Tomado de La República / Perú.
-Tu pintura tiene que ver con las grandes preguntas existenciales. ¿Cuál es la que más te inquieta?
-La pregunta fundamental para mí es cuál es el propósito de la vida. El hecho de que estemos en este mundo es algo extraordinario, porque hemos sido seleccionados entre una candidatura de millones: millones de espermatozoides se presentaron a fecundar un óvulo. De hecho, cada ser humano es un elegido.
Son muchas las preguntas que se vislumbran en tu obra, ¿no?
Cuando era pequeño, yo tenía muchas preguntas y pensé que, a medida que fuera creciendo, iba a ir dilucidando estas cuestiones y ha sido completamente al revés. A medida que he ido creciendo tengo más preguntas.
-¿Y qué respuestas has hallado?
-He encontrado algunas, pero me parece que una de las cosas más interesantes de la existencia humana son los enigmas. Cuando una pregunta se responde, terminó la cuestión. Una pregunta abierta es un camino a recorrer, es un misterio por descubrir.
-¿Haber pasado tu infancia en un sistema donde el elemento religioso no estaba muy presente significó algo?
-Todo lo contrario, Cuba es un país sumamente místico…
-Me refiero a la educación formal.
-La paradoja de la represión es que, a veces, la creencia se mantiene viva con más fuerza. Algo que no se puede hacer tiene la seducción de lo prohibido. Entonces Cuba es un país profundamente místico. Es la confluencia de culturas: africanos, chinos, europeos. ¡Cuántas creencias están coexistiendo!
-¿Tú te nutriste de todo eso?
-Es parte de mi idiosincrasia, está en la vida diaria. Los cubanos somos profundamente supersticiosos y creyentes en algo que está más allá de lo tangible. La política oficial no puede controlar esto, porque es parte de la fe personal.
Pero también has tenido una influencia universal.
Yo nací en La Habana Vieja, que era la ciudad colonial y estaba llena de palacios del siglo XVII, XVI, castillos del Renacimiento. En cierto punto de mi vida yo pensé en la reencarnación, porque estaba muy conectado con estos períodos, pero después me di cuenta de que era parte de mi cotidianidad.
-¿Cómo se nota eso en tu obra?
-Tú te impregnas de tu realidad inmediata y eso forma parte de tu vida, tus memorias, y después eso se procesa en la maquinaria del pensamiento y se proyecta. Y si eres artista, se nota en la obra como una especie de arqueología.
-Pero al mismo tiempo tu trabajo tiene también como un cierto sello futurista. ¿Qué hay en tu cabeza? (Risas)
-A mí me gusta la idea de que el único tiempo que existe es el presente. Ahí está escrito todo, como en la palma de la mano. Algo que uso en mi trabajo es la conexión del alma, de lo interior, con la realidad externa. Entonces me gusta la imagen de que en la mano está impreso todo: el pasado, el presente y el futuro.
-Se te describe como un pintor borgiano. ¿Cómo está Borges en tu obra?
-Borges es la esencia del pensamiento latinoamericano. Es una mezcla de la vida cotidiana con la ficción, con el conocimiento y todo se proyecta en un mundo artístico, que significa una realidad aparte, tan sólida como la realidad misma. Y el arte es una realidad más.
Dicen que eres el más grande artista cubano de las últimas décadas…
No sé de lo que estás hablando. Para mí la vida se mide en términos de realización personal. En la medida que yo sea feliz, voy a hacer feliz a las personas que están cerca y voy a poder brindarle algo mejor al mundo. Si mi obra es buena o mala, no me interesa tanto.
-¿Cuándo pintas piensas en cómo va a recibir eso el que vea la obra acabada?
-Absolutamente no. La obra es un proceso muy personal, muy íntimo. Y yo creo que hay una fórmula y es que en la medida que tú te complaces a ti mismo puedes conectarte con mucha gente en una magnitud muy profunda.
-Entonces, cuando creas, ¿eres el artista en su torre de marfil?
-El acto de la creación es un acto sumamente privado, íntimo. Yo trabajo en mi estudio, que es como mi laboratorio, mi territorio. En este mundo tan complicado, pues ese es el espacio que he creado para mí, donde tengo mis herramientas, mis ejércitos para librar mis batallas y ahí me sumerjo en mi océano…
-¿Cuál es la más difícil de librar?
-Yo creo que la batalla más difícil es la del día a día. Si tú miras la vida de afuera, te das cuenta de que la vida es muy corta y tienes muy poco tiempo. Parece ilimitado, pero no lo es. Si uno se concentra en aprovechar cada instante de la vida como un momento indispensable, harás de la vida algo memorable.
-Esta muestra que has traído a Lima, ¿cómo la defines?
-Es muy especial para mí. Primeramente, le puse un título quizás arrogante: Plenilunio. Es decir, la luna llena, un momento de plenitud. Y me gusta mucho la idea de la conexión del universo, el cosmos, con el universo espiritual humano.
-¿Por qué?
-Creo que de alguna forma el ser humano es un espejo en pequeños formatos del infinito. Y la luna está muy asociada con los procesos del subconsciente, por tanto, los de la creatividad, que es algo lleno de misterios. Y como mi obra es una proyección de mi vida, un observador muy agudo va a descubrir muchas cosas de mí como ser humano.
La ficha
Nací en Cuba hace 45 años. Estudié en la Escuela Elemental de Artes Plásticas 20 de Octubre, en la Academia Nacional de Bellas Artes y en el Instituto Superior de Arte. En mi arte, exploro la relación del hombre con el universo y mi obra ha sido expuesta en todo el mundo. Vivo en Miami. Vine a Lima a inaugurar mi muestra, Plenilunio, en la galería Enlace Arte Contemporáneo.