El poeta del corazón

Por: Gloria Cepeda Vargas/
 
I Parte
El próximo 30 de Octubre se cumplirán 101 años del natalicio de Miguel Hernández Gilabert, uno de los poetas mayores de la España contemporánea. Nacido el 30 de Octubre de 1910 en Alicante, provincia de Orihuela en el Levante español, era hijo de Miguel Hernández Sánchez y de Concepción Gilabert Giner, campesinos dedicados al pastoreo de cabras y al laboreo de la tierra. 
Aunque ubicado tradicionalmente en la generación del 36, mantuvo una proximidad cronológica e histórica con la generación anterior, hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como Genial epígono de la Generación del 27. 
Este poeta singular que según palabras de Pablo Neruda Tenía la cara como una patata recién sacada de la tierra, es el mismo muchacho campesino enamorado para siempre de Josefina Manresa a quien canta así: Una querencia tengo por tu acento/ una apetencia por tu compañía/ y una dolencia de melancolía/ por la ausencia del aire de tu viento (“El rayo que no cesa”). 
El paso del tiempo afina su voz. Su obra poética nacida entre breñas y aguas duras, floreció sola. Hijo de labradores dedicados al comercio de los rebaños que constituían el único patrimonio familiar, surgió como un iluminado en esos suelos de injusticia. Mientras cuidaba de las cabras, escribía. Por eso la tierra que lo vio nacer supo cómo y hasta dónde fue saqueado por el sentimiento y la palabra. 
Sus primeras influencias literarias parecen venir de Virgilio y Garcilaso. Después leería ávidamente a Juan de la Cruz, Gabriel Miró, Paul Verlaine, Cervantes, Quevedo, Góngora y otros hasta llegar a los representantes de la fértil Generación del 98 como Antonio Machado y luego, de manera especial, a Juan Ramón Jiménez quien para entonces ejercía un magisterio indiscutible entre los poetas de la Generación del 27. 
Sus primeros poemas fueron publicados en periódicos y revistas oriolanos cuando tenía 18 años de edad. A medida que transcurría el tiempo, el ambiente del pueblo le iba siendo más estrecho. Entonces, animado por sus amigos, en 1931 decidió viajar a Madrid para darse a conocer. Pero el choque con la vida citadina lo perturba y entonces escribe: Iba mi pie sin tierra ¡qué tormento!/ caminando en la arena y en los pisos/ con un temor creciente, su sobresalto/ que aumentaban los timbres, los avisos/ las alarmas, los hombres y el asfalto. 
Estos versos denuncian claramente el choque anímico que experimentó durante el año que debió permanecer en Madrid. Fue un tiempo de soledad, de desencanto y sobre todo de grandes carencias económicas. Entonces decidió volver a su pueblo. Ya en Orihuela, empezó a escribir su primer poemario: Perito en lunas, un libro de clara influencia gongorina, resuelto en octavas reales con gran dominio de la metáfora. Publicado en Murcia en 1933, fue ignorando por la crítica aunque suscitó elogiosos comentarios de Federico García Lorca y de los obreros y campesinos de la Universidad Pública de Cartagena, quienes lo consideraban un juglar. 
1934. Tocado por la simbología ascética de Calderón, escribe y publica bajo la dirección de Ramón Sijé el Auto Sacramental titulado Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras. Con este libro viaja por segunda vez a Madrid y en esta oportunidad la ciudad lo recibe mejor. Entabla amistad con Federico García Lorca, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, María Zambrano, la pintora Maruja Mallo, Delia del Carril y sobre todo con Pablo Neruda y Vicente Aleixandre. La cercanía de estos dos poetas, lo introduce en las corrientes vanguardistas de la época, palpa lo que significa el surrealismo en la literatura del momento y es factor definitivo para el cambio que empieza a operarse en su manera de pensar y escribir. Hasta ese momento es un muchacho tímido que escribe bajo la influencia del exacerbado catolicismo de Ramón Sijé. En adelante empezaría a tomar forma lo que con el tiempo sería identificado como su estilo literario y su pensamiento político.

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