Alfonso Carvajal habla de su exitosa novela
El desencantado de la eternidad testimonio literario
de las fiestas de San Pacho
Por: Jorge Consuegra
Alfonso Carvajal, es el cartagenero más cachaco que hay en Colombia. Obviamente recuerda con especial cariño al “Corralito de Piedra”, las calles ardientes de Chambacú con sus casitas multicolores y los niños jugando a pie limpio, eternos partidos de fútbol que casi siempre terminaban en increíbles peleas. Cuando la familia resolvió cambiar de residencia y anclarse en Bogotá, todo cambió para Carvajal; ya no era únicamente el clima aplastante de la amurallada el que le hacía falta, sino todo lo demás, sus amigos, la ida a la playa, los deliciosos jugos de níspero o los “raspados” multicolores que se comía como si fueran los últimos de su vida.
Ya en la capital la vida era otra cosa; el ruido, las calles inundadas de gente, los pitos, los carros, el colegio lejano, las tareas…Y siempre a su lado los libros; jamás dejaron de ser su gran compañía, siempre fueron sus amigos, sus cómplices en su soledad; los cuidaba con una enorme ternura y siempre acudía a ellos cuando iba a escribir una nota para el periódico o cuando preparaba una charla con sus amigos o cuando se atrevía a escribir sus cuentos iniciáticos.
Primero probó con la poesía, luego con los cuentos, para terminar con las novelas. A estas últimas les dedicaba todo el tiempo del mundo; escribía incansablemente y luego las dejaba reposar a lo largo de días y semanas y hasta meses. Y así, con esa disciplina publicó Hábitos nocturnos que, personalmente, creemos que es una de sus novelas mejor logradas, no sólo por el tema, sino por su excepcional lenguaje, el tono, el ritmo, pero especialmente por su personaje central.
Y ahora que la Unesco ha declarado las fiestas de San Pacho como Patrimonio Cultural de la Humanidad, Carvajal se ha regocijado consigo mismo, pues su novela El desencantado de la eternidad fue escrita pensando en ese especial personaje que tanto reverencian los afrodescendientes de Chocó (Colombia), el departamento de enormes y maravillosas negritudes y en donde Carvajal, como enviado especial, escribió inolvidables crónicas que más tarde se publicaron en el diario El Tiempo.
Entonces aprovechando la noticia de la Unesco, dialogamos con el periodista y novelista sobre su obra.
– ¿Se sorprendió con que las Fiestas de San Pacho fueran declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?
– Aunque no es una decisión de literatos, más bien de antropólogos, no me ha sorprendido, porque es la hibridación que ha producido la imagen del mito San Francisco de Asís en América con la expresión africana más auténtica de un pueblo que se refleja en los ámbitos del carnaval.
– ¿Qué tienen de especial estas fiestas?
– Reúne la música, en especial los ritmos de la chirimía; el misticismo y la corporalidad sensual de la raza negra. Además, a través de los disfraces se hace una crítica a la exclusión que han sufrido los pobladores del Chocó; primero por los conquistadores españoles, luego por los blancos de la gran provincia del Cauca y finalmente por los dirigentes negros que han manejado el Chocó en un concubinato fatal con el centralismo político.
– ¿Por qué han perdurado tanto tiempo en la memoria, especialmente de los chocoanos?
– Por la superstición, la tradición familiar, heredada por siglos; la relación de rebeldía y la creencia religiosa han ayudado en ello. Es el sentimiento más libre y mágico de la chocoanidad.
– Usted escribió una novela al respecto ¿cómo surgió la idea de escribirla?
– La idea nació después de haber vivido intensamente las fiestas. Es decir, de haber navegado con devoción y delirio en el corazón de San Pacho y el pueblo chocoano; en el plano literario prevaleció la intención de plasmar una experiencia poética en una fragmentada aventura narrativa.
– ¿Es coincidencial la publicación de la novela y la declaración sobre ese Patrimonio tan especial?
– No es coincidencial, es más bien azarosa. El desencantado de la eternidad fue mi ópera prima. La publiqué en 1994, hace 18 años. A raíz de la traducción al italiano que realizó Viviana Rivera como tesis de grado para la Universidad de Udine, se realizó la segunda edición el año pasado. De otro lado, el 4 de octubre que es el día de mi nacimiento se celebra el día de San Francisco de Asís, y eso le descubrí allá. Ese hecho me emparentó con el santo y con la idolatría que le profesan los pobladores de Quibdó.
– ¿Cómo ha sido acogida su novela entre sus lectores?
– Unos se han sorprendido, porque no conocían el origen de las fiestas. Y otros se han asombrado con la travesía irreverente de San Francisco en este pedazo de selva de Suramérica. Un ex sacerdote, un poco irritado, me dijo que ya la había y la había olvidado. Ese comentario me confirmó que la novela iba por buen camino.