Dos mujeres, símbolo contra la violencia, en la Cumbre por la Paz

Bogotá. Ambas vivieron capítulos dramáticos producto de la represión y la violencia pero se sobrepusieron a su dolor y lograron obtener justicia. Sus relatos estarán en la Cumbre de Arte y Cultura para la Paz de Colombia, en la que serán ponentes.
Sus historias las unen. Son argentinas y en ese país vivieron el horror, pero se enfrentaron a sus enemigos para obtener verdad y justicia y con perseverancia se impusieron a costa de todo.
A Estela Barnes de Carlotto, profesora en una escuela de primaria y ama de casa, le arrebataron a su esposo Guido Carlotto y a su hija Laura Estela durante la dictadura cívico-militar que se autodenominó Proceso de Reorganización Nacional, entre 1976 y 1983.
Y a Mirta Clara la secuestraron y torturaron junto con su esposo a fines del gobierno de María Estela Martínez de Perón y durante la misma dictadura, y permaneció detenida entre 1975 y 1983.
La búsqueda de una abuela. A Guido Carlotto lo secuestraron las fuerzas armadas el 5 de agosto de 1977, lo torturaron y lo liberaron tras un pago de 40 millones de pesos de ese entonces. En noviembre de ese mismo año, su hija Laura, que participaba en política y era una estudiante de Historia de la Universidad Nacional de La Plata que militaba en el peronismo, fue secuestrada y desaparecida en La Cacha, un centro clandestino de detención. Tenía tres meses de embarazo cuando se la llevaron.
A pesar de que Estela logró hacer contacto con el general Reynaldo Bignone para pedir su liberación, éste le anticipó que su hija no viviría. En abril de 1978 supo por otra joven detenida junto a su hija y que había sido liberada, que Laura estaba viva y embarazada. En junio de ese año la joven fue trasladada a otro lugar no determinado donde dio a luz. 
Estela se volvió activista de derechos humanos y se unió a la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, de la cual hoy es presidenta, y en agosto de ese año recibió el cadáver de su hija de manos de los militares. Su labor y sus pesquisas en la búsqueda de otros desaparecidos la llevaron a hallar un testimonio que le confirmó que su hija había dado a luz, que había sido asesinada un día antes de que la contactaran los militares y que ese niño le había sido entregado a otra familia con una identidad cambiada.
Así empezó una búsqueda de 36 años que dio frutos cuando finalmente encontró a su nieto Ignacio Guido Montoya Carlotto, hijo de Laura y Walmir Oscar Montoya, quien fue secuestrado junto a Laura y torturado y asesinado en frente de ella. El niño había sido entregado a una pareja y registrado como Ignacio Hurban.
El nieto, tras conocer que era adoptado, se dirigió a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, le practicaron un examen de ADN y en 2014 se comprobó que era el nieto desaparecido de Estela, cuya labor con Abuelas de Plaza de Mayo le ha valido reconocimientos como el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el premio Félix Houphouët-Boigny, de la Unesco.
Testimonio de una infamia. Mirta Clara lleva en su memoria las huellas de lo que se conoció luego como ‘La Masacre de Margarita Belén’, en la que fueron ejecutados varios militantes de los llamados ‘peronistas montoneros’. Ella fue detenida y torturada cuando esperaba su segundo hijo y permaneció encarcelada 8 años, entre 1975 y 1983, que transcurrieron en las cárceles de Chaco, Devoto, Formosa y Ezeiza.
Se trató de un operativo conjunto del ejército argentino y la policía de El Chaco del 12 al 13 de diciembre de 1976, en esa provincia, cerca de la localidad de Margarita Belén, y que inició con la movilización de hombres y mujeres militantes de la Juventud Peronista, prisioneros en distintos lugares de detención.
Lo que fue un ametrallamiento después se presentó luego como un intento de fuga, a pesar de que a varios de los presos les costaba caminar por las torturas que habían recibido. Uno de los ejecutados fue Néstor Salas, esposo de Mirta, quien estaba en la cárcel de Resistencia.
Gracias a su testimonio y su lucha por esclarecer los asesinatos se llevó a juicio a los responsables de estos hechos y se condenó a los miembros de la Junta Militar que estaba al frente del llamado Proceso de Reorganización Nacional.
Su relato se publicó en el libro ‘Pájaros sin luz, testimonios de mujeres de desaparecidos’, publicado por Editorial Planeta en 1999 y ella fue nominada en 2005 como una de las Mil Mujeres para el Premio Nobel de la Paz, en Berna, Suiza. Hoy es licenciada en Psicología y es una incansable luchadora por los derechos humanos y el rescate de la memoria colectiva que promueve el castigo a todos los responsables de aquella dictadura.
Tanto Estela como Mirta son ponentes invitadas a la Cumbre Mundial del Arte y la Cultura por la Paz de Colombia.

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