Pablo Salgado: el capturador de historias

Pablo Salgado

A Pablo Salgado Barrientos (Londres, 1973) lo conocí en la década de 1990, en la Universidad de La Sabana, cuando ambos estudiábamos Comunicación Social y Periodismo. Desde allí nos hemos apoyado y acompañado a lo largo de nuestras carreras. Cuando Pablo inició su camino en la fotografía, me di cuenta de la gran sensibilidad que poseía, su mirada a través del lente era cautivante y especial. Supe que Pablo era un capturador de historias, pues sus fotos lograban liberar la mirada de quien estaba frente a su lente.

Sus retratos han servido de portada para la revista Bocas y para el periódico El Tiempo de Colombia, de hecho, en 2021 cinco de sus fotografías fueron parte de la Crónica gráfica: 10 grandes retratos de Bocas. Sus retratos y fotografías también se han lucido en Don Juan, Habitar, Carrusel, Caras, Jet-Set, El Tiempo, Perfiles de Londres, en Nuevo Día de Puerto Rico, entre otros prestigiosos medios de todo el mundo”)

Frente a su lente han pasado personalidades como Tony Blair, Shakira, Susan Sarandon, Juan Pablo Montoya, Nairo Quintana, Laura Restrepo, el expresidente Juan Manuel Santos y Andrés Parra, para nombrar algunos.

-Me contabas detrás de bambalinas que empezaste tu camino de fotógrafo con la cámara de tu papá. ¿Cómo fueron esos inicios? 

Cuando me inicié regía la fotografía análoga, así que cuidaba mucho las fotos, eran fotos muy conservadoras. Cuando las tomaba no sabía si las personas quedaban con los ojos cerrados o no hasta que las revelabas. Era una lotería. Se capturaba una situación, pero la respuesta salía después del revelado. Muchos fotógrafos optaban por tomarles fotos a objetos, edificios, paisajes, pues era más seguro. En mi inicio los rollos eran de 24 o 36 fotos, debías cuidarlas y no tomabas la misma foto tres veces como pasa ahora en la era digital. Y llevabas en la memoria el número de fotos que quedaban del rollo. Uno tenía un rigor fotográfico importante, cada disparo tenía un propósito. La ventaja era que mi papá revelaba los rollos, pues de otra manera era yo quien debía pagar el revelado. Y fue él quien me hizo caer en cuenta de que los paisajes eran muy bellos, pero en los paseos no salían las personas, no salía la familia. Ahí fue cuando empecé a ponerle cuidado a las personas.

-¿Cuántos años tenías cuando empezaste?

La primera vez que hice un curso de fotografía para realmente aprender, aún estaba en la universidad. El curso fue con la Alianza Colombo-Francesa en 1994. Estaba en la mitad de la carrera, y mi mamá me dio dos opciones: curso de locución o de fotografía. Y me dijo que si tomaba el de fotografía me regalaba la cámara, así que ganó la fotografía. Ahí entendí que la técnica de la fotografía era sencilla. El curso era en blanco y negro. Aprendí el proceso de revelado, el manejo de la luz, cambio de filtros, a ensuciarme las manos con los químicos… Era una delicia, era fascinante la revelación de la fotografía ante mí. 

-¿Quiénes han influenciado tu trabajo?

He tenido maestros que me han ido enseñando cosas en las que he tenido dificultad o en las que he querido mejorar. David Hobby, por ejemplo, que era reportero del The Sun, me enseñó el manejo de la luz artificial. Otros me han enseñado composición, la forma de interactuar con los personajes. En fin, muchos me han influenciado y me han dado herramientas para ser el fotógrafo que soy hoy.

– Nómbrame a algunos, por favor. 

Dan Winters, Annie Leibovitz, Gregory Heisler, Henry Cartier-Bresson. Cada uno de ellos tiene una mirada diferente, la fotografía tiene tantas posibilidades… Cartier-Bresson fue el maestro de la fotografía callejera, él tuvo la habilidad de capturar imágenes de momentos que sucedían en un rincón, en la plaza, en la calle de una ciudad, bajo un rayo de luz. También Helmut Newton fue una gran influencia.

