Homenaje. Fernando Soto Aparicio

No. 7404 Bogotá, Domingo 8 de Mayo de 2016 

Homenaje. Fernando Soto Aparicio

Por: Edmundo Díaz Colmenares

Ha partido del mundo de los vivos uno de los más grandes hombres de letras hispanoamericanas. Precisamente el 2 de mayo, último día de la Feria Internacional del Libro de este 2.016.

Se fue sin aspavientos, como vivió; con la serenidad de haber cumplido a cabalidad la tarea, dejándonos una invaluable obra literaria que seguirá resonando en el tiempo y el espacio. La gran prensa nacional muy atareada en presentar el reencuentro de dos politiqueras enemistadas por un secuestro que padecieron y otro sartal de nimiedades poco y nada les dijo el fallecimiento de este colombiano insigne. El hecho de haber vivido todo el tiempo en esta patria que amó y cantó con dolor y esperanza y haber llevado una existencia sencilla, sin show mediático, no ha merecido ser resaltada por la crítica de oficio que hace eco de fanfarrones y parlanchines hábiles en el discurso y el teatro, no por ser, sino aparecer. Y Fernando fue auténtico y esto tiene un precio en nuestro país. Así es la vida.

Los millones de lectores que consiguió en la Patria y en el mundo hispanohablante, damos fe del talento de su prosa rica y fecunda de poesía con el que abordó el arte de la palabra, no sólo como instrumento de estética, sino de conocimiento profundo del ser humano, de sus pasiones que lo enaltecen o lo arrojan a los abismos. A quien esta líneas escribe, alguna vez le manifestó considerarse un siquiatra sin título. Anotación certera, si se tiene en cuenta que pocos autores han logrado consolidar en el discurso narrativo el entramado dramático de personajes como Rudecindo Cristancho el 048, de La rebelión de las ratas; Celina Franco Valdivia de, Mientras llueve; Marino Altamar y Soledad Sombra, de Hermano hombre; Zahara, Jesús y Alejandro de Todos los ríos son el mismo mar; Araluz y Marcos, de Y el hombre creó a Dios, entre tantos títulos que creó la imaginación portentosa de este autor.

Novelista, cuentista, poeta, ensayista y autor de guiones para la televisión que ha marcado una época en las letras colombianas e hispanoamericanas. Muchos de quienes escogimos el ejercicio de la palabra escrita, lo hicimos seducidos por la prosa de este boyacense nacido en Socha el 11 de octubre de 1.933 y criado en Santa Rosa de Viterbo.

Alternando con Gabriel García Márquez que trabajó con gran éxito el realismo mágico, Soto Aparicio enfocó sus esfuerzos creativos hacia un humanismo avanzado, cuya razón de ser es el hombre de carne y hueso con sus aspiraciones sublimes y sus perversiones deshonrosas ; con el debatirse entre las glorias del cielo y los abismos del infierno.

Premios y reconocimientos los tuvo en el exterior, especialmente en España; también en Argentina, Estados Unidos, Italia.

Escritor de oficio, todo un profesional de la palabra, inagotable en el arte de crear mundos literarios. Su obra ha sido traducida al ruso, al chino y al serbocroata, entre otras.

Desde niño se dedicó con pasión a la lectura, supliendo con ésta la formación académica, que lo metió con todas en el mundo de la literatura, empezando a hacer valiosos y atrevidos aportes desde muy joven.

En Fernando Soto ha brillado el talento, el genio y la disciplina, esquivos caracteres que no surgen todos los días y que cuando aparecen, se desperdician por vicios, pereza y otras conductas inherentes al ser humano.

Una existencia física consagrada al ejercicio de la inteligencia, parecida a la del genial florentino Geovanni Papini, o a la del inmortal francés Víctor Hugo, ha llegado a su final, que nos ha revelado con la fortaleza de la misión cumplida, convencido que «Cuando calle, mis libros hablarán por mí». Así será, maestro.

Un grande de las letras colombianas ha partido, pero nunca se irá. Su permanencia está asegurada en la vasta y valiosa producción narrativa y poética que nos deja y que ha hecho entender mejor la vida en Iberoamérica, con esa concepción humanista, ejerciendo por derecho propio el oficio de ser vocero de una sociedad muda, indiferente y cobarde. Gran Maestro… Los hombres como usted nunca mueren! Su pensamiento permanecerá en el tiempo y el espacio como antorcha para las generaciones que buscan la luz.

En sus libros «Memoria de la memoria» y «Bitácora del agonizante«, de carácter autobiográfico, con sensibilidad nos revela trazos de su vida, adobada de poesía, filosofía, sicología y arte, un testimonio vital. El último como despedida.



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