Gabriel Jaime Franco (Colombia)
Yo visité a Durrell en un sueño.
Me parece que fue en Alejandría
o en un bar de El Cairo
en el que artistas miserables
arqueados como fetos sobre las mesas
prolongaban la insatisfacción de sus deseos
sobre copas de vino rojo.
Y me fugué de sus tristezas:
Por un instante me parecieron simios
chupando agua de coco.
Me parece que fue también en los templos fríos,
creo, de Sapho,
en cuyos jardines un hombre
pastoreaba su dolor en los recuerdos
mientras contemplaba un panorama de niños anarquistas.
Y creí verlo en una biblioteca de Atenas
hablando tranquilamente con una mujer
llamada Justine
(ella hablaba de otro hombre con una cicatriz
profunda en la cara, de una mujer que no poseía
nariz, de un baile de carnaval y del miedo)
un paisaje de tupidos follajes,
un hombre que vivía en una playa rocosa
y eso que dijo al final,
yo no sé si fue en un sueño
pero yo lo oí
lo dijo así:
“Otra vez del vientre de la razón
han arrancado al deseo como a un higo negro”.