Por: José Luis Díaz-Granados
El autor de esta novela, José María Baldoví, es un escritor y periodista bogotano nacido en 1967, y quien de manera singular tuvo el golpe de gracia y el privilegio de vivir en Lisboa durante años de su infancia, cuando su padre el escritor Alberto Baldoví Herrera, de noble recordación, se desempeñaba como diplomático en la patria de Camoens.
Alcánzame las gafas es una ficción fascinante a todas luces sobre el poeta lusitano Fernando Pessoa, ese extraordinario hacedor de belleza, quien a su vez, se reinventa a sí mismo en la narración de Baldoví, se funde, se confunde y se revela de nuevo ante el atónito lector que navega asombrado entre los oleajes de una rica verbalidad.
El vasto conocimiento del narrador acerca de la multibiografía del poeta portugués me hace pensar que el autor bogotano ha logrado inventar un heterónimo de sí mismo llamado Fernando Pessoa. En la novela revive el personaje con algunos de sus heterónimos, especialmente con Álvaro de Campos —a quien su novia (de Pessoa) OpheliaQueiroz detestaba en la vida real ¿Real?—, y con su amigo Mario de Sá-Carneiro.
Logra Baldoví con sinigual fortuna un diálogo de Pessoa consigo mismo, que bien pudiera ser un diálogo del autor con su personaje real y ficticio. Se entremezclan episodios, diálogos, cartas y poemas auténticos y de la invención del autor, en un audaz relato experimental, monólogo lírico, a veces polifónico, psicológico, metafísico, obsesivo por el acto creativo, por extrañas adicciones, por el amor a Grecia y a la patria (o mejor, a la matria) del bardo lisboeta.
Porque la vida de Pessoa, y la de sus habitantes, sus heterónimos, su “Ophelia vespertina, la Ophelia de mis ridículas cartas de amor”, y hasta su ortónimo Fernando Pessoa (o FerdinadPersonne, como lo inventó su novia) giró “adorada Ophelia, en torno de mi obra literaria, buena o mala, que sea, o podría ser”…
Pero ¿qué buscaba realmente Pessoa en su obra literaria? Pues ¿qué otra cosa podría ser sino la Belleza? “En ninguna otra parte —dice Pessoa-Baldoví—,: he visto a la Belleza tan despojada de afeites inútiles y tan aterradora como en las modorras lisérgicas de Álvaro de Campos”. Y agrega: “Una vez quise comprar un atardecer en la Feira da Ladra, pero se habían acabado. No quedaban más que mediodías, pero nunca me levanto antes de las doce”. En verdad, el laberinto literario que José María Baldoví recibió como un golpe de dados, es un verdadero encuentro consigo mismo, es un milagro, o quizás un sueño, y lo ha convertido en algo que se debe leer como quien escucha un fado de Amalia Rodríguez.
Después de leer Alcánzame las gafas, esta fascinante, fosforescente y reveladora reinvención de Fernando Pessoa —el hombre, el poeta, el genial hacedor de otros hombres y poetas—, se nos remite, gracias a la pluma de José María Baldoví, a una típica paradoja borgiana, que consiste en que el poeta lusitano resulta ser allí el más real de los personajes literarios, en tanto que nosotros los lectores quedamos convertidos para siempre en personajes ficticios.