Árbol de letras, soy
Ramiro Lagos (Colombia)
Santander entre rocas de su racial baluarte
deja ver que es de letras su árbol evocado.
Allí las hojas se abren como voces doradas
Bajo el sol de la aurora y el sol de los venados.
Yo soy un viejo tronco de lejanas raíces,
reconozco mi nombre entre lagos y castros.
Fui de raza telúrica, la carabela en tierra
Y de la raza guane, soy su rojo penacho.
Árbol de luz me hicieron levíticas escalas
con vocación de rapto mirando a las estrellas.
Me alboricé entre rocas de amurallados claustros
y me crecí en el tronco musgoso del asceta..
Árbol fortalecido por el tesón del sino
plantado en tierra dura, plantado en tierra épica
Allí nació mi brazo que se agitó en el viento
Y sin bajar su tono mi brazo aún increpa.
Yo soy entre arrayanes, el árbol de alta copa,
donde se para el cóndor a medir sus distancias
abranzando el espacio entre sombras gigante:
Yo soy condorizado, árbol viejo con alas.
Yo soy el árbol épico, el árbol de las letras,
que extendiendo su ramos del saber se agiganta
bajo su manifiesto: ¡ni un paso atrás! y siempre
¡Adelante!, ¡adelante!, con la tenaz vanguadia.
Yo soy, cual se pregona, del árbol, copa lírica,
ella árbol de las letras, que camina y avanza
con sus brazos abiertos bajo libres banderas,
libremente en su ritmo, libremente en su marcha.
Yo soy el árbol cósmico de la hermandad, y canto
al sol del venados, al sol de las fogatas.
al sol de más arriba , al sol de más abajo.
Le canto al Cristo roto, y a la hermandad humana.
Soy del árbol la rama que se alarga sus brazos
Y aquel sangriento leño de efigie nazarena.
Soy árbol que cae, más pronto se levanta
hasta que el pueblo sepa que la justicia llega.
Yo soy árbol de otoño de florecidos ramos
Sin las hojas caídas de un otoño cualquiera.
Las hojas voladoras de mis antologías,
no han caído del todo, mis hojas, vuelan, vuelan.
Yo soy un árbol lírico y del mester soy épico
con el legado clásico, yo, árbol, crezco en letras
y antologando hojas libres y libertarias,
soy un poblado árbol de voces mensajeras.
Seré ciprés, en suma, pero de ramos cósmicos
que se elevan al cielo a cantar las plegarias
por los que están abajo, por los que están arriba
a la sombra del árbol inmortal de las almas.
Nota: envíen sus poemas a culturalibrosyletras@gmail.com