José Luis Díaz-Granados, poeta y novelista

Estar en tertulia con José Luis es como encender la hoguera de la magia donde, además de las referencias culturales y literarias de Colombia y el mundo, tiene a flor de labio el repentismo y la ironía que lo convierten en un sátiro mágico.


Foto: Libros & Letras
Por: Jorge Eliécer Pardo* /
Colombia.
Caza de Libros ha
compartido con el público varios de los poemarios y narraciones de José Luis Díaz-Granados. Tiene el poeta
una bella relación con los que hacemos de la literatura un apostolado. Muchos
años en la amistad de largas bohemias y profundas reflexiones en tantos
escenarios. Creo que es uno de los poetas más amados en Colombia, no sólo por
sus colegas sino por sus lectores. He conocido a pocos, con esa inmensa memoria
histórica y anecdotaria del país, como él. Estar en tertulia con José Luis es como encender la hoguera
de la magia donde, además de las referencias culturales y literarias de
Colombia y el mundo, tiene a flor de labio el repentismo y la ironía que lo
convierten en un sátiro mágico.
En mi larga
amistad con el poeta, su libro El
laberinto
, en la que llamara edición definitiva, de 1984, que recoge la
obra publicada entre el 66 y el 84 del siglo XX, nos aglutina en busca de ese
verso siempre referenciado. Con su novela Las puertas del infierno (1985), con varias ediciones,
compartimos ese ramillete de la Biblioteca de Literatura Colombiana, de Oveja
Negra, donde me colé con La octava puerta.
“¿Desea usted
saber cómo es Bogotá en las horas de la madrugada después de haber llovido
durante la noche? ¿Y cómo es la vida íntima de un poeta solitario, obsesionado
por unos ojos femeninos, unos labios, una cabellera desordenada, unos pies
blanquísimos con las uñas pintadas de rojo ardiente; obsedido, también por los
ángeles custodios, por los fantasmas de la historia, por los recuerdos de su
infancia y de su adolescencia y, sobre todo, torturado con la idea de escribir
una novela a manera de exorcismo? Entre usted aquí, pues, a este coctel
luciferino, a presenciar una inacabable danza de ángeles y demonios que luchan,
se aman, se estrangulan y se liberan a un mismo tiempo, en tanto que van
lanzando como estrellas fugaces todos los sueños, todas las esperanzas y todas
las tempestades del silencio. Siga usted y pruebe esta fruta. Es tentadora pero
no prohibida. Aún no sabemos si los seres que habitan este libro y sus
lectores  encontrarán la salvación, o si por el contrario, como los
réprobos, pagarán condena eterna, muchas veces por pecados que no han
cometido”. (De Las puertas del
infierno
).
Qué despliegue de
lenguaje, recuerdos, citas, diatribas y complejidades en el difícil acto de la
escritura. Qué experimentación en el abordaje del magma de su argumento. Una
novela imprescindible en la literatura colombiana.
En el 2012, José Luis Díaz-Granados, publica la
novela Fulgor de la Calle Grande
(Caza de Libros). Fluir de múltiples voces con tono poético, coloquial
donde de nuevo, como en Las
puertas del infierno
,
 la niñez y la escritura son protagonistas en
sucesos que la memoria registra en laberintos de deseos y culpas. En medio de
poemas, canciones y actos sexuales pantagruélicos, el novelista le lanza al
lector un vaho que lo hace trastabillar para luego renacer. Es el fluir de la
conciencia, a veces deshilvanada, a veces reflexiva, que nos atribula. Un libro
que busca, indaga y navega para encontrar un amor perdido en el fondo de la
existencia, tan profundo como una esquina del mar.  Creo, me aventuro, que
son las memorias anticipadas de José
Luis
.
José Luis Díaz-Granados y Jorge Eliécer Pardo. Foto: cortesía.

“Como Cervantes, al comienzo de mi vejez, me
siento un fracasado. Cuando niño quería ser un repúblico epónimo como Alberto Lleras. Hoy no soy más que un
diletante, un  letrado mediocre a quien sus apuntes y chascarrillos
celebran cuatro o cinco amigos y contertulios.  Además, Gabo, en la Habana, me dijo una tarde:
¡los poetas son muy pobres! Años antes, bajo el helaje tétrico de una noche
bogotana, me había dicho lo mismo Cervantes
en boca del Licenciado Vidriera. Y ¡oh sorpresa!, una tarde tardía y
soñolienta, el pollo Ronco me presentó a Toñito
Garrotillo
, en la Calle Burechito: este es José Luis, el hijo del Chivito, es un poeta del carajo, y Toño, entre amable y despectivo, me
apretó la mano y siguió su camino mientras murmuraba: ¡los poetas son muy
pobres!”. (De Fulgor de la Calle Grande).

Ritos de primavera (poemas, Caza de
libros, 2018). Nos confirman sus editores que es uno de los pocos libros
publicados en lengua española destinado a los niños y a las niñas de Nuestra
América, con la amorosa orientación que se tiene para cada una de las etapas de
su instante vital: las Balbucencias, que invitan a los papás y a
las mamás a inculcar con la lectura en voz alta de esta sección, el amor por la
música de las palabras; el Despertar maravilloso, para el silabario
inicial con que cada infante se sentirá jubiloso y triunfal con la alegría de
leer, al descubrir novedosos signos, gestos, fantasías y exuberancias; la Alegría
matinal
, en la cual los precoces lectores experimentarán una inusitada
atracción por la eufonía (la música) de las palabras, al tiempo que disfrutarán
con los cuentos allí narrados; la iniciación en la literatura con Ritos de primavera, llena de
fábulas y juegos de palabras, será etapa gratísima, al igual que en Primavera
múltiple,
 con su didáctica lingüística y en el Epílogo
necesario
, dedicado a la infancia, para que cada día rindamos el más
sincero e irrestricto homenaje a la Paz de nuestra amada patria Colombia.



*Jorge Eliécer Pardo. Escritor colombiano. 




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