La guerra de los años 50 repercute en la de ahora

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal/Colombia.  Es cierto que la guerra anterior, la de los
años 50, repercute en esta. Aunque eso es tan falso como verdadero. Cuando
llegaron los españoles, los indios estaban en una guerra atroz entre ellos y
desde allí nosotros hemos tenido y modificado el gen de la violencia como parte
vital del Estado colombiano.
Después de la Independencia
nosotros no hemos parado de tener violencia, desde 1811 hasta ahora seguimos en
las mismas. Pero si la miramos desde otro ángulo se ve que perdimos 80 años de
historia. Resulta que en 1936 Alfonso López Pumarejo dicta la Ley 200, y ahora ve uno a las
Farc tratando de implementarla. Es decir, el país debió haberla implementado y
se hubiera evitado esto que seguimos viviendo. Perdimos 80 años. Entre esa Ley
y lo de ahora sucedió el intento de reforma que él hace que en vez de ser
agraria se vuelve social y obliga a que los patronos le paguen a los campesinos
prestaciones sociales, les den zapatos porque vivían descalzos. Sin embargo,
desde el mismo Partido Liberal, Alberto Lleras Camargo, le hace una
contrareforma a esa ley con un espíritu anticomunista que imperaba en el mundo.
Después llega Carlos Lleras Restrepo y le hace el ajuste del Incora, después
llegan las Farc y hacen la reforma agraria a la brava, que son esas zonas de
reserva campesina que hoy están defendiendo para quedarse con ellas y no pagan
la tierra y tampoco la ponen a producir. Después viene la reforma de los paras
que les quitan la tierra a los campesinos matándolos, y esa tierra es en buena
parte la que tiene el Estado. Y ahora llegará la reforma de la paz santista en
donde organizarán núcleos en un problema agrario que ya no es válido
económicamente porque solo a las Farc se les ocurre que el problema de este
país es agrario.
El libro de
Franco.
La
investigación de Omar Franco Duque, detallada en su libro Carta suicida de Tuluá, próximo a publicarse en el Senado por el
Partido Liberal, revela cómo esa historia de León María Lozano se construyó con
un hecho que no fue cierto. “Torcieron la historia con ese mito de que León
María defendió a los curas que los iban a matar. Eso no fue cierto, en parte
esa historia ha servido para justificar todo lo que pasó en Tuluá, en nombre de
ese hecho que no sucedió”.

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