Distopías para salvar al mundo. A propósito del nuevo libro del escritor Dioni Arroyo

Huso Editorial acaba
de publicar Cuando la luz se extinga del escritor Dioni Arroyo Merino, un drama
donde el patriarcado se invierte para mostrarnos la otra cara de una
discriminación por razones de género.

Publicamos un
fragmento del prólogo escrito por Daína Chaviano, la reina de la literatura
fantástica en español.

Foto: Dioni Arroyo. Cortesía.
Por: Daína Chaviano / Prologuista
La ciencia ficción
sigue siendo el género literario de la experimentación y el cambio,
posiblemente el que mejor continúa reflejando nuestras pesadillas y nuestros
temores; el que no deja de advertirnos sobre las peores variantes sociales y
políticas que nos acechan, con el fin de ponernos sobre aviso para eludirlas
antes de que sea demasiado tarde. Ha sido esta obsesión por atajar las
inminentes catástrofes lo que ha llevado al nacimiento de un tipo de historias
como la que el lector tiene ahora en sus manos.
Cuando se extinga la luz es una distopía
escrita por Dioni Arroyo Merino
(Valladolid, 1971), cuyas obras suelen recrear diversos escenarios que alertan
sobre posibles desastres provocados por el ser humano. Recordamos que en su
novela Fractura, por ejemplo, examina
las consecuencias ecológicas del fracking, una tecnología que inyecta agua con
arena y algunas sustancias químicas al subsuelo rocoso para extraer con
facilidad cierto tipo de combustibles. En otra, Fracasamos al soñar, desarrolla el tema del transhumanismo con
varias interrogantes temerarias sobre el futuro de la especie.
En términos
generales, Arroyo comparte su
preocupación por el manejo errado —y las secuelas— de esa ciencia que se
utiliza para conseguir ventajas o gratificaciones inmediatas sin medir sus
funestas ramificaciones. El presente título no es una excepción. Sin embargo, Cuando se extinga la luz nos propone una
curiosa (re)visión y mezcla de asuntos que no habíamos hallado en sus obras
anteriores.
Construida sobre la
base de dos escenarios donde se combinan elementos del steampunk, la eco-ficción y la historia alternativa, también
contiene ingredientes propios del horror lovecraftiano, el feminismo
distorsionado y una biología con shapeshifting -(literalmente: cambio de forma)
que contribuyen a conformar una distopía llevada al límite de la
pesadilla. 
La novela se inicia
en un mundo alternativo donde la revolución menchevique ha triunfado en 1905.
Recordemos que, en la historia que conocemos, esta fue una revuelta fallida;
pero en la novela, los mencheviques no solo consiguen la victoria, sino que
ocupan el lugar que desempeñaron los bolcheviques, después de 1917, en nuestra
línea temporal.
Téngase en cuenta que
ambas ramas políticas fueron facciones rivales dentro del movimiento socialista
ruso. Sin embargo, del mismo modo que en la novela triunfan los mencheviques,
en la trama literaria —a diferencia de la revolución bolchevique que se impuso
en unos pocos países de nuestro mundo hasta la caída del muro de Berlín—, la dictadura
de los mencheviques consigue avanzar y dominar todo el planeta.
Quizás por ello
—aunque no se hace explícito—, la sociedad global en esta novela se ha
estancado en la primera fase de la Revolución Industrial; y sin formas de
energía más limpias, el mundo se contamina de tal manera que resulta imposible
salir sin máscaras que filtren el aire.
Por si fuera poco, el
drama del patriarcado se invierte para mostrarnos la otra cara de una
discriminación por razones de género. Los hombres, que ahora son ciudadanos de
segunda clase, son tratados como objetos sexuales o como meros asistentes
civiles o militares, sin derecho alguno. 

Sepa el lector que no
estoy revelando nada esencial sobre la trama. No he hecho más que esbozar lo
que resulta evidente desde el inicio de la novela, donde dicho escenario es
solo el punto de partida para la verdadera historia.

Sin entrar en
detalles, añadiré que otra sociedad igualmente matriarcal aparecerá en la
segunda mitad del libro, aunque se diferenciará de la primera en que se trata
de una cultura tribal y más primitiva.
Lo curioso es que
ambos matriarcados —con sus diferentes niveles tecnológicos— son igualmente
opresivos y dictatoriales. En los dos casos, la casta femenina gobernante
despreciará al sexo masculino que resulta manipulado y usado como un objeto
más.
De esta situación
ficticia creo deducir que el autor nos propone dos lecturas. Por un lado,
muestra a los hombres cómo es ser excluido, humillado o relegado a un segundo
plano, y también lo que significa tener que doblegarse y no ser dueño de su
propio destino por el simple hecho de haber nacido con un cromosoma diferente.
Por otra parte, es
obvio que un matriarcado puro y duro tampoco es una opción socialmente válida
para este creador. Arroyo parece decirnos que la desigualdad hacia cualquier
sexo resulta igualmente funesta y no funciona para ningún tipo de sociedad, sea
cual sea su desarrollo material.
Existen otros
factores que aluden a diversas ideas e influencias, pero es mejor que el lector
los descubra por sí mismo. Es imposible entrar en más detalles, a menos que
queramos revelar el argumento.
Por último, valga
aclarar que la novela no expone una historia optimista, pero su valor radica
precisamente en las sombras que proyecta sobre nuestro ánimo, pues si queremos
salvar al mundo, debemos estar listos para cortarle el paso a los monstruos que
nos acechan. Solo por eso es una suerte que existan escritores como Dioni Arroyo, capaces de plantearse los
problemas más angustiosos y desafiantes que podríamos enfrentar en este nuevo
milenio.   




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