Entrevista, Juan David Bastidas

No. 6.844, Bogotá, Miércoles 8 de Octubre de 2014 

Juan David Bastidas
una de las promesas jóvenes de la literatura colombiana 

Cuando me siento en un callejón sin salida, prefiero dirigir mi atención a otras partes de la historia y escribir al respecto 

Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras) II parte 
– ¿Cómo ve la literatura colombiana? 
– La literatura colombiana, para mí, resulta tan variopinta como pueden serlo las personas de nuestro país, o la misma Colombia en general, poblada de valles, costas, bosques y cordilleras. En Colombia existen toda una serie de géneros y autores diferentes, para todos los gustos e intereses. Tal vez, lo que hace falta en Colombia, más que buenos libros o buenos autores, son buenos lectores y, para poder formar lectores de ésta clase, tiene que existir, necesariamente, una motivación lo suficientemente fuerte, como para impulsar a las personas a acercarse a los libros y a convertir a la literatura, más que en un hábito, en un aspecto crucial de su vida. Personalmente, en lo que a literatura colombiana se refiere, me agradan las obras de Susana Castellanos de Zubiría, en especial su libro Diosas, brujas y vampiresas. El miedo visceral del hombre a la mujer. Así mismo, desde hace mucho tiempo he tenido la intención de leer María, de Jorge Isaacs; sin embargo, no sé si, tal vez por saber de antemano cómo termina la historia, siempre que tomo el libro, no paso de las primeras páginas; del mismo modo, siento curiosidad por el libro La otra raya del tigre de Pedro Gómez Valderrama y por Agustín Agualongo y su tiempo, del escritor e historiador nariñense Sergio Elías Ortíz. Finalmente, debo destacar el libro Secreto en la espiral de los tiempos del autor pastuso Luis Ángel Bolaños M., por quien guardo un especial aprecio, como escritor y amigo. 
– ¿Cómo surgió la primera idea para crear La tierra de las cordilleras
– Pasé varios años leyendo mitos y buscando nombres para mis futuros personajes, para lo cual, no solo me basaba en los términos que recopilaba de los diferentes libros de mitología que leía, sino que, además, revisaba diccionarios virtuales de idiomas como el quechua, el griego y el latín. Tenía varios nombres y muchos personajes, pero aún me hacía falta la historia, el argumento, la columna vertebral de mi novela. Una mañana, en una hora libre en el colegio, cuando tenía dieciséis años, tomé un cuaderno, destinado exclusivamente para plasmar en él cuanta idea podía emerger de golpe, con relación al libro, y dejé que mis manos, mi lapicero y mi imaginación volaran al mismo tiempo, dando así la primera pincelada de lo que sería La tierra de las cordilleras. Ese primer intento fue sencillo; sin embargo, el segundo resultó un poco más complicado, ya que, esta vez, tenía un escrito previo y me di cuenta que, desde ese momento en adelante, todo cuanto escribiera, debía tener continuidad, seguir un hilo argumental determinado, de acuerdo con lo que había narrado en aquel cuaderno, hasta ese instante. 
Ese primer relato, contrario a lo que muchos pueden pensar, no era para nada, el inicio de “ 
La tierra de las cordilleras, sino un relato que, a todas luces, parecía necesitar una historia previa, un argumento de peso que le sirviera de base; de cierta forma, era como si hubiera dado la primera pincelada desde el nudo del relato, más que desde el inicio. Por ende, cada uno de los escritos que siguieron a ese primer destello de creatividad, o bien estaban destinados a darle continuidad al argumento planteado, o buscaban describir la historia previa de los personajes, y los diferentes avatares que los habían llevado hasta el punto descrito en ese primer relato. La oportunidad perfecta para profundizar en la historia previa a aquel escrito inicial, surgió cuando, como tarea de la materia de Literatura, se nos solicitó escribir un texto que hiciera referencia a la amistad; yo me propuse escribir algo diferente, y decidí crear un pequeño escrito, con respecto a la experiencia de dos de los personajes