Don Quijote, Aristides y yo

Por: Richard Brooks
La literatura tiene potencia genética cuando la trama, personajes y dramas se hacen parte de la vida cotidiana. Así ocurre con las sentencias, aforismos y refranes tanto del Quijote como de Sancho, hoy las voces del pueblo las cantan en décimas, declaman y repiten en cualquier latitud y época. Por eso Sancho, le vaticina al Caballero de la triste figura: yo apostaré… que antes de mucho tiempo no ha de haber bodegón, venta ni mesón o tienda de barbero, donde no ande pintada la historia de nuestras hazañas. Don Quijote y Sancho son personajes de contrapunto, el escudero es la voz popular mientras el Caballero de la justicia es la sabiduría intelectual, los dos se complementan y humanizan al armonizar sus diferencias. De allí surge la universalidad de la obra que se actualiza en cada circunstancia. Don Quijote y Sancho son tan panameños como asiáticos, africanos, europeos o extraterrestres como yo. Cervantes tuvo plena conciencia de la trascendencia de su novela máxima en un devenir sin coordenadas. Y el reciente incidente con una funcionaria, prueba que las quijotadas son vox populi. Arístides Royo, apasionado lector y cervantista confeso, apunta la relación histórica de una expresión que no aparece en el Don Quijote del manchado pero que tiene plena validez pues forma parte de la imaginación de muchos. Veamos los que nos dice Arístides, las palabras pronunciadas por la directora de migración, cuando al parecer expresó: «Cuando los caballos están cabalgando, Sancho, es señal de que estamos haciendo nuestro trabajo». Deduzco hacen referencia a la siguiente frase atribuida a Don Quijote, en la magistral obra de Cervantes, «Ladran los perros Sancho, señal de que cabalgamos». Cuando digo que tal frase se atribuye al famoso personaje, es porque la misma no aparece en el Quijote y a pesar de ello, la apócrifa máxima se ha abierto camino al punto de que se ha dado como auténtica en testimonios orales y escritos. En realidad la frase sobre los adversarios que tratan de evitar que avancemos es muy antigua, tanto que se remonta a principios del siglo XVI cuando el escritor Andrea Alciato, autor de epigramas, en un semanario de Salamanca de 1794 trata de un «caminante» que no se detiene por los ladridos de los perros. Es sin embargo el gran poeta alemán Goethe, el que gracias a un poema hará surgir la frase «Ladran, señal de que cabalgamos» Varios autores ingleses al citar a Goethe, incluyen a los perros que ladran y a los que cabalgan sin detenerse. El 29 de enero de 2010, Arturo Ortega Morante publicó en «Mundo hispanohablante» que Sancho se coló en la frase en la primera mitad del siglo XX, seguramente porque «alguien supuso que la frase era del Quijote y le agregó el Sancho, con mucha fortuna por cierto, porque el error se propagó exponencialmente». Ortega Morante concluye en el sentido de que hay que darle «la paternidad de la expresión al gran Goethe, que bien se lo merece». Si la frase de los caballos que cabalgan, con el Sancho incluido por la directora de migración en su frase, hace carrera y tiene éxito, dentro de algunas décadas es probable que algunos despistados, en lugar de referirse a los perros que ladran, harán referencia a los caballos que cabalgan y se la atribuirán sin duda al Quijote despojando así a la funcionaria de la maternidad de la equina y cabalgante frase que hará las delicias de los caballeros. Agrego… Yo, Richard Brooks, otro de los escuderos de Cervantes, considero que el pueblo se quijotiza al enderezar tuertos y deshacer agravios, como el citado incidente. La lectura creativa tiene una dinámica que hace partícipe al lector en un triángulo emocional con el autor y el drama. Jorge Luis Borges, en el clásico juego de espejos, también sigue el estilo cervantino con sus fantásticas ficciones. ¡Somos hijos de la locura caballeresca de Don Alonso Quijano! Recomiendo la lectura de La magia del Quijote de mi clon el profesor Ricardo Arturo Ríos Torres e Isolda De León, así nuestros funcionarios y políticos nunca más se equivocarán. Pronto, usted leerá La bitácora de la fantasía, en su 2a.ed. corregida y aumentada, tiene las nuevas aventuras de Alonso Quijano en el mundo contemporáneo. Reseña dedicada a Augusto Fábrega, empeñado en coleccionar lo mejor de las curiosidades del Caballero de la lealtad y de su sabio amigo Sancho. (*El autor es un loco que se cree escritor. Nota, artículo de la columna sabatina del tal Richard Brooks en La Estrella de Panamá). 

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