Entrevista con Enrique Vila-Matas

Entrevista con Enrique Vila-Matas

“Voy modificando todo continuamente“

Por: Álvaro Castillo Granada* / Bogotá.

Este encuentro no estaba programado ni planeado. Surgió de improviso gracias a la complicidad y solidaridad de siempre de Zoraya Peñuela. Le había pedido que me ayudara nuevamente a que Enrique Vila-Matas me dedicara un libro como lo había hecho años antes en Cartagena durante un Hay Festival. No tenía tiempo de ir a la feria a verlo. Tenía que estar en la librería. De manera que ella se inventó este encuentro. Devoré su nueva novela, Mac y su contratiempo, como siempre hago con sus libros: deteniéndome a cada momento, pensando lo que me están contando, lo que estoy leyendo, intentando descubrir dónde está la clave, cuándo la anécdota o la cita de un escritor deja de ser cierta para ser más útil a la narración. Sin poder sustraerme a ese efecto hipnótico que tienen y ejercen sus libros: atrapar al lector y no dejar de causarle dudas para que no lo suelte hasta la última página.

Además quería agradecerle de alguna manera su extraordinaria Breve historia de la literatura portátil, libro que he releído no sé cuántas veces y que me permitió conocer a un grupo de autores que de otra manera no los habría encontrado. Miré en los estantes de la librería buscando un libro para darle hasta que éste salto a mi vista: una edición de poemas de Edgar Allan Poe, de la colección Orquídea, publicada en Buenos Aires, sin pie de imprenta ni fecha de edición. Traducida por A. L. Schauenberg. Perfecta para él. Además, literalmente, portátil. Cabía perfectamente en el bolsillo de un saco. Armado de esta, mi grabadora y mi libro partí a su encuentro, programado a las 11 am pero que se fue dilatando hasta casi las 12:30 del mediodía. El concepto del tiempo que no nos pertenece a veces no es fácil. Yo me ceñí a mi media hora.

Miré en los estantes de la librería buscando un libro para darle hasta que éste salto a mi vista: una edición de poemas de Edgar Allan Poe, de la colección Orquídea, publicada en Buenos Aires, sin pie de imprenta ni fecha de edición. Traducida por A. L. Schauenberg

Tomó de la mesa un vaso de agua (no sé si del grifo) y me preguntó:

-¿Ya está grabando?
-Sí. Enrique Vila-Matas: ¿Usted es un escritor que escribe mientras lee/lee mientras escribe?
-Eso es muy acertado. Soy un lector que escribe. No se puede decir de otra manera. Por otra parte en todos los libros, desde ya el primer momento, voy con otro libro que en aquel momento estoy leyendo y que hace parte de aquel que estoy escribiendo (lo comentó el crítico francés Maurice Nadeau). Pero a medida que escribo me alejo del libro que es el referente. Necesito el apoyo, el punto de orientación, que es un texto, un libro, para el comienzo. Para empezar. Aparece mi mundo y desaparece mi orientación. En este último libro, Mac y su contratiempo, el punto de orientación ha sido un libro mío por mi primera vez: Una casa para siempre, que es un libro antiguo.

-¿Qué es primero en ese caso? ¿El deseo de escribir una historia que le llega, se le ocurre, planea o la lectura de un libro suscita esa historia, se encuentran las dos y se van complementando hasta hacerse una sola?
-No lo sé. Debería pensarlo porque hay tantos libros que han surgido de una manera y otros de otra. Depende del libro de que hablemos. Normalmente leer me produce ganas de escribir. Cuando leo algo que me gusta me conduce irremediablemente. Muchas veces releo algo que ya sé que me va a gustar. Lo hago y veo que no lo había leído de una forma adecuada. Es otra cosa. Lo vuelvo a pasar bien otra vez con esa lectura y eso produce, a veces, que la atmósfera del autor me lleva a querer empezar a hablar de mi propia atmósfera. Empiezo a escribir. Me recuerda que eso me gusta mucho: leer y entrar al mundo de las historias. Con el tiempo más que antes. Ahora, de alguna forma, soy bastante señor de lo que he hecho, tengo un mundo que ya está explicado ahí, o en desarrollo todavía; que ya es aquello que me divierte aún más, donde manejo cosas que son muy personales, que están a mí disposición, que he inventado yo mismo, que están a mi disposición, para mí. Y eso hace que cada vez sea más atractivo escribir. Y no digamos leer…

