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© Hache Holguín |
- La coherencia ética y estética frente a la literatura me encanta de Nabokov. Él no concebía la vida sin escribir. De familia de la alta burguesía rusa se transformó en un permanente exiliado hasta que se radicó en Montreaux. Pasó hambre, enseñó tennis, dictó sus famosas cátedras literarias al borde de una pobreza llevada con dignidad y nunca dejó de escribir. Pero eso es anecdótico. Lo que me sigue enseñando Nabokov es su conciencia literaria traducida en su lenguaje exquisito, en el tratamiento de sus temas, el tono, la hondura de los personajes, la voz narrativa siempre con juegos de duplicidad, espejos y desdoblamientos, su mirada áspera y a la vez tierna de retratar las culturas en las que ocurren sus historias. Sus procedimientos, su manera de concebir sus tramas argumentales superan la vanguardia impuesta por Proust, Joyce, Wolf… A Nabokov lo leo despacio, con la lupa que él puso al desentrañar la magia del lenguaje. Y aprendo de él sus extraordinarios personajes que rompen con lo convencional. El lugar común es mencionar a Lolita, su obra maestra que nos da el deleite de la sensibilidad golpeando la conciencia occidental de posguerra. Pero hablar de Pnin, Ada, Luzhin, Sebastian Knight, John Shade, Kinbote… es recorrer una galería de espléndidos personajes (Lina María Pérez, Colombia).
- Lawrence Durrell dijo sobre Henry James: “Si tuviera que elegir entre leer a Henry James y que apretaran mi cabeza entre dos piedras, elegiría lo segundo”.
- El libro de viajes de Marco Polo, Aventura de la libertad, fue escrito en la cárcel de Génova.
- Allen Ginsberg decía que escribía porque le gustaba cantar cuando estaba solo y porque no tenía ninguna razón, porque no tenía un por qué, y porque era la mejor manera de expresar todo lo que le viene a la mente en el espacio de un cuarto de hora o de toda una vida.
- Umberto Eco dijo que sus hijos habían crecido y ya no sabía a quién contarle sus historias.
- Juan Marse dijo que escribía novelas por puro placer estético, esto es, para sentirse vivo, para crear criaturas imaginarias, y con la vida que no pudo vivir, conjurar así la nada y el olvido, como una forma de la felicidad, y que escribía para sobrevivir a su infancia y salvar de la nada algunas imágenes, algunos sentimientos y emociones de la infancia.
- Don Quijote de La Mancha, otra aventura de la libertad, nació en la cárcel de Sevilla.
Ilustración: Hache Holguín.