– Newton fue un gran fotógrafo de moda y erotismo, ¿no es así?

Exacto. Y tuvo la virtud de romper con todos los esquemas tradicionales. Una vez le dijeron que fuera a tomarle fotos a unas modelos en pleno desfile y cuando llegó no había espacio, todos los fotógrafos estaban apeñuscados en primera fila, entonces se fue para la parte de atrás y sus fotos mostraban las nalgas de las modelos y a todos los fotógrafos apuntando sus cámaras hacia ellas. Él fue transgresor en su arte. Ese es el reto de la fotografía: intentar aportar algo diferente, es ahí donde se encuentra la mirada del artista. 

– “Quien tiene la cámara, tiene el poder”, me dijiste. ¿Cómo es el Pablo poderoso?

Una de las cosas que aprendí de Scott Kelby es que con una cámara tú debes tener control del momento, desde la técnica hasta el manejo del personaje para lograr lo que necesitas como fotógrafo.


Pablo Salgado Auto Retrato
Pablo Salgado Auto Retrato

– ¿Y cómo eres sin el poder que te otorga la cámara?

Sin cámara soy común y corriente. Mentira, soy común y corriente con cámara también.

-Eso no me lo creo, Pablo. Pero sigamos: cuando miro tus fotografías noto una particularidad: tus retratados siempre lucen relajados, lo cual no es fácil de lograr. Te daré un ejemplo personal: yo suelo asustarme ante el lente. ¿Cuál es tu fórmula?

No tengo ni idea si la gente está relajada o no. De pronto están muertas del susto y lo esconden muy bien. Fíjate que yo no creo ser tan buen fotógrafo como la gente cree, pero eso lo manejo a mi favor. Ese, Fermina, es un secreto. No hay una receta mágica. Al conectarte con la gente y al interesarte honestamente por ellos se establece un vínculo. En mi fotografía de retratos me gusta tener una charla para que el personaje se olvide de la cámara. Finalmente, la cámara es un canal, y si no hablo el canal no se activa. La conversación entre fotógrafo y fotografiado es muy importante. Sin embargo, hay fotógrafos que prefieren el silencio. Para mí la conversación es una parte fundamental de mis sesiones. Entro en los campos de conocimiento del personaje, en su zona de confort. Y los escucho con atención mientras hago las fotos, elaboro preguntas para hablar sobre cosas que el personaje disfruta. Y muchas veces, en su mayoría, las conversaciones crecen y la fotografía va quedando en segundo plano. La empatía es la que logra que la gente esté relajada y se olvide de la cámara.

– Yo me muero si el fotógrafo no me habla, me sentiría insegura, con ganas de salir corriendo. Dime, Pablo: uno de los grandes secretos del fotógrafo es hacerse invisible, ¿cómo lo logras en tus sesiones?

Eso de hacerse invisible es un acto de magia, porque el mago nos distrae para hacer algo que nos deslumbre. Se vuelve invisible la cámara y se hace humana.  Pero, por ejemplo, en la fotografía callejera el fotógrafo se hace invisible a través del silencio. Eso lo aprendí de Cartier-Bresson.

-Eres un contador de historias a través del lente. Háblanos de esas historias que quedan plasmadas en tus fotografías.

P: Yo tengo un reto muy grande y es hacer que en las fotos se cuente algo, que pase alguna vaina. A mí me gusta cuando el espectador se queda un rato ante la foto, porque cuando se detiene a observarla se abre una conexión y ahí se está contando la historia. Una imagen puede llegar a ser un libro, te cuenta todo lo que tú quieres saber y lo que yo te he querido comunicar. Yo no quiero tomar una foto porque sí, sino porque la fotografía tiene una historia para contar.

– ¿Y qué diferencias hay entre retratar a un famoso y a un anónimo?

P: Cuando el personaje es de reconocimiento público, mi reto es el de contar algo que no se haya contado en una foto anterior. Puede ser una acción, una reacción, una mueca, algo que despierte una emoción.

– Con los años has adquirido más experiencia y has mejorado en tus técnicas, pero… ¿es posible que también se pierda inocencia y frescura? 

