Por: Humberto López C./ Ciudad de Panamá. El ensayo ha sido denominado como uno de los géneros literarios más poderosos a la hora de arremeter contra postulados e instituciones que insisten en permanecer intocables. A través de su historia en las letras, América Latina ha inscrito su palabra en la ensayística de la región contribuyendo, de este modo, a presentar una literatura contestataria que necesita ser escuchada. Durante los eventos que jalonaron su soberanía y su afirmación como entidad independiente, la región vio surgir prominentes ensayos que aún mantienen su actualidad cívica. Es por eso que esta expresión escrita del individuo, a pesar de contar con un alto grado de subjetividad, puede muy bien representar la autenticidad de sus autores y, al mismo tiempo, proyectar la nación de donde provienen.
No es el propósito de esta recensión llevar a cabo un rastreo del ensayo en la región latinoamericana; área geográfica que, como se dijera con anterioridad, no ha sido parca en la profusión e intensidad de este género. De hecho, el idioma español se ha visto honrado con una multiplicidad de ensayos que por su veracidad y civismo resisten el paso del tiempo inscribiéndose como parte de su rico acervo literario. Ahora, es preciso situar la reciente entrega del profesor panameño Ricardo Arturo Ríos T., La épica de la soberanía, la cual se debate entre las categorías de ensayo político, labor periodística o manifestación histórica. Tomando en cuenta la categoría donde el lector decida encapsular el trabajo de Ríos Torres, si fuere necesaria tal clasificación, no podría dudarse que Panamá, la república independiente, aparece como protagonista.
La épica de la soberanía es un conjunto de artículos en los que se enfrentan diversas etapas de la lucha de Panamá por obtener su total unificación tras su separación de Colombia y proclamación de la república en 1903. Este es un texto donde, además, la iconografía desempeña un papel fundamental como apoyo a los puntos expuestos. Las reproducciones fotográficas pugnan por ofrecer un recuerdo visual de los diversos enfrentamientos entre la juventud local y la entonces imperante fuerza colonial. Ríos Torres, en su intento por rememorar para las nuevas generaciones los eventos acaecidos el 9 de enero de 1964, brinda a los lectores un trasfondo político, e histórico, que culmina en la efeméride señalada.
Efectivamente, el 9 de enero de 1964 -pronto a cumplirse el cincuentenario de la fecha patria- signó un momento determinante en la historia de Panamá. Por medio de sus artículos, que se sirven de un variado respaldo periodístico, el autor narra los antecedentes que motivaron la sublevación del día señalado. En realidad, los disturbios y protestas para lograr la unificación nacional se venían gestando desde mucho antes. Ríos Torres no se limita a mencionar hechos; al mismo tiempo, no vacila en incluir una cantidad considerable de los nombres de los que participaron de uno y otro lado de la contienda.
Como comentara en párrafos anteriores, la inclusión de fotografías (con los nombres de los que aparecen en ellas) es un notable esfuerzo por asegurar la autenticidad de lo escrito. A su vez, se puede observar la reproducción de varios diarios nacionales en los que se constatan los sucesos expuestos. El autor también cita los periódicos del país que ha consultado para fundamentar su trabajo. Un lector escéptico puede dudar de la veracidad del enunciado que proyecta La épica de la soberanía; no obstante, se deduce de su lectura que Ríos Torres invita a cualquier interesado a continuar indagando, por cuenta propia, sobre este importante período histórico correspondiente a los primeros cien años de Panamá como república independiente.
Con anterioridad, el autor había publicado una dedicatoria en uno de sus textos, Los rostros del tiempo, en el que reflejaba su preocupación de no permitir que tan significativos eventos cayeran en el olvido. Como en aquella ocasión, esta vez Ríos Torres sigue sin poder negar sus antecedentes como profesor de historia; tampoco puede omitir su docencia en el campo de la literatura. Es tal vez por ello que sea difícil clasificar este ensayo; ambas, la literatura y la historia se disputan su pertenencia. En este caso, y en realidad como en todos los encuentros con un texto, el lector tiene que emitir su veredicto.