Armando Orozco Tovar
Escribí para que el enemigo
Me odiara más.
También mis poetas malitos
Sacando sus gatos grises
En las madrugadas
A maullarle al pedazo de cascajo
Aún trepado entre las nubes.
A punto de Nada
Me iré para los confines
Desiertos no me arrepiento de nada.
Ni de la Nasa diseñada
Para convertir
En chatarra el universo.
Nada, Nasa, Nada
Pasión inútil
Como a la vida le puse
Una línea más al cuadro.
Perdió la magia y el encanto
Que es lo único merecido
Por instantes.
Eran de color salmón los días.
Al fondo había casas confundidas,
Derruidas con sus tablas y ladrillos
Como cuando uno se derrumba
Tratando de no estar solo
Como nube pasajera.
Las líneas no estaban completas.
Les faltaban sus portones y techos,
Rotos por tantas vigilias de visiones inútiles.
Sus ventanales sin lunas ociosas
Caídas en el suelo, rodadas al abismo.
El único sitio posible para estar sin la pena
De malos trazos sobre el lienzo.
Nada le faltaba sino los días de la dicha
De madrugada,
Con el gato amarillo mirando sombras
Disputándose la oscuridad
Con mezquindad secreta y humana.
Al amanecer supe que debía terminar
De pintar la Nada en el cuadro,
Hecho sólo para la desmemoria.
Fracasé como el cuadro o el poema
Fallido al final de repente.