La joven escritora mexicana presenta su primera colección de cuentos de mano de la editorial española Horror Vacui.
Un cocodrilario es un espacio dedicado a la preservación y cuidado de diferentes especies de reptiles, donde el público puede alimentar de forma segura e interactuar con esta increíble especie. Podríamos decir que son un santuario donde se puede contemplar estas bestias de cerca sin riesgo de salir herido. En su primer libro de cuentos, titulado Cocodrilario (Horror Vacui, 2022) la escritora Alicia Mares (Ciudad de México, 1996) nos presenta un santuario parecido a los mencionados, pero con una fauna diferente, solo reconocible en parte, aterradora y fascinante a la vez: cuerpos deformados por enfermedades extrañas, mutaciones entre humano y reptil, humano/pájaro. Transformaciones fisiológicas y psíquicas, señales que anuncian el fin del mundo y el inicio de otro desconocido en nueve cuentos que comparten temas y leitmotivs que han ido ganando y encontrando nuevos lectores desde su publicación.
Mares es autora además de la novela Cautivo de Sombras (Plaza y Valdés, 2022). Participó en la antología Mujeres perversas (Trajín Ediciones, 2022), ha publicado artículos en los diarios El Heraldo y El Universal de México y es columnista de las revistas Palabrerías y Penumbria.
A continuación, un diálogo que tuvimos sobre Cocodrilario.
-¿Escribiste estos cuentos pensando en formar un conjunto? ¿Qué puedes contarnos sobre su concepción?
Originalmente, no. Primero surgió el relato que da nombre al libro, “Cocodrilario”, gracias a un viaje que hice durante 2019. Durante el Máster, debido a mis ejercicios de cuento, se me fueron ocurriendo más ideas y plasmé la mayoría. Allí escribí “Sangre de parvada” y “Pillowtalk”. Al acabar el Máster revisé todos los cuentos que había trabajado y me pareció identificar un hilo conductor; algún trazo monstruoso, reflexión sobre lo bestial, paraje apocalíptico en el que todos los cuentos se ubicaban. Después concebí un evento que enmarcaba un universo (la llegada de un misterioso cometa rojo a la tierra) y fueron surgiendo los relatos finales (“Conjuro”, “A la rorro niño”) que redondean el volumen. Antes de saberlo, ya tenía un manuscrito con una coherencia decente.
-¿Cómo terminaste publicando con la editorial Horror Vacui?
Una pizca de buena suerte. En 2022 estaba en mi celular cuando vi que alguien retuiteaba un tweet de la editorial, que justo acababa de abrir su recepción de manuscritos. Se me ocurrió que les podía enviar Meteora (así se llamaba originalmente el manuscrito). Tardé un mes adicional en editarlo un poco. Lo envié, bien nerviosa. Estaba habituada a que me respondieran en seis meses o un año con una negativa; en el caso de Horror Vacui me respondieron a la semana y dijeron que les había encantado. Todavía sigo en las nubes.
-¿De dónde nace esa obsesión/amor por los reptiles?
No es que me obsesionen, pero dado que adoraba los dinosaurios de niña y hasta quería ser paleontóloga, los cocodrilos son lo más parecido a un dinosaurio que tendré. Aparte, mi visita al cocodrilario verdadero en Veracruz me impresionó, no solo por la magnitud del lugar, sino porque aprendí más de estos animales y me parecieron la mezcla perfecta entre lo arcaico, lo tenebroso y lo bestial.
-Se evidencia un estilo en los relatos de Cocodrilario: dos voces narrativas dentro de un mismo cuento, los cambios de tiempo, alguna voz intrusiva en ocasiones, el fin del mundo y el inicio de algo desconocido, etc. ¿Cuáles fueron las lecturas o autoras/es que te llevaron a esto?
Aprecié las atmósferas liminales y weird de dos autoras en específico: Giovanna Rivero y Solange Rodríguez Pappe, que siguen siendo de mis escritoras consentidas. Igual, mientras escribía estos cuentos, leí con frenesí a Mónica Ojeda, Layla Martínez, Dolores Reyes y Lola Ancira. Ya que casi todo lo escribí durante pandemia, tuve mucho tiempo para leer.
![Portada del libro Cocodrilario de Alicia Mares](https://www.librosyletras.com/wp-content/uploads/2024/04/Portada-del-libro-Cocodrilario-de-Alicia-Mares-678x1024.jpg)
-Uno de mis cuentos favoritos fue “Eclosión”. ¿Qué puedes contarnos sobre esta historia?
“Eclosión” encaja justo en el territorio liminal y apocalíptico que trae el Gran Cometa, yaparte reflexiona sobre la dualidad humano-bestia en la que hago tanto hincapié en casi todos mis cuentos. De allí mi intención de narrar el canto y el vuelo de las aves. Aunado a esto, siempre quise hacer un relato de alumbramiento. Pretendo leerlo después de que yo dé a luz en la vida real y comparar esa narración con mi experiencia verdadera. ¡Qué retrospectiva obtendré! Quería hablar también sobre la pérdida, el dolor, sobre un rayo de esperanza al final de todo ello. La convergencia de todo parió este cuento.
-En “Hiraeth” la narración tiende hacia la distopía y es quizá uno de los relatos más ambiciosos del libro. ¿Cuál fue el germen de este cuento?
