Entrevista con Pablo Di Marco

Pablo Di Marco

Ganador de la Bienal de Novela José Eustasio Rivera

Mi padre jamás me obligó a que leyera un libro…
bastó con su ejemplo

Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)
Parte I

Lo que debo confesar, sin ningún tipo de vergüenza, es que no tenía ni idea de quién era Pablo Di Marco, sino que un día cualquiera, Gustavo Álvarez Gardeazábal, “la voz de hierro” del programa radial “La Luciérnaga” que se emite por Caracol Radio, me envió una nota en donde literalmente se deshacía en elogios hacia la novela Tríptico del desamparo cuyo autor era el argentino Di Marco quien se había alzado con la Bienal de Novela “José Eustasio Rivera” que lidera desde hace tantos años Guillermo Plazas Alcid desde Neiva (Colombia). 
Me decía en su mensaje el escritor y periodista que “está tan bien escrita, que dan ganas de leerla una y otra vez. El tema es excepcional y vale la pena invertir el tiempo que sea saboreándola”. 
Le pedí todo tipo de datos del autor y lo único que pudo lograr fue su dirección-e que me envió de inmediato y yo hice lo propio para escribirle, le envié un cuestionario y Di Marco respondió en seguida; pero mientras las respuestas llegaban, entré en contacto con Isaías Peña el incansable trabajador cultural, director del Taller de Escritores de la Universidad Central y alma y nervio de la Bienal de Novela, para conocer un poco más tanto del novelista argentino como de su obra. 
Ya con algunos datos logré conocer más de este Tríptico que dará mucho de qué hablar en Colombia y, no lo dudo un solo momento, en toda América Latina. 
– ¿Recuerda el primer libro que tuvo en sus manos? 
– No recuerdo puntualmente cuál fue el primer libro, pero tengo recuerdos y sensaciones que me remiten a Marco, de los Apeninos, a los Andes, que si no me equivoco, era un maravilloso cuento largo incluido en el libro Corazón de Edmundo De Amicis. Su pregunta también me trae a la cabeza las historias de Sandokán, el tigre de la Malasia, escritas por otro italiano Emilio Salgari, que jamás en su vida puso un pie fuera de Turín, sin embargo podía describir el mundo mejor que el mayor viajero. 
– ¿Quién lo inició en este fantástico mundo de las letras? 
– Fue mi padre. Jamás me obligó a que leyera un libro, bastó con su ejemplo; aun hoy cuando pienso en él lo veo sentado en un sillón del living con un libro en la mano. Sus pasiones eran las tragedias griegas y las enciclopedias. Cuando no sabía qué leer, tan solo abría un tomo cualquiera y se pasaba horas dejándose sorprender por lo que la enciclopedia le ofrecía. Yo, siendo niño, lo veía tan feliz e interesado que no podía dejar de pensar que algo interesante debía ocultarse en esos armatostes de cartón y papel. 
– ¿Qué novela recuerda con especial cariño? 
– Los miserables. Mi comprensión del mundo fue otra después de leer esa obra. Nadie puede ser el mismo que era antes después de leer Los miserables. Recuerdo que el empleado de la librería que me vendió los dos tomos me dijo: «No vas a leer un libro, vas a vivir una aventura». No se equivocó. 
– ¿Cuándo se «atrevió» a escribir sus primeras letras? 
– Mis primeras letras las escribí en la escuela, siendo un chico. La escuela no me resultó nada fácil. Los únicos momentos en los que sentía que no perdía el tiempo y tenía algo para aportar era cuando la maestra de literatura nos daba la posibilidad de escribir una redacción. 
– ¿A qué novelas siempre recurre una y otra vez? 
– Suelo releer a Borges, siempre aporta nuevas respuestas. Pero la verdad es que no releo demasiado y la razón es simple: varios años atrás me prometí que una vez que cumpla sesenta años ya no iba a leer nada nuevo, tan solo me limitaré a releer las obras que me enamoraron. Por lo tanto cuando veo los lomos de La guerra y la paz, La fiesta del Chivo, Vida y época de Michael K, Viajes con Heródoto, y tantos más; les digo por lo bajo: «Ténganme paciencia que en poco tiempo estoy de vuelta con ustedes». 
– ¿Qué protagonistas literarios -femeninos y masculinos- recuerda con especial cariño? 
– El primer nombre que me disparó su pregunta es Julián Sorel. Lo tengo incluso más presente que a Sthendal; como si Julián fuese un personaje real y el autor de Rojo y Negro apenas la ocurrencia de un autor menor. También pienso en Holden Caulfield (llegué a pensar que Salinger se había basado en mi adolescencia para escribir ese personaje), y en Juan Dahlmann el protagonista del cuento de Borges: “El Sur”. Vuelvo a ese cuento con la esperanza de que en alguna relectura el destino no sea tan despiadado con las mínimas distracciones del pobre Dahlmann. 
– ¿Cuál fue la primera idea para escribir Tríptico del desamparo? 
– Ernesto Sábato solía decir que las novelas se escriben sobre las ruinas de las novelas anteriores. En el caso de Tríptico del desamparo esa afirmación es totalmente cierta, ya que el libro nace a partir de algunos caminos que dejé de lado en mi anterior novela Las horas derramadas. Iniciar nuevas novelas es un buen modo de resignificar novelas anteriores. 
– ¿El ejercicio de escribir fue fluido o hubo algunos tropiezos en su escritura? 
– Mi proceso de escritura suele ser bastante fluido. No puedo decir lo mismo de mi proceso de corrección, que suele ser infinito hasta el punto en que debo obligarme (entre gritos y azotes) a abandonar la novela de una vez por todas. Nunca termino mis novelas, las abandono. 
– ¿Qué lo impulsó para decidirse a enviar la novela al concurso literario? 
– Tenía muy buenas referencias de los organizadores de la Bienal de Novela «José Eustasio Rivera». Sabía que era un concurso limpio, lo que no es poco decir a la hora de hablar de concursos literarios. Desgraciadamente jamás había podido participar ya que era un premio para autores colombianos. El día que me enteré que la Bienal se abría a autores extranjeros no dudé un segundo en enviar mis copias a Colombia. 
– ¿En lo más profundo de su alma, sabía que podía alzarse con el premio? 
– Sí y no. Sabía que tenía posibilidades de alzarme con el premio porque le tenía gran confianza a la novela. Sé que los tres años de trabajo que le dediqué no fueron en vano y me siento muy conforme con ella. Pero a su vez soy consciente que aun el concurso literario más limpio es una lotería, ya que hay otros buenos escritores que también participan con buenas novelas, y que el gusto del jurado más prestigioso e intachable está teñido de lógicas y comprensibles subjetividades. 
– ¿Ya está trabajando en la creación de otra novela? 
– Estoy dándole las puntadas finales a la corrección de Espiral, una novela que escribí en el año 2006. Lo que en un principio supuse sería la revisión de alguna que otra coma se convirtió en una corrección que ya lleva más de un año y medio de trabajo. Por suerte el trabajo está valiendo la pena. Si Espiral me regala el cincuenta por ciento de las satisfacciones que Colombia le regaló a Tríptico del desamparo me voy a sentir más que feliz.

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