Eterna Cadencia publica a Stephen Dixon, uno de los autores estadounidenses más importantes

La editorial argentina continúa publicando la obra de uno de los escritores estadounidenses más interesantes de nuestra época.

El legado del maestro

Gould Bookbinder no es el más agradable ni empático de los personajes. Su vida, motivaciones y decisiones giran en torno a satisfacer su imperante deseo sexual. Cuando es un adolescente de diecisiete años (al empezar el libro) quizá se comprenda, acepte o se pueda considerar normal, pero a medida que pasan el tiempo y las experiencias, parece que ese rasgo de su carácter no cambia ni se modifica. Gould sigue pensando principalmente en su placer y en lo que quiere, y no tiene muy en cuenta las necesidades de su pareja, su satisfacción o su dolor cuando algo sale mal (cuando lo tiene en cuenta ya es muy tarde para poder hacer algo que ayude a remediar la situación).

Gould de Stephen Dixon (1936-2019) está dividido en dos partes o, como sugiere la portada, se podría considerar como dos novelas en una, conectadas e imbuidas del mismo personaje/espíritu. La primera parte se titula “Abortos” y narra todas las ocasiones, empezando en los diecisiete y terminando pasados los cincuenta, en que las parejas de Gould han tenido que recurrir a este procedimiento, la mayoría de las veces por tratarse de embarazos no deseados, otras abortos espontáneos, etcétera. El tema no es nada sencillo pero lo que lo hace interesante es el estilo de la escritura, la marca personal de Stephen Dixon y lo que lo diferenció e hizo sobresalir, y que ahora hace que lo recordemos con añoranza. Dixon escribía en un torrente sin pausa; no hay capítulos ni separación entre párrafos ni ningún espacio, asterisco o guion. Tampoco hay acotaciones en los diálogos. Esto podrá resultar exigente para algunos lectores ya que prácticamente obliga a leer sin parar hasta llegar al final.

En Gould lo que se narra en ocasiones logra sacar una sonrisa y hasta una carcajada ante lo obsesivo, inconsciente, infantil e imprudente de su personaje. Esto hace que la experiencia de lectura sea más llevadera que con Interestatal, cuya historia es tan brutal que destroza sin piedad hasta al lector más avezado.



Cada relación de Gould que termina en un aborto se describe en las conversaciones entre la pareja: charlas larguísimas, sobreanalíticas, un ping-pong de monólogos, un poco absurdas en ocasiones y siempre mostrando lo detestable y triste que puede llegar a ser una persona que solo pretende satisfacer sus necesidades físicas. Relaciones insatisfactorias y temporales en su mayor parte, buscadas, mantenidas y motivadas única y exclusivamente por el sexo y sostenidas hasta que alguno de los dos (las mujeres en la mayoría de las ocasiones) se daban cuenta de que debían dedicarse a encontrar alguien con quien pudieran tener un futuro de verdad y una relación significativa. Da la impresión de que lo único que Gould tiene para ofrecer a sus parejas es un apetito sexual intenso y al parecer inagotable.

«Ojalá pudiese amarla de verdad, pensaba él, y se sentía mal, atribulado por no poder, y a veces pensaba que estaba perdiendo su tiempo al salir con ella y hacer cosas tan serias con alguien a quien no creía que fuese nunca a amar tanto como para decirlo y que realmente quisiera decir eso, y también a veces sentía que solo se veía con ella por el sexo y que si de pronto ella dijese “Paremos por un tiempo” y ese “tiempo” significara algunas semanas o un mes o incluso más, él dejaría de verla, cortaría con ella enseguida, y se preguntaba qué era lo que le impedía amarla…».

La segunda parte se titula “Evangeline” y relata la relación más larga de Gould (que curiosamente no es con su esposa, protagonista del último segmento y aborto de la primera parte/novela). Describe una relación tóxica, de nuevo basada en la atracción sexual entre estos dos personajes con el añadido del amor que siente Gould por el hijo de Evangeline, del que se convierte en una suerte de padre sustituto y con quien forma un vínculo muy fuerte. Sin tener en cuenta las opiniones negativas que sobre esta mujer tienen sus padres (donde se quedan una temporada en Nueva York), su mejor amigo, además de la inestabilidad emocional, vocacional y económica de Evangeline, sumado al hecho de que tienen poco en común, y  que ella detesta la ciudad de donde él viene y su profesión, sus colegas, familia, y se lo dice constantemente, y si también se tiene en cuenta las peleas violentas que en muchas ocasiones tienen (con objetos que vuelan y se estrellan contra paredes, cuchillos que son blandidos, aparte de insultos y amenazas), sorprende que duren tanto tiempo basándose solo en una química sexual intensa.

«Que lo único para lo que realmente era bueno actualmente era el sexo y más sexo y que con seguridad eso no era suficiente para lo que ella quería de un hombre y de hecho probablemente era lo que a ella le sería más fácil conseguir».

Dixon fue un escritor experimental, poco conocido en nuestro idioma, catalogado como un “escritor de escritores” y por su colega Jonathan Lethem como “uno de los grandes maestros secretos”. Publicó más de treinta libros entre novelas y colecciones de cuentos. Fue nominado al National Book Award en dos oportunidades, en 1991 por Frog y en 1995 por Interestatal. En nuestro idioma solo tenemos las obras publicadas por la editorial argentina Eterna Cadencia y traducidas por Ariel Dilon: Calles y otros relatos(2014), Ventanas y otros relatos(2015), Interestatal(2016), Historias tardías (2018) y Gould, publicada este año. Esperamos que las publicaciones de sus obras sigan llegando y que su legado y admiradores sigan creciendo.

Dixon fue un escritor experimental, poco conocido en nuestro idioma, catalogado como un “escritor de escritores” y por su colega Jonathan Lethem como “uno de los grandes maestros secretos”. Publicó más de treinta libros entre novelas y colecciones de cuentos.

En Colombia las obras de Eterna Cadencia son distribuidas por el sello editorial Siglo y se pueden encontrar en sus librerías aliadas o en su web.