Clemente G. Novella Autor de ¿Dónde está Dios papá?
Lo que se hace actualmente no es educación: es adoctrinamiento
Lo que se hace actualmente no es educación: es adoctrinamiento
Que cada cual es libre de leer y de dejar de leer lo que quiera, faltaría más… El ateísmo no es ninguna nueva religión, así que no tiene una lista de libros o un único libro que haya que leer imperativamente
– ¿Se ha estigmatizado a los ateos en el mundo?
– Sí, seguro. Creo que todavía se sigue relacionando ser ateo con no tener principios. Y eso es una barbaridad. Yo no tengo ningún dios, pero tengo conciencia de lo que está bien y lo que está mal en mis relaciones con mis semejantes. Los principios éticos podemos imponérnoslos nosotros mismos sin necesidad de suponer que ningún dios nos los ha imbuido mágicamente, ni de creer que ese dios nos castigará si no los cumplimos.
– Si se cree en Dios se es bueno, sino, eres malo o inmoral, ¿Es la religión la que determina la conducta de los niños, los jóvenes y las personas en general?
– Hay personas religiosas que se comportan éticamente y otras muchas que no lo hacen. Hay personas religiosas que son bellísimas personas y otras cuyo comportamiento merece largas penas de prisión. Parece claro que ser religioso y ser buena persona no son hechos relacionados.
– ¿Usted cree que Dios es un invento del hombre para evitar que haga cuestionamientos y se justifique, así, la existencia de la Iglesia? ¿O para que la Iglesia ejerza mayor control sobre la humanidad? – Creo que el dios del cristianismo (Dios) al igual que el resto de miles de dioses de la historia de la humanidad responde a unas necesidades básicas primitivas: alivio ante el miedo a la muerte propia (todos los dioses tienen el superpoder de hacernos inmortales), consuelo ante la muerte de seres queridos, explicación de la existencia del mundo y de sus criaturas (los dioses son los primeros intentos de ciencia, de explicar todo lo que vemos y sucede a nuestro alrededor)… Y, desde siempre, aquellas personas que han sido capaces de convencer a otras de que tenían “conexión directa” con los dioses, pues han disfrutado del control de esas otras. Pero no es un fenómeno exclusivo de la Iglesia católica, ni mucho menos.
– En uno de los capítulos del libro aborda el tema de la mujer, ¿considera que ha sido la religión la culpable de su marginación? ¿Lo sigue haciendo?
– Las religiones son una más de las muchas excusas, de las herramientas, que los hombres han utilizado desde siempre para subyugar a las mujeres. ¿Lo siguen haciendo? Por supuesto que sí, a las pruebas me remito.
– Si Dios existiera, ¿el mundo sería diferente y mejor?
– ¿Qué dios? ¿Cuál de ellos? ¿Cuál de los miles que la humanidad ha creado? Porque aunque todos comparten unos cuantos rasgos en común, cada uno es diferente, en función de la civilización o la época en la que nacieron. No se puede culpar a ningún dios de que el mundo esté como esté, ya que todos son frutos de nuestra imaginación. Pero sí se puede culpar a las religiones. Si éstas quedaran en el ámbito de lo privado y no intervinieran tanto en asuntos que nos afectan a todos, sí creo que el mundo sería diferente. Mejor, en mi opinión.
– ¿Cuál es la intención de este libro?
– Desde luego no es un libro escrito contra nadie, como a muchos religiosos les puede parecer antes de leerlo. No me gusta ser anti nada, por principios. No soy antidioses porque sería ridículo proclamarse enemigo de seres imaginarios. Sería como decir que soy Anti-Astérix o anti-sirenas de los mares. Y tampoco soy antirreligioso. Hay personas a las que sus creencias religiosas les hacen ser mejores seres humanos… ¡Magnífico! Pero hay otras personas que utilizan sus creencias religiosas contra los demás. Mi libro busca sacar a la luz los sinsentidos de las creencias religiosas en la medida en que esas creencias son utilizadas para quitar derechos básicos a otras personas. Un ejemplo: muchos utilizan su religión y su dios como excusa para no permitir el matrimonio entre personas homosexuales. Ahí es donde yo intervengo para cuestionar sus ideas prehistóricas. Por ejemplo, en Francia, acaba de aprobarse una ley que permite a los alcaldes negarse a casar a parejas homosexuales. Podrán declararse objetores de conciencia en virtud de sus creencias religiosas. No estaría de más que esos alcaldes, defensores de la “familia tradicional”, reflexionaran un poco sobre si la familia celestial a la que dirigen sus rezos se podría considerar “tradicional” según sus propios parámetros: una madre virgen, otro padre inmaterial que vive en algún lugar del cielo (¿en qué punto exactamente? ¿en la “diosfera”?), otro padre paloma… Y, además, nos cuentan que el padre del cielo, la paloma y el hijo son tres en uno. Por no hablar de José el carpintero, porque entonces la familia se complica aún más.
Sin ningún ánimo de ofender a nadie, cuando nos paramos a analizar, siquiera unos segundos, las historias que las religiones nos cuentan, cobran todo su sentido las palabras del novelista estadounidense Robert Pirsig: «Si algunos de los dogmas que nos inculcan las religiones nos los intentara hacer creer una sola persona, la llamaríamos loca». Sin embargo, son ese tipo de cosas las que los credos religiosos quieren que creamos sin posibilidad de discusión, de forma completamente dogmática. Y, lo peor de todo, quieren que vivamos nuestras vidas en función de sus historias increíbles.
– ¿Qué les dice a esas personas, creyentes, que se rehúsan a leer su libro o que inician su lectura, pero cuando avanza unas páginas lo dejan de lado?
– Que cada cual es libre de leer y de dejar de leer lo que quiera, faltaría más… El ateísmo no es ninguna nueva religión, así que no tiene una lista de libros o un único libro que haya que leer imperativamente.