“La poesía necesita mayor promoción que otros géneros y faltan complicidades”
Toño Malpica hace parte de la delegación del país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2023 (FILBo). Durante su visita, el autor mexicano presentó sus más recientes obras para niños y jóvenes: Mi abuelo es poeta y El bosque, la noche y el viento.
La poesía nos lleva a recorrer un campo florecido, donde para otros hay tan solo semillas. Para la poesía no hay fuertes inviernos. Para ella hay robustas embarcaciones que sortean con cadencia los oleajes venideros. En su más reciente libro, Mi abuelo es poeta (Panamericana Editorial), Malpica busca enaltecer el oficio de los poetas. Acá seremos testigos de la historia de una niña que nos cuenta a qué se dedica su abuelo, de la importancia de la poesía en nuestros días, de la mano de sutiles alusiones a escritores como Sabines, Guillén y Borges.
Malpica estudió Ingeniería de computación, años más adelante fundó la revista literaria Acimut y ha escrito una extensa obra narrativa e infantil, que le ha valido diversos premios, entre ellos el White Ravens 2013 y el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil 2015.
En Mi abuelo es poeta, el autor hace una declaración de admiración a varios poetas hispanos y, con la voz de una niña no mayor a los seis años, nos hace ver que el corazón de los poetas no solo late para embellecer el mundo, sino para recordarnos que hay muchos atardeceres por coleccionar, muchas flores por contemplar y muchas millas por recorrer.
Las ilustraciones de Héctor Borlasca nos envuelven en esta historia de amor y gratitud entre el abuelo y su nieta. Entre la poesía y sus adeptos, y aunque sea tan recurrente el cuestionamiento del por qué y del para qué de la poesía, y de los poetas, cómo sucede aquí, este libro nos invita a olvidar esa pregunta y nos lleva a transitar cuarenta y tres pasajes, con la sensación auténtica y la belleza que nos puede brindar una palabra mientras nos sorprende el camino.
“Creo que principalmente el libro reconcilia al lector con la labor del poeta y no tanto con la poesía (pues es muy poquita y muy breve)”.
-Vemos aquí un abuelo que, a los ojos de su nieta, es un ser maravilloso, casi perfecto. ¿Cómo fue la relación con su abuelo?
No tan idílica, la verdad, pero tampoco mala. Con mi abuelo paterno, que era el que veía con más frecuencia, tuve una relación, aunque no muy cercana, sí de mucho cariño. En el caso de mi abuelo materno, lo traté muy poco, pues vivía en una ciudad lejana, y murió antes de que lo pudiera conocer bien.
-Podría compartirnos un poco de la literatura que lo acompañó en la infancia (aún no hablemos de la poesía), esos esbozos que de alguna manera le llevaron a este camino al que hoy en día se dedica.
En mi casa había pocos libros y ninguno para niños. Me inicié en las letras gracias a los libros que me hicieron leer en la escuela y ya cuando entraba en la adolescencia. De niño leía casi puras historietas. A los doce o trece años empecé a encariñarme con la literatura gracias a los libros de Emilio Salgari, H. G. Wells y Julio Verne. El pirata Sandokán fue mi Harry Potter.
-Este texto nos presenta fragmentos de poemas hermosos; cuéntenos un poco sobre esta selección y sobre poner justo acá grandes voces de Iberoamérica, pero con gran énfasis en América Latina.
Son todos poetas que estimo mucho como lector de poesía. Lorca siempre me fascinó en mi juventud (al igual que Bécquer, solo que él no aparece aquí). A Sabines y Pellicer los conocí más tarde y atesoré sus letras junto a otros poetas mexicanos como Paz (que tampoco aparece aquí —no se podía meter a todo el mundo, je—). Borges es mi escritor favorito de ficción y sus poemas mueven mucho a reflexión, esa es la razón por la que aparece. Guillén, finalmente, es muy musical; sentía que podía aportar mucho al libro. Al final son pedacitos muy chiquitos de la magna obra de estos poetas, pero creo que sirven muy bien como botones de muestra para los niños.
-¿Cómo es su relación actual con la poesía?, ¿hay algunas voces contemporáneas que nos quiera compartir?
Mi relación con la poesía siempre ha sido de este lado de la página. Los versos más aventurados que he hecho en mi vida se deben a mi relación con la música (de todas las melodías que he compuesto, a solo tres les he puesto letra), pero, más allá de eso, se puede decir que mi obra se compendia en Mi abuelo es poeta. Los mínimos versos que aparecen ahí son mi tímida aproximación al mundo de la poesía, que es tan maravilloso y tan vasto. Pero sí creo ser buen degustador de poesía. Les comparto cinco nombres de cinco poetas mexicanos que admiro, los cinco amigos y contemporáneos míos, algunos con poesía para niños: María Baranda, Alfonso Orejel, Eduardo Langagne, Ileana Garma y Ana Romero.
