Autor: Carlos Fruhbeck (Amarqord). “El poeta escribe alimentado por una muerte, rabia la desaparición de unas voces que eran o son su padre, que le llaman y le azoran con su mismo nombre. Y ese peso se palpa, tiene masa y volumen, se conglomera detrás y se entrevera una mezcla de amor infinito e inútil, material con el que cuajar entre las manos imágenes que tiemblan, versos que penden frágiles, dolientes máscaras mutiladas, extirpadas del recuerdo, de la memoria siempre imaginada, deseada y temida, como la oscuridad que tienta al niño. Siempre en voz baja en largo invierno: rumor que se repite pronunciado por la propia boca vuelta ajena, susurro en otras bocas no sé sabe de dónde, de qué tiempo” Esther Jiménez.
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