Reseña de Quietud, la nueva obra de la escritora Andrea Mejía

Andrea Mejía, escritora colombiana

Una (in)quietud que agobia


Gracias a la editorial española La Navaja Suiza llega el esperado libro de cuentos de Andrea Mejía.


Quietud, el más reciente libro de Andrea Mejía, representa una novedad en muchos sentidos: es la primera obra de la escritora colombiana publicada fuera del país (por la editorial española La Navaja Suiza), y el primer libro cuyo título es sencillo, a diferencia de los tres anteriores, largos y elaborados: La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad (Tusquets, 2018), La carretera será un final terrible (Tusquets, 2020) y Antes de que el mar cierre los caminos (Tusquets, 2022). Además, si aceptamos que La naturaleza seguía propagándose en la oscuridad entra en la rara categoría de novela-de-relatos, Quietud vendría a ser el primer libro de cuentos de Mejía en toda regla: historias independientes que pueden leerse sin un orden específico y su significado no estaría alterado. «Fueron escritos en un período corto, quizá un año o menos, por eso tienen semejanzas entre ellos, un mismo aire de familia, quizá. Luego armé el libro guiándome por los colores que había en ellos», dice Mejía


Andrea Mejía, escritora colombiana
Andrea Mejía, escritora colombiana

«Encontramos en este libro relatos especiales que podríamos considerar como experimentos en la forma de narrar, algo que no habíamos visto hasta el momento en su obra».


En Quietud la mayoría de personajes busca sosiego y es una sensación que está asociada a un espacio físico donde la naturaleza predomina; los escenarios de los cuentos son la montaña y los cerros; las descripciones de la vegetación, cultivos, olores y rutinas del campo están muy presentes en toda la obra: esa minuciosidad transporta fácilmente al lector a los espacios rurales de Colombia y evoca una nostalgia en ocasiones dolorosa. Quietud produce una imagen mental clara del entorno: se pueden tocar las hojas, sentir el frío y la niebla, oler la tierra, notar la pureza del aire al respirar… La inocencia de la infancia, el paso ineludible del tiempo, la imposibilidad de recobrar emociones experimentadas en esa etapa y lo irrevocable de la adultez frente a las expectativas de la niñez. Esa estabilidad o calma que se persigue en ocasiones se ve amenazada por situaciones de mayor o menor intensidad, y es ahí donde podemos apreciar la destreza de Mejía al desarrollar las historias e implicarnos en lo que sucede. Desde “La serpiente”, donde la pérdida de la inocencia de una niña se manifiesta en la muerte de la mascota familiar, animal que producía un terror casi atávico en la pequeña; pasando por “Arroz”, donde un niño con un problema cognitivo se ve amenazado por una fuerza ominosa y su madre debe protegerlo aun sin entender lo que sucede, es un cuento que tiene todos los elementos de una historia de terror y es la primera incursión de la autora en este género. «Fue en parte un sueño que tuve. Luego apareció en la escritura, en la creación de un estado mental y atmosférico a través de las palabras», dice la autora. Un campesino que pierde las ganas de vivir y se va marchitando luego de que su hija adolescente se va de la casa; el amor de juventud (quizá el primero) que nunca se olvida pero que es imposible de enfrentar en la adultez luego de los estragos del tiempo; dos hermanas que van a pasar un fin de semana en la cabaña familiar pero no pueden superar el abismo que las separa y la venganza que no se agota hasta ser materializada en el fantasmagórico cuento “El vestido rojo”. La escritora siempre les ha dado relevancia a los títulos en sus obras, y en Quietud tienen una importancia enorme; refiriéndose a un elemento de la historia, tangible o inmaterial que, aunque no es central en el desarrollo, desempeña un rol crucial en la conclusión y en el futuro de los personajes, que Mejía deja a la imaginación de cada lector. No hacer foco en este elemento desde el principio y mantener su significado oculto crea una sensación de misterio que, al ser revelada cerca del cierre, golpea a quien lee y aumenta la sorpresa, tristeza, nostalgia o cualquiera que sea el sentimiento que suscita el cuento. «Busqué los títulos más simples, como intentando llegar a algo esencial, un misterio que está en las cosas mismas: “Aguja”, “Arroz”, “La serpiente”, “El vestido rojo” parecen títulos muy planos, pero me parece que guardan algo enigmático en su sencillez», afirma Mejía.


Quietud, libro de Andrea Mejía, escritora colombiana
Quietud, libro de Andrea Mejía, escritora colombiana

Encontramos en este libro relatos especiales que podríamos considerar como experimentos en la forma de narrar, algo que no habíamos visto hasta el momento en su obra. Un ejemplo es “Luz blanca”, donde la protagonista/narradora interpela directamente al lector: “Sus ojos se movían como se mueven ahora los tuyos, lectora silenciosa, paciente lector, mientras Lorena sigue de pie sin saber qué hacer con el primer cuaderno en las manos”, creando un efecto hipnótico que en ningún momento rompe la ilusión de la lectura ni disminuye la tristeza que impregna la historia. Es una sensación que recorre esta colección: la pena por la pérdida de alguien o de una facultad que ya no podrá recuperarse. «Me alegra que te haya gustado (supongo que “hipnótico” es algo bueno). Fue algo que surgió de manera muy natural, no como algo impostado o pensado. Me pareció bello que la lectora o el lector acompañaran a esa niña en su soledad. Si lo pensamos, todo lo que escribimos se dirige a alguien, aunque sea a una especie de daimon interior. Aquí simplemente hice evidente ese momento tan íntimo que se da entre quien lee y quien escribe, o al menos entre el lector y lo que está escrito», señala la autora. 

El terror está presente en varias historias, representado en algún elemento del entorno rural que se torna amenazador por la condición emocional del personaje, o un miedo producto de algo real o imaginario. Todo esto altera y rompe la quietud que anhelan los personajes, produciéndoles un desamparo que el lector siente, aparte de la nostalgia por volver a un tiempo que ya no existe y al que no se puede volver. 

Para los amantes de la narrativa breve, poco común en Colombia y no tan popular en el mercado editorial, es recomendada esta obra de la editorial La Navaja Suiza, que consigue lo más importante que debe lograr un cuento: implicar al lector en la historia y hacer que se olvide de todo lo demás. O, en palabras de la autora: “La concentración de las energías, de las imágenes, de las emociones. Como reflejo de eso, en un buen cuento, el lector debe entrar en un estado de concentración que no debe abandonar mientras lee”.