-¿Cree que de alguna manera el libro busca una reconciliación entre la sociedad y la poesía?
Creo que principalmente el libro reconcilia al lector con la labor del poeta y no tanto con la poesía (pues es muy poquita y muy breve). Creo que es una invitación para el lector (sea niño o sea grande) a acercarse a la poesía y valorar a esos hombres y mujeres que le dan vida a tan bello arte.
-Hay un poema, de Octavio Paz, que me encanta y que quisiera compartirle, y a raíz de esto tomar la pregunta del poeta para hacérsela: “¿De quién le gustaría hablarnos en nuestros días?
“Mi abuelo, al tomar el café,
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados.
Y el mantel olía a pólvora.
Mi padre, al tomar la copa,
me hablaba de Zapata y de Villa,
Soto y Gama y los Flores Magón.
Y el mantel olía a pólvora.
Yo me quedo callado:
¿de quién podría hablar?”.
En el poema se hace referencia a los conflictos bélicos pasados en México. Afortunadamente eso sí quedó atrás con la revolución mexicana y algunos conflictos aislados como la guerra cristera. Me gustaría decir que el mantel ya no huele a pólvora, pero sí que lo hace, aunque ahora las razones de la violencia son de índole menos política y más social.
-A sus ojos, ¿qué debería estar presente en lo que llamamos “poesía para niños”?
Supongo que el mundo entero. Si se sabe llevar a los ojos de los niños con belleza, con humor, con el lenguaje adecuado, creo que no hay tema que debiera quedar fuera.
“Si se sabe llevar a los ojos de los niños con belleza, con humor, con el lenguaje adecuado, creo que no hay tema que debiera quedar fuera”.
-Usted escribe para varios públicos y géneros; en este libro nos sorprende con ese tinte sensible y entrañable de la voz de la protagonista. ¿Cree que su cercanía al teatro le permite tener esta cadencia para desarrollar personajes tan distintos y a la vez tan sólidos?
Supongo que sí. Siempre he creído que el hacer hablar a los personajes los dimensiona; esa es la mejor manera para darse cuenta, en la prosa o en la dramaturgia, si el personaje palpita por su cuenta o se percibe la mano del autor conduciéndolo. La voz, en los textos, es la ventana del alma de los personajes.
-Si hubiera leído un libro así en su infancia, ¿qué poetas de su país habría encontrado?
Buena pregunta. Supongo que a Amado Nervo, sor Juana, López Velarde…
-«Eso pueden hacer los poetas: traerte el mar en un papelito, susurrarte el sabor del chocolate caliente al oído, ponerte una Navidad en las manos o tocarte el corazón». Con respecto a este bello apartado, me gustaría que, además de los fragmentos que aparecen en el libro, pudiera compartirnos un par de recomendaciones que le hayan tocado el corazón como lector.
¿Qué tal la carta que le escribió Julio Cortázar a Alejandra Pizarnik presintiendo su “renuncia voluntaria” ?, Los Heraldos Negros de César Vallejo y El niño yuntero de Miguel Hernández.
“En un mundo en el que se privilegia lo económico, cualquier persona que admita ser poeta y se enorgullezca de su oficio es un héroe con todas sus letras”.
-En momentos de poca producción intelectual, si le ha pasado, ¿cuáles son esos amigos a los que acude, quiénes estarían en ese café de su mente para darle un poco de visos a la hora de escribir una nueva historia?
Principalmente mi hermano Javier, que es mi mejor amigo en las letras. Igualmente, varios de mis colegas, que comparten intereses y vocación, como Mónica Brozon, Juan Carlos Quezadas, Ana Romero y Jaime Alfonso Sandoval. Ellos siempre son de gran ayuda cuando tengo inquietudes emocionales y literarias o simplemente quiero tomarme un café con alguien.
¿Qué opina de la poesía como género en la actualidad, sin distinciones de público? ¿Cree que a veces se encuentra con muchos compañeros de la prepa de infancia, o con más nietas amorosas y orgullosas?
Creo que se le da mucha menor importancia de la que se debiera. Los niños probablemente aprendan a amar la poesía desde chicos, pero no se suele alimentar ese cariño mientras crecen. La poesía necesita mayor promoción que otros géneros y faltan complicidades. El ejemplo que aparece en el libro es emblemático. En un mundo en el que se privilegia lo económico, cualquier persona que admita ser poeta y se enorgullezca de su oficio es un héroe con todas sus letras.