Mac y su contratiempo de Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo de Enrique Vila-Matas

-Mac dice en un momento de la novela: “Lecturas que dejan un rastro para siempre”. ¿Recuerda alguna de esas lecturas para usted?
-Las que me sorprendieron mucho, porque no sabía que se podía escribir de esa forma, se remontan a mi primera etapa de lector. En concreto Salvador Dalí, en El mito trágico del Angelus de Millet, donde centra todo en un cuadro. Y a partir de ese pretexto lo ve en todas las cosas. Comenta el mundo a través de una pintura. Y eso me abrió el camino de Historia abreviada de la literatura portátil, donde con la idea de que hay una literatura que se mueve y unos personajes son portátiles (que no significa nada), monto un libro entero a través de algo que es muy vago pero que es una sola cosa. Comento el mundo gracias a eso. Otras lecturas fueron el Diario de Gombrowicz y un libro de Alberto Savinio: Maupassant y el otro, me abrió también el camino porque era un ensayo narrativo y una biografía de Maupassant. Pero jugaba como en Tristram Shandy, de Laurence Sterne, con las notas a pie de página. Un libro muy libre para entendernos. Y, sobre todo, Locus Solus, de Raymond Roussel: el descubrimiento de que se podía hacer aquello tan loco, tan impresionantemente alucinante, contar un paseo por un parque de invenciones. Jamás había pensado que se podía hacer porque la literatura española no se había acercado a algo así hasta entonces. Y también Robert Walser, cuando leí Jakob von Gunten, fue decisivo porque no podía creer lo que leía: el diario de un hombre que quería ser sirviente y que parecía que hablaba como si fuera en broma, pero que no lo era. Lo decía de verdad: aspiraba a ser un cero a la izquierda. Esto también fue decisivo.

-Ahora que nombra a Savinio, hay otro libro de él que me parece excepcional: La nueva enciclopedia.
-Siempre he pensado si yo pudiera hacer algo parecido. Sería montarse una enciclopedia tuya, una biblioteca personal, y decir lo que piensas del mundo. Igual algún día lo hago. Es fantástico el género: decir el mundo yo lo veo así. Un libro magnífico.

-¿Qué otros diarios acompañaron e influyeron en la escritura del diario de Mac?
-Solamente los diarios ya leídos. Soy muy lector de diarios. Estaba leyendo los de Emilio Renzi, los de Piglia… Pero no influían en lo que escribía. Y también leía el de Harry Mathews, Veinte líneas por día. No leía muchos diarios mientras escribía este diario.

-Ya tenía un bagaje de lecturas de diarios que lo acompañaban…
-Sí. Por otra parte hay un referente de un libro mío, Dietario voluble, que es un libro que pienso tiene mucho que ver con este libro.

(En este momento, Enrique Vila-Matas, se toma el vaso de agua como lo hago yo también: de un envión. Entero)

Yo digo que siempre escribo desde el espacio del ensayo. No quiere decir que sea un ensayista sino que escribo con una voz que es la del ensayista o la del poeta (no digo tampoco que sea un poeta). Utilizo una voz que aparece y reaparece en todos los libros

Enrique Vila-Matas
Enrique Vila-Matas

-Mac dice también: “las novelas que me gustan siempre son como cajas chinas, siempre están llenas de cuentos”. ¿Cuáles son las primeras que recuerda?
-No sabría decir en este momento. Yo mismo, en Una casa para siempre, había jugado con esta idea de diez cuentos que constituían una novela al mismo tiempo. Supongo que la lectura de la Antología de la literatura fantástica, de Borges, Bioy y Silvina Ocampo

-En esta novela se analiza y comenta un libro de cuentos que se quiere reescribir. Se dice qué se le cambiaría a cada uno. Es un ensayo dentro de la novela. Se hace crítica literaria dentro de ella. ¿Cuándo encontró esa manera de contar?
-Parte de los autores que te comentado y parte de los ensayos ingleses (que me gustan mucho). Por ejemplo los ensayos de William Hazlitt que, siempre si observas, suele poner una anécdota al comienzo de su ensayo y con esta atrapa un poco al lector porque es narrativo. Y después desarrolla el tema. Es una manera de escribir. Yo digo que siempre escribo desde el espacio del ensayo. No quiere decir que sea un ensayista sino que escribo con una voz que es la del ensayista o la del poeta (no digo tampoco que sea un poeta). Utilizo una voz que aparece y reaparece en todos los libros. De manera que tiene una continuidad y hace que haya lectores. Y los lectores, que son como adictos a lo que hago, siguen esa voz bajo diversas formas y avatares distintos.

