Teresa

Ariadna Vásquez (República Dominicana)
Fragmento
Teresa debe tener veinticinco años ahora.
Yo la conocí en London Bridge mientras ella buscaba su tren un domingo en la tarde.
Me miró varias veces antes de preguntarme, en español,
si yo sabía cómo llegar a West Croydon.
Tenía una expresión de abandono en sus ojos,
como un potro que pierde a su madre
durante la migración
y ya no sabe seguir a los otros.
Ella quería llegar a la estación West Croydon
y yo miraba sus ojos alumbrarse,
a punto de derramar algo sospechoso en el andén.
Algo en ella estaba realmente vivo.
Le dije que iba en la misma dirección
y me bajaría una parada antes que ella.
Subió conmigo al tren.
En aquel tiempo,
quién sabe por qué,
yo me obsesioné con hacer fotos de zapatos,
como queriendo retratar el camino de la gente,
así que le pedí a Teresa,
sentada en el tren,
que me dejara tomarle una foto a los suyos.
Ella accedió
y allí vi
por primera vez
su sonrisa.
Teresa es de una isla,
como yo.
Si aún vive,
es la única persona que conozco de Manacor.
Quizás todavía hable con pena el español,
como si se le fueran a caer los dientes.
Y tal vez aún
encorva mucho los hombros cuando está sentada.
Nos vimos unas ocho veces durante mi viaje.
Ella estaba de visita en Londres,
como yo.
Tenía un novio y un amante,
como yo,
tampoco sabía lo que haría con su vida
igual que yo,
y era adicta a platicar durante las caminatas.

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