el Estado.