Por: Guillermo Rendón G., Ph.D./ II Parte.
“La redondez del alba” El subtítulo – la forma
En esta obra está suprimido el subtítulo que, según la tradición, precede al poema. El hecho no puede pasar desapercibido. A manera de subtítulos encontramos al final del libro un índice con cabeza de página que nos remite al número de orden. La lectura sin el tropiezo de los subtítulos da un sentido de continuidad e imprime solidez a la forma.
Inducción a la metáfora
Imagen paralela en el verbo adjetivado y el verbo sustantivado:
risueñas miradas
En el verbo sustantivado, la acción subjetiva es asumida por el objeto:
el solariego parpadeo
de libros
Acción subjetiva asumida por el objeto:
el tiempo rememora distancias
Huellas de un olvido seguramente enmarcado en la injusticia y confundido en la historia:
Rocas en fulgor izan banderas de lucha
en las plazas de socavones
al oído de combatientes caídos
en todas las batallas
para hacer sentir el valor del olvido
Acción verbal asumida por una especie no hablante:
el decir de las mariposas
Sensación característica de los seres vivos, transmutada al objeto:
las nieblas
cansadas de vagar por las calles
Acción y sensación subjetiva transmutada al objeto:
…La noche recupera el sabor
de los recuerdos
Abstracciones que rebasan los umbrales de percepción:
…ritmo sostenido
en volteretas
de cara al infinito/ hecho realidad
en la proclama de los asteroides
La metáfora como autenticación de la verdad
Introduzcamos algunas reflexiones más, relacionadas con la psicología de la percepción.
Percibimos la realidad exterior a través de los órganos de los sentidos que reciben los estímulos y los trasladan a los analizadores del cerebro, a través de impulsos eléctricos. Como seres pensantes que somos, analizamos la realidad y la remontamos al pensamiento abstracto. Si queremos ascender a la esfera poética, debemos penetrar al plano de las emociones y de los sentimientos. En ese complejo panorama de síntesis podemos entender el arte como la refiguración de la realidad exterior, transmutada a través de los sentimientos, en un proceso de exaltación sensible, con posibilidades de infinitud.
Desentrañada esta trama, podemos comprender todo ese trasegar del sujeto al objeto. En su forma apariencial el objeto padece. Pero, padecer es función del sujeto. Cuando decimos que el objeto padece, pasamos a la imagen paralela que ofrece la metáfora. Griego: , más allá; , llevar. El sentido se traslada quedando en el mismo sitio. Por esta razón hablamos de imágenes paralelas, campo de la poesía y de las artes todas en su proceso perceptivo, meditativo y creativo. Mediante la metáfora, el poeta dota al objeto de acción volitiva y le confiere el poder de sentir, de evocar su padecimiento. El resultado no es como suele decirse, una mentira. Muy por el contrario. Mediante la metáfora el poeta autentica la verdad y le imprime con ella la energía de la conmoción, con la cual la verdad se magnifica y produce una modificación psíquica en el sujeto perceptivo. Aristóteles la denomina catarsis.
Poesía real, abstracta y metafórica
Están presentes en este libro poema, el objeto, el sujeto, el tiempo y el espacio. Aunque hay en él, rebasamiento de los umbrales de percepción, es posible comprenderlo. Hay lugar para la acción y la comprensión. La forma es en él unitaria en sí misma, un enlace indisoluble de las partes al todo. El poema es el libro y el libro es el poema. El verso libre cobra en él autonomía a la vez que se yuxtapone, con lo cual hace posible organizar la estructura. Todo da la impresión de un solo y único poema, en el cual la subdivisión en poemas subyacentes se torna innecesaria.
Poema libro, dijimos, totalidad dividida en páginas sin subtítulos, sin puntos separatorios ni conclusivos, sin puntuación alguna; más cadencia que ritmo, más canto que métrica rigurosamente buscada; poesía recóndita en sí misma, a la cual no hay que llegarle con esquemas de fórmula ni hermenéuticas preconcebidas; la letra inicial mayúscula y la autonomía del verso nos orientan en el laberinto de metáforas, cambio de escenarios y eternidades; y a la vuelta, en un recodo, José Saramago. ¡Sorpresivo y triunfal! Sin prisa ni argumento, impone su lugar en el paraninfo de los elegidos y ocupa su lugar en la tierra. Atraviesa el túnel, ángulo agudo, más agudo, oscuridad, ochenta y siete, y se sienta a esperar al otro lado de la vida. Junio 18 – 2010
Remembranza y nostalgia. Carlos-Enrique Ruiz, poeta, coloca el énfasis en el lugar justo, el instante ya de sí conmovedor:
Piedras del camino indagan por la vida
con el mismo propósito que las flores
al preguntar por lo inerte
Las flores han sido siempre un bello subterfugio para ocultar lo que no podemos llamar por su nombre.
En La redondez del alba están presentes el objeto, el sujeto, un flujo de eternidad y espacio infinito. Y sinembargo, aunque fugaces, la acción, la esperanza y la desesperanza, ésta sí duradera:
Decadencia de los sauces al someter a prueba
su capacidad de llanto
Al abrir el libro en el lugar de este verso, la página 149, encontré como separador un papel con una breve anotación de mi puño y letra:
Poesía real, concreta y metafórica.
Carlos-Enrique Ruiz, académico, humanista, hombre de letras y grande amigo -me dije- debe recibir este homenaje. Están en esa nota reunidas las razones de ser de este escrito.
Manizales, 12 de Marzo del 2013