-“Hay cuentos que se introducen en nuestras vidas y prosiguen su camino confundiéndose con ellas”. ¿Qué cuentos recuerda de esos?
-Es una frase que da para muchas cosas. Son aquellos cuentos que nos persiguen después. Por poner un ejemplo: “Luvina”, de Juan Rulfo. Donde la tristeza es superior a todas las tristezas. Se confunden con nuestras vidas porque forman parte de lo que nos ocurre después. Trata aquí de explicarse, un poco de anunciarse, que a Mac le van a pasar cosas que van a formar parte de lo que él quería escribir y no había escrito. Lo que quería modificar del cuento del vecino y que la vida se las modifica. Y las vive él.

-El cuento de Carmen, por ejemplo, donde se encuentra con la que ahora es su esposa.
-Sí. Es una cosa que pasaba en un cuento famoso de Cortázar, donde él está leyendo la historia de alguien que lo van a matar y oye los pasos en la escalera del asesino que va subiendo.

-“Continuidad de los parques”.
-Exacto. Además hay otro en este libro que describe esto: “El efecto de un cuento”. Un niño que descubre la muerte al oír el cuento que cuenta su madre.

-Hay autores que a lo largo de su vida /obra lo acompañan: Robert Walser, Witold Gombrowicz, Walter Benjamin, Georges Perec, Michel Leiris, entre otros. Pareciera que existiera algo que los atrae entre sí a todos estos autores “raros”. Es una continuidad. ¿No le parece?
-Sí. Además no cambian. Es como una sociedad de amigos que no varían demasiado. Nadie se da de baja. Aparecen y reaparecen bastante. El crítico de Letras Libres, Christopher Domínguez Michael, explicó que lo que yo había hecho era “crítica desde la narrativa porque había creado un canon literario distinto del oficial”. Y si te digo la verdad, nunca tuve esta intención. Eran los autores que me gustaban. Al principio, incluso, pensaba que eran los autores que le gustaban a todo el mundo. Después me di cuenta de que eran un canon heterodoxo conforme a los cánones oficiales. Sí es apasionante ejercer la crítica desde la narrativa.

-Ese canon es el que va a aparecer, por ejemplo, en Historia abreviada de la literatura portátil. Hace a los lectores descubrir autores. A mí, por ejemplo, me descubrió a Roberto Bazlen.
-De Bazlen he leído después los informes que hacía para su editorial. Hablaba muy mal de casi todos los autores. En sus informes era implacable. Hablaba mal de escritores consagradísimos y contra libros extraordinarios. Por poner ejemplos: Robbe-Grillet y Robert Musil. Con el tiempo es que me ha interesado mucho en un aspecto suyo: al no escribir en realidad se dedicaba a escribir en la vida. Se dedicaba a modificar, por ejemplo, las relaciones de las personas que conocía. Tratar de que se casaran uno con otro. Cosas de este estilo. Liaba todo. Precisamente, alguien que tenía que haber escrito y al no escribir, se dedicaba a interferir en la vida de los demás. A escribir en la vida.

-Usted inventa citas que incluye en sus textos. Estas citas abren nuevas posibilidades de lectura. ¿Cómo empezó a hacer esto y por qué? En un libro, por ejemplo, le atribuye una cita a Marguerite Duras y en este, por ejemplo, a Nathalie Sarraute.
-En el caso de Mac le hago equivocarse.

