Pájaros de verano es el nuevo libro de poesía de John Templanza Better. Una obra incluye cuentos, crónicas, novelas y textos polémicos en las redes sociales.
Pájaros de verano es el nuevo libro de poesía de John Templanza Better. Como su más reciente novela, Limbo, está hecho de retazos, de recortes, de mezclas y remezclas. Una especie de hip-hop a lo Mykki Blanco hecho poesía. Una inmersión camaleónica en distintos autores para sacar una joya propia; poesía que nos habla de la vida real del escritor, por decirlo así, y de su vida literaria, de lo leído. En este libro la estética del autor barranquillero aparece destilada; vemos cuál es el esqueleto —uno fosforescente y sólido— del que parte su obra que también incluye cuentos, crónicas, novelas y textos polémicos en las redes sociales.
En esta entrevista no es menos polémico, con su honestidad y visceralidad habitual ataca a algunos consagrados de la literatura nacional y reivindica a sus colegas del margen, o a los que se salen de este. También hay textos sobre sus amantes, éxtasis del momento y relaciones fallidas; lo efímero pero eterno del amor y sus demonios. Y no podían faltar los cantos a sí mismo, claro, a un universo muy particular construido con altas dosis de carácter y valentía. El trabajo de la editorial Mackandal es hermoso, impecable. Este libro es una buena muestra de calidad de esta empresa que trabaja por la difusión de autores del Caribe en varios géneros.
¿Cuál es tu método para escribir poesía? ¿Es muy pensada, razonada, o prefieres la escritura automática? ¿Inspiración surrealista, exploración del inconsciente o más bien mucho trabajo?
No hay método. Es brujería pura. Es la voz y las voces que vas desencriptando del interior de una caracola vacía (aparentemente vacía). Este libro es una jaula que abres desde adentro. Salir de ella es una decisión individual. Es un libro hermoso por fuera como todo lo bello. Por dentro es viscoso, a veces sombrío, a veces engañosamente luminoso. Es como un pájaro diseccionado: perturbador a pesar de su rigor mortis. Es, lo digo sin pudor, lo mejor que se ha publicado en poesía por estos lares en las últimas dos décadas.
Has escrito poesía, cuento, novelas, crónicas. ¿Te sientes más cómodo en algunos de estos géneros? ¿Cuál es el paso inicial o cómo empiezas a abordar cada uno? ¿Cuál crees que te sale más natural?
Sentirse cómodo sería lo último. Escribir es mi padecimiento. Eso de «sentirse cómodo» dejémoselo a la alcurnia literaria: Abad, Vázquez, Melbita «Escolar» y otres. Experimento en cada género literario. Mis libros son criaturas fuera de las sosas y limitadas realidades que proponen la mayoría de los autores contemporáneos. Yo voy más allá: lo mío es el triunfo de la imaginación.
En el libro haces homenajes a Lemebel, Kavafis, García Lorca, Gómez Jattin, entre otros. ¿Quién o quiénes de ellos te llegan más o con quiénes te sientes más identificado? ¿Hay otros que te influencien?
No sé si son homenajes. Es más un acto de invocación de estos autores. Traerlos de vuelta por medio de un conjuro o una sesión de espiritismo. Todos habitan en mí, quizás Lemebel tiene privilegios en esa casa derruida que es mi alma. Están los que cabían en esa jaula.
¿Cómo ves el panorama de la poesía y en general la literatura queer que se hace actualmente en Colombia?
Hay poetas como arroz con gorgojos; la escena del interior es lamentable. Tal vez hay dos o tres algo sensatos. Creo que en el Caribe se hace mejor poesía. En cuanto a lo queer no hay mucho de donde escoger, hay gente nueva emergiendo. En cuanto a les mariques del canon, son tediosamente aburridas, eso sí, bien publicitadas.
Mis libros son criaturas fuera de las sosas y limitadas realidades que proponen la mayoría de los autores contemporáneos
¿Y lo que se está haciendo en literatura en general en el país?
Hay buenos escritores que lamentablemente (al igual que yo) venimos trabajando duro en esto. Venimos con nuevas propuestas que no tienen la difusión que merecen. Es jodido no apellidarse Abad, Escobar, Franco, Vázquez o Kaputino. Pero los García, Concha, Ángel, Better, y otros, seguiremos en el ring.
Las ferias internacionales del libro son lo mismo siempre. Los mismos nombres y caras estreñidas. Los mismos riquillos y uno que otro que funge de socialista. Es el peor de los escenarios. Para la muestra los “Hays festival”, sangre de lagarto azul servida en fina cristalería. Los escritores mirándose de reojo, exudando odio y desempolvando antiguos rencores. Prefiero las ferias de ciudades pequeñas, veredas y pueblitos. Allí es otro mambo, una fiesta amena en donde terminas enculado por el amor de tus malandros lectores.
¿Crees que tu obra merece mayor reconocimiento?
Cándida Ferreira, docente brasilera de estéticas queer de la universidad de los Andes dice que sí debería tener eso del reconocimiento. Mejor así, de anónima, de narratriz plebeya que algunas almas oscuras leen. Además, “soy la desesperada, la sombra del amor fugaz; la que tuvo, y lo perdió todo. La que no se arrepiente de nada”.
Recomiéndanos poetas que te gusten y escriban en la actualidad.
John F Galindo, Kirvin Larios, Bibiana Bernal, Beatriz Vanegas, María Matilde Rodríguez.