P: Fermina, yo siento una pasión inmensa por lo que hago, es lo que he hecho por más de veinte años. Como dijo Gabriel García Márquez: si uno hace toda la vida lo que ama y tiene condiciones para hacerlo bien, va a ser feliz y además vas a ser longevo. La fotografía y el fútbol siempre me generan ese deseo de estar ahí, en la acción. Siempre estoy buscando el siguiente reto.

– ¿Y qué sucede cuando te equivocas? ¿Cómo convives con el error? 

 Equivocarse en la fotografía es vital, porque de los errores se aprende. Creo que eso aplica en muchos aspectos de la vida. Este oficio me mueve el corazón y me hace inmensamente feliz. Quizás no sea millonario haciendo esto, pero vivo con una gran sonrisa y satisfacción. Cuando uno hace lo que ama le va bien, punto.

– Me has hablado de tu gusto sobre la fotografía callejera, y sé de fotos que has tomado en Roma, New York, Chicago, Madrid, Bogotá… ¿Qué buscas en las ciudades?

En la fotografía callejera pasan un montón de cosas. Es salir a que te cuenten historias sin saber qué te van a contar. Me encanta entregarme a la ciudad, olerla, percibirla, caminarla con todos los sentidos. Me fascina descubrir cómo vive la ciudad, cómo la gente interactúa con ella. Esas fotos ayudan a tu memoria, son como un diario, una libreta de notas de lo que te pasa en esas calles. Y cuando vuelves a ver esas imágenes, recuerdas las emociones, los olores… Y la ciudad termina entregándote su alma. 

– ¿En la ciudad sales a fotografiar en busca de un determinado objetivo, o sales a que la ciudad te sorprenda? 

A veces me pongo tareas antes de salir a caminar para lograr enfocar mi cabeza y mi ojo. Por ejemplo, a veces me digo: “Hoy vamos a buscar viejitos sentados”, y entonces encuentro viejitos sentados por todas partes. ¿No te ha pasado, Fermina, que cuando quieres un vestido azul empiezas a ver ropa azul por todas partes? Pues eso también sucede en este proceso creativo. En La Habana, por ejemplo, surgió una foto fascinante de un músico con un trombón mirando hacia a la isla mientras una señora observaba el mar. Aquel fue el resumen visual de lo que era Cuba para mí.

-¿Cuál es tu bucketlist en el mundo de la fotografía?

Primero que todo nunca quiero dejar de hacer fotos. No entiendo a los fotógrafos que dejaron de serlo. No sé qué será de mi futuro, pero sé que estaré con la fotografía hasta que mis dedos o mi vista no me lo permitan más. Eso me invita a tener retos permanentes, a reinventarme constantemente.

¿Qué fotos sueñas hacer?

Fotos que transformen vidas. Sueño con que mi fotografía ayude a las personas que lo necesiten. Que mi oficio sirva para que cada uno sea mejor persona. Ojalá ese sea mi legado.

Pablo, si alguien quiere iniciarse en la fotografía o ya está en ella, ¿cuáles son las tres recomendaciones vitales que tú les darías y por qué?

Aprender a observar. Ser empático. Aprender la técnica y a conocer a fondo la cámara con la que vas a trabajar. La película Kung Fu Panda me enseñó que el secreto del éxito está en ser uno mismo, la magia está en ti mismo y la práctica te hará maestro.

– Sé que la pintura y el dibujo son muy importantes en tu vida de artista. Déjanos entrar en ese mundo.  ¿Qué nos quieres contar al respecto?

La verdad es que nunca dejé de pintar. Pero ahora, sin pena, muestro mis dibujos y pinturas. Es una terapia deliciosa y a la gente le ha gustado mucho, incluso me compran los cuadros que hago tanto en lienzos como en hojas de sketch books. ¡Lo disfruto mucho y confieso que soy más pintor que fotógrafo! Pero soy más reconocido por mi trabajo fotográfico que por la pintura. ¡Estoy por ser descubierto!

¿Qué sigue para ti?

Quiero seguir creciendo en lo que hago. Quiero seguir pintando. Y quiero escribir más porque, como te dije antes, no voy a dejar de ser fotógrafo. Esa es mi certeza.

Pablo Salgado Barrientos 

www.pablosalgado.com