-¿Es a propósito?
-Sí, todas las veces. Para distanciarme mucho de Mac porque es un personaje. Le hago decir que no le gusta el noruego Knausgård cuando yo no lo he leído. No puedo opinar sobre él. Las citas no sé todavía por qué lo hago pero continúo. Incluso a veces en una entrevista, en algún momento contestando preguntas, voy y hago una referencia hacia un libro o algo que relaciono con los que hablamos. Forma parte de la textura habitual de lo que hago. Relacionarlo con algo que leído en lugar de haber vivido. Aunque yo creo que leer es vivir. Muchas cosas que leo son una experiencia como las que vivo. Por tanto también forman parte de la vida. Hago que las citas, últimamente de forma más natural que antes, aparezcan con más sentido, con más lógica tienen su aparición ahí. Empecé a escribir más citas inventadas porque me lo criticaban tanto en mi país, en concreto. Cuando querían encontrar algún defecto veían el punto débil en las citas. Cuando tú quieres hablar mal de alguien buscas saber cuál es la anomalía. Por ahí han atacado. Pero he continuado. Aún no sé por qué lo hago. Sí es verdad que como atacaban decidí aumentar muchas citas, con lo cual demostrar que era escritura mía. Que no eran citas sino que era mío. Y he seguido por ahí pero tampoco se han enterado. Ahora, hay una cita inventada que me causó trastornos porque, no me di cuenta, en un párrafo que cité de Macbeth, de Shakespeare, la traductora inglesa me escribió preocupadísima porque había incluido un verso dentro de dos versos de Shakespeare. Lo había hecho solamente porque al párrafo siguiente quería enlazarlo con una frase y me iba bien meter aquello en medio. No lo hice por desafío. Claro, en inglés era unos versos extraordinariamente conocidos… Y aquel verso mío le dije que lo sacara. Sí que tenía un sentido porque trataba de que ese verso enlazara con la primera línea del párrafo siguiente. Al quitar el verso mío perdió el sentido la narración. Eso explicaría porque esas citas inventadas a veces son necesarias.

(En este momento Vila-Matas se bebe, también de un sorbo, una taza de café que le trajeron hace un rato. La mía se sigue enfriando)

Hay gente que cree que es escritor pero no escriben ni bien ni son escritores. O a alguien le gusta mucho decir que es escritor pero no sabe lo difícil que es la escritura

-¿Por qué es tan importante la repetición?
-En el libro el tema es la repetición y la diferencia. Siempre que repites es otra historia. Igual que cuando recordamos, siempre lo recordamos distinto del mismo recuerdo. El libro es un comentario a que toda la historia de la literatura es una repetición constante del texto original que desconocemos.

-¿Por qué Mac dice en un momento que “escribir es dejar de ser escritor”?
-Esto viene de muy lejos. En un texto que escribí para una publicación francesa quería explicar que una cosa era ser escritor y la otra ponerse a escribir. Hay gente que cree que es escritor pero no escriben ni bien ni son escritores. O a alguien le gusta mucho decir que es escritor pero no sabe lo difícil que es la escritura. Entonces el traductor tradujo mal el título y lo tituló: “Escribir es dejar de ser escritor”. Pero tuvo un éxito enorme esta frase. En este libro la desarrollo mucho porque trato de decir, a través de este aprendiz que es Mac, que nunca acabamos de escribir lo que quisiéramos escribir. Y por lo tanto pongo en duda que se escriba. A veces no se entiende esto… La frase viene de una frase de Marguerite Duras que era más compleja: “Escribir es tratar de saberlo que escribiríamos si escribiésemos”. Lo que significa que no escribimos. No llegamos a escribir. Si escribiéramos sabríamos muchos más cosas de las que sabemos.

-Y una última pregunta: ¿Tiene vocación de modificador?
-Sí, mucha. Cuando veo los informativos de televisión modifico la noticia porque sé lo que hay detrás, lo que pretenden hacernos ver: una cosa que es otra… Voy modificando todo continuamente. Leo un libro de otro y siempre estoy modificando la historia porque lleva a otra parte. Soy un lector activo. No sé si hará lo mismo el lector que no escribe…

-Ahora voy a hacerle un regalo portátil, con la condición de que se lo lleve-le dije antes de extenderle mi libro para que me lo firmara.
-Saqué de mi bolsillo el libro de poemas de Poe. Lo miró con atención. Lo examinó detenidamente.

-Pues no lo tengo y no lo había visto. Y tiene los dos poemas de Poe que me son más queridos: “El cuervo” y “A Helena”. Qué lindo… Debe ser de los años cuarenta… Dedícamelo tú para recordar quién me lo regaló –me dijo devolviéndomelo.
-Bueno, pero usted me dedica el suyo.

Y así fue…

Después nos tomamos una foto. Mi mano señalando el libro en el bolsillo de su saco. Los dos sonriendo.

Álvaro Castillo Granada y Enrique Vila-Matas
Álvaro Castillo Granada y Enrique Vila-Matas

*Álvaro Castillo Granada. Librero, escritor y editor.



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