Sin pretenderlo, Cocodrilario comienza bastante anclado a la realidad y esta se va distorsionando con cada cuento, hasta que llegamos a “Hiraeth”. Es el relato más distópico de todos, que pretende explicar qué pasó cuando llegó el Gran Cometa, atar ciertos cabos sobre las tragedias que acontecieron en México. Este fue uno de los últimos cuentos que escribí y por eso quería remarcar la tragedia, pero encauzar el desenlace hacia la esperanza, hacia una especie de ecoficción. Deseaba cerrar el libro con una imagen de sembradíos, de reconstrucción, del duro trabajo que implica subsistir en este mundo. Por ello es uno de los cuentos más poéticos y “oníricos” de todo el volumen. No sabría ubicar el germen, solo la intención que propulsó su creación. Y claro, me inspiró mi viaje a Escocia.
-“Lo que sale del pantano” fue otro de mis favoritos, con esa sorpresa reservada al final para el lector. ¿Cómo trabajas ese elemento para evitar que nadie pueda adelantarse a lo que está sucediendo?
Mediante la creación de la tensión narrativa y la dosificación de incógnitas, que son muy difíciles de lograr para mí. Yo empecé escribiendo novelas; estaba habituada a ciertas indulgencias y capítulos que se centraban en construir personajes o hacer worldbuilding. Yo quería crear un mundo entero y mostrarlo de arriba a abajo. En el cuento es al revés: pretendo crear una mirilla, hacer que el lector apenas tenga un vistazo de ese mundo entero y vasto, repleto de incógnitas. Cuando escribo me imagino que cada nuevo párrafo es un vistazo por esa mirilla. Dosificar la información, introducir punzadas de foreshadowing y dar prioridad a la tensión es lo que me hafuncionado paracrear este efecto que mencionas. No lo entendí hasta después de mis clases con Ojeda y Schweblin.
-¿Es cierto que escribes de noche como Lovecraft?
Sí. En su momento era algo que romanticé bastante. Sin embargo, hoy le doy un cariz de practicidad: trabajo por los días, así que escribo mis cosas por la noche, con una tacita de té y más tranquila.
-¿Cuál fue el relato que más trabajo te dio y de cuál te sientes más orgullosa?
“Pillowtalk”, definitivamente. De hecho, la editorial me pidió que le diera unos giros de tuerca y lo afinara, porque así como estaba no funcionaba. Le cambié toda la estructura, fortalecí la ambientación. Lo ligué más con los eventos del Gran Cometa y me obsesioné con diferenciar entre las dos voces narrativas. Sí me tardé. Me siento orgullosa de “Sangre de parvada” porque es el más ligado a mi infancia, y reconstruir el recuerdo no fue sencillo. Es el cuento que más guarda secretos, que más te hace adivinar qué está pasando. El elemento sobrenatural de este relato te hace batallar para entenderlo. Es, aparte, el cuento que me hizo ponerme a trabajar en un manuscrito nuevo, más centrado en el folk horror y el imaginario del altiplano mexicano.
![Alicia Mares (Foto: Carlos Enrique Paez Rioja)](https://www.librosyletras.com/wp-content/uploads/2024/04/Alicia-Mares-foto-de-Carlos-Enrique-Paez-Rioja-530x1024.jpg)
-¿Cuáles son tus referentes en el género del cuento?
Aparte de las autoras que mencioné anteriormente, no puedo dejar de leer a Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Luciano Lamberti y Tomás Downey. Me obsesiona el cuento argentino contemporáneo. Igual, siempre vuelvo a los clásicos como Bradbury, García Márquez y Rulfo. En cuanto a estadounidenses, me fascinan David James Poissant, Karen Russell, Julia Elliott y Shirley Jackson.
-Para ti, ¿qué es lo más importante que debe lograr un cuento de terror o de ficción extraña?
No diré cosas manidas como escalofríos en la espalda o momentos de parálisis abyecto. Creo que lo más importante que debe lograr un cuento semejante es persistir en la memoria, hundirse de manera irremediable, no como una astilla sino como un tumor que palpita. Si estás haciendo cualquier cosa en tu rutina, trabajando, manejando, doblando la ropa, y de repente te acuerdas del cuento, de una escena particular, de la sensación que tuviste en ese instante de lectura, ese es un buen cuento de terror. Eso me gustaría lograr.
-¿Qué puedes contarnos sobre tus próximos proyectos?
Bueno, ya hice spoiler unos puntos más arriba, pero estoy trabajando simultáneamente en tres manuscritos diferentes (lo sé, es una locura). Por un lado está Helado de flor de cempasúchil, que ya acabé gracias a la beca del FONCA. Ese manuscrito tiene cuentos de realismo mágico, medio cursis. Sus factores sobrenaturales van mano en mano con reflexiones sobre el luto y la memoria, la conexión entre abuelos y nietos, todo enmarcado por el Día de Muertos. Por otro lado, está Antojo de tormentas, que son cuentos más largos y completamente de ficción especulativa, ambientada aquí en México. Estamos hablando de lluvias ácidas sobre la Basílica, sociedades caníbales, planetas que dejan de rotar y águilas mecanizadas gigantes. A ese todavía le falta un poquito de trabajo, es muy ambicioso. Finalmente, está Nahualli, que va más por la ruta del folk horror e igual destaca la figura de distintos animales que me agradan (axolotes, coyotes, lechuzas, alacranes). Lo escribí este año, que he estado viviendo en Tlaxcala y me he conectado más, como dicen, con mis raíces. Todo comenzó cuando papá me contó el cuento de la bruja vampiro, la tlahuepoche. No esperaba ser cuentista ni que me surgieran proyectos así de rápido, como si me correteara el diablo. Pero al final del día, cuando ya trabajé, les di de cenar a mis gatos y leí un rato, he descubierto que sentarme a escribir es el mecanismo ideal para incentivar los sueños y las pesadillas.