La política de la cultura o la cultura política…

Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras). Lo que uno no sabe es si Alexandra Cardona lleva el cine en la piel o en el alma. Lo que sí sabemos es que ama profundamente el Séptimo Arte, vive por él y para él y casi desde siempre ha sido guionista, escritora, productora, directora, soñadora y diseñadora. Nació en Ibagué (Colombia) y desde muy joven se dedicó a contar historias donde quedara plasmado el enredo de sentimientos que le producen el pasado y presente de su país; ha contado historias de película como “Confesión a Laura”, “Derechos Reservados”, “De vida o Muerte”. Pero como lo de ella es narrar y narrar pues también le ha jalado a escribir para televisión seriados como “Mi Generación” (Caracol TV) y “Amores Como el Nuestro” (Punch). En ese medio, la televisión, ha creado y dirigido programas culturales como “Siglo XX, Cambalache” (Señal Colombia). En los documentales también ha puesto el ojo, las ganas y la decisión de contar. Así que ha dirigido varios documentales cuyo punto común es la situación de los Derechos Humanos en Colombia. En 2002 filma “Escuela y Desplazamiento” y “¡La Vida Vive!”, entre 2003 y 2004 dirige “Los Derechos Humanos, el punto de entrada: El Corazón”, El 30 de diciembre de 2000 inicia la filmación de su documental “Carta Desde El Frente”. En 2007 dirigió desde su empresa, Karamelo Producciones Ltda., el proyecto de divulgación audiovisual de la Procuraduría General de la Nación sobre la Ley 975/2005 llamado “Tiempo de la Verdad”. 
Le produce escozor quedarse callada. Y así cierre la boca, las palabras (léase “la rabia”) 
– Entonces…¿Fueron ocho años de farsas, mentiras, engaños? 
– No lo digo yo, lo dicen quienes investigan: Procuraduría, Fiscalía y Altas Cortes. Los resultados están en La Picota, en imputación de cargos, en juicios, en asilos por supuesta persecución política, en chuzadas. En hechos que parecía interesar sólo a funcionarios de bajo rango. En el caso de las chuzadas del DAS parece que los funcionarios estaban aburridos de pasar tanto tiempo desocupados y, luego de eternas partidas de dominó, de jugar parqués, de armar rompecabezas, dijeron, ahora juguemos a chuzar a quien nos dé la gana. Porque la posibilidad de que eso hiciera parte de un macabro plan de violación a la intimidad y a los derechos fundamentales, que podría tener un beneficiario, no se conoce. Por lo menos no se sabe a quién podría beneficia. Hasta donde hemos llegado fue iniciativa personal de esos funcionarios. La mentira es enorme, dijeron que habían acabado con las Farc y ahí están (me parece), dijeron que habían acabado