de La tierra de las cordilleras, a través del cual describiera la manera en que los lazos de amistad, que unían a estos personajes, se fortalecían luego de superar una grave crisis. Si bien obtuve una alta calificación, lo que más rescato de aquella experiencia fue que terminó ratificándome algo que ya sabía: el estar seguro de haber elegido el sendero correcto para el resto de mi vida. Así que, simplemente continué escribiendo, hasta lograr identificar perfectamente cuál era la columna vertebral de mis relatos, cuál era el hilo que unificaba todo cuanto había escrito hasta ese instante, cuál era la historia detrás de mis personajes, la manera en que se conocieron y las razones por las que luchan en ese universo fantástico, que con tanto tiempo y esfuerzo, he logrado crear y he visto crecer, ya que, como afirman los humoristas de “El águila descalza”: “La obra es un ser vivo, que inicia gateando y termina corriendo”. 
– ¿Es una novela destina a un público joven o a toda clase de lectores? 
– Para mí, fantasía es fantasía, no me gusta catalogar éste género como exclusivo para niños, por tratarse de ficción, ni tampoco me agrada la idea de volver a fantasía “realista” o “para adultos” ya que, tal y como asegura Michael Ende en La historia Interminable, a su personaje, Bastián: “No le gustaban los libros en que, con malhumor y de forma avinagrada, se contaban acontecimientos totalmente corrientes de la vida totalmente corriente de personas totalmente corrientes. De eso había ya bastante en la realidad (…) Bastián prefería los libros apasionantes, o divertidos, o que hacían soñar; libros en los que personajes inventados vivían aventuras fabulosas y en los que uno podía imaginárselo todo”. Por consiguiente, La tierra de las cordilleras, es un libro destinado a todos aquellos que, igual que el protagonista de “La Historia Interminable”, al acercarse a un libro desean descubrir aventuras fabulosas, llenas de magia y emoción, que les enseñen a contemplarse a sí mismos, y al mundo en el que habitan, desde perspectivas diferentes y con ojos más despiertos. 
– ¿La novela pertenece a una primera parte de una saga de obras? 
La tierra de las cordilleras, es el nombre la saga de novelas, de las cuales, la primera lleva por título El jaguar dorado. Tal y como lo mencioné anteriormente, en el momento en que decidí volver a la Literatura el camino, el sueño, la meta y la motivación de mi vida, comprendí que un libro no era suficiente ni lograría alcanzar, para plasmar todo cuanto deseaba escribir. Tal y como asegura Cornelia Funke en Corazón de tinta: “Las historias nunca acaban, Meggie, aunque a los libros les guste hacérnoslo creer. Las historias siempre continúan, comienzan con la primera página, pero no terminan en la última”; en palabras de Michael Ende: “Toda historia es una Historia Interminable” ya que “Escribir, para mí, es una forma de experimentar la aventura de la vida”
– ¿Qué hace para escribir cuando la musa de la inspiración no llega oportunamente? 
– Como dijo Gustave Flaubert, “no importa gastar una semana en encontrar la palabra precisa”. Existen ocasiones en que pueden pasar semanas enteras, sin encontrar la inspiración para continuar con la historia y salir del giro imprevisto de las situaciones que surgen, a medida que el relato avanza. En esos casos, cuando me siento en un callejón sin salida, prefiero dirigir mi atención a otras partes de la historia y escribir al respecto, como una forma de distraer mi mente, para posteriormente, con las ideas más claras, regresar al “callejón”, para construirle una salida. Así mismo, he aprendido que Calíope, la Musa de la Poesía Épica, puede aparecer en lugares tan inesperados como una sala de cine, una conversación, una pintura, la letra de una canción, un paseo por la ciudad, una caminata por el campo y, obviamente, entre las páginas de un libro. A veces, la mejor forma de escribir cuando la Musa se ausenta, es dejar descansar a la mente, mientras se la nutre con una buena historia.

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