Curiosidades bibliográficas

No. 7687 Bogotá, Viernes 10 de Marzo de 2017 


Mientras unos dan plomo, nosotros damos pluma
Jorge Consuegra




  • El olor de los libros antiguos es el resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés) liberados desde el papel al aire. Además de inconfundible, este olor puede resultar muy útil para conocer el estado de conservación de los viejos volúmenes, según un estudio que acaba de publicar la revista Analytical Chemistry. “Oliendo” los gases emitidos por 72 documentos antiguos de los siglos XIX y XX con una nueva técnica llamada “degradómica material”, un equipo de científicos británicos y eslovenos ha conseguido identificar 15 moléculas volátiles que podrían ser buenos marcadores para cuantificar a ciencia cierta el riesgo de que se degraden la celulosa, la lignina (el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal, que desprende olor a vainilla), la fibra de madera y otros componentes de los libros. Esta técnica no invasiva podría ayudar a las bibliotecas y los museos a preservar una amplia gama de objetos basados en papel, algunos de los cuales se están deteriorando rápidamente debido a su avanzada edad.
  • Charles Dickens empezó a escribir a los 20 años después de haber vivido una infancia extremadamente dura.
  • “Mi madre, austríaca; mi padre, medio alemán. Y yo nací y crecí en Dinamarca y, después de los 23, terminados mis estudios en Economía, no he hecho más que moverme por el mundo” (Janne Teller).
  • El crítico literario Churton Collins según Alfred, Lord Tennyson: “Un piojo en los rizos de la literatura”.
  • “Como novelista recomiendo no tener Internet” Jonathan Franzen.
  • “Yo no veo nada malo en la promiscuidad. El amor se celebra en la libertad” Joumana Haddad.




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