Javier Cercas: «La novela negra me ha servido para reflexionar sobre temas que me importan»

Javier Cercas. Cortesía Planeta.
Por: Juan Camilo Rincón / Bogotá

El escritor
español Javier Cercas siempre quiso, a su manera, tomar distancia de la
literatura hecha por sus coterráneos. Como él mismo lo afirma, fue, “hasta los
cuarenta años, totalmente periférico, en el estricto sentido de la palabra”. No
hacía parte del campo literario español, cosa que le alegraba, y eso lo llevó “a
abordar de manera distinta temas muy agotados”.
Con una prosa
que nace de nuevas miradas sobre asuntos manidos y mil veces visitados, Cercas
ha refrescado las letras españolas bajo la poderosa influencia de quienes
considera sus mentores, Cervantes, Borges y Kafka, sin repetirlos
y, más bien, resignificando su obra.
En tiempos de
polarizaciones y radicalismos morales, el nativo de Ibahernando nos entrega Terra
Alta
(Planeta, 2019), con un sabor de novela negra donde el antihéroe logra
su reivindicación revelando todos los matices humanos.
¿Por
qué la novela negra sigue cobrando fuerza como subgénero, especialmente en
Hispanoamérica?
En Hispanoamérica y en todas partes. Yo
no sé si la mía es novela negra; si lo es, me parece bien. Todas mis novelas tienen
elementos de novela negra; en todas ha habido siempre
o casi siempre un enigma y alguien que intenta
resolverlo. En el fondo, la novela negra es una novela de aventuras, ¿no? Es
una variante de la épica: hombres o mujeres enfrentados a destinos a menudo
excepcionales, lo cual es muy atractivo. La épica fue el primer género y tal
vez será el último, y eso la hace enormemente interesante. Además, es muy flexible
porque sirve para lo que el escritor quiere; no está condenado a ser una sola
cosa, sino que puede servir para muchas. A mí me ha servido para reflexionar
sobre temas que me importan como el valor de la ley, la posibilidad de la justicia,
la legitimidad de la venganza, el odio… Cada uno la usa para sus propias
necesidades; no creo que el género sirva para una sola cosa; sirve para
muchísimas.
En
Tierra Alta el narrador habla de un libro que para él es «oracular
o sapiencial». ¿Cuál es el suyo?
No creo tener un libro parecido a Los miserables para Melchor. Pero sí
tengo libros que releo constantemente, sobre todo de Borges y Kafka. El Quijote lo leo mucho; tiene algo de I-Ching, el libro sagrado de los chinos.
Y es que puedes leer cualquier trozo, cualquier página, y siempre encuentras
cosas interesantes.
Usted
afirma que «no existen géneros mayores o menores, mejores o peores, sino
formas peores o mejores de usar los géneros». ¿Cuál es para usted, por
ejemplo, la peor forma de usar la ficción?
Hay infinidad de formas malas; formas
buenas hay pocas. Una forma mala es usarla como propaganda o como pedagogía.
Eso es matar la ficción, matar la literatura. La literatura es extremadamente
útil siempre y cuando no se proponga serlo. Si se propone serlo, se convierte
en propaganda o en pedagogía, y automáticamente deja de ser literatura y deja
de ser útil. 
Es
ampliamente conocido su gusto por Kafka y Borges. ¿De cuáles aspectos o elementos
de la literatura de esos dos autores toma distancia?
Ser fiel a un escritor no es imitarlo,
no es hacer lo mismo que él hizo. Ser fiel a un escritor consiste en practicar
con él el arte del canibalismo. En mi opinión, no basta con matar al padre, es
decir, a los escritores a los que admiras. Hay que matarlos, hay que abrirlos en
canal, arrancarles las tripas, encender un fuego, echarlos al fuego, ponerles
mucha salsa picante y devorarlos, convertirlos en carne de tu carne y sangre de
tu sangre, y hacer con ellos algo totalmente distinto de lo que ellos hicieron pero,
a la vez algo que, sin ellos, hubiese sido imposible. En eso consiste ser fiel
a un escritor. Y yo soy totalmente fiel a un escritor, he intentado ser fiel… o
ya me gustaría a mí ser fiel tanto a Kafka
como a Borges. Son escritores a los
que empecé a leer muy joven y a los que nunca voy a dejar de ser fiel.
Usted
afirma que, cuando comienza a escribir una nueva novela, solo tiene una vaga
idea sobre ella, y esta se va definiendo a medida que se va desarrollando.
¿Tiene alguna novela o algún escrito inconcluso, que no haya llegado a
desarrollar?
Bastantes. Y sobre todo cuando era
joven.
¿Las
va a terminar algún día?
No creo. Alguna, quizás. Tengo alguna
por ahí… No sé, lo dudo. Cuando hay un aborto, es muy difícil darle vida.



JUAN CAMILO RINCÓN*
Periodista y escritor. Autor, entre otros de libros de Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia (Libros & Letras, 2014), Viaje al corazón de Cortázar (Libros & Letras, 2015) y Nuestra memoria es para siempre (Fundación Patrimonio Fílmico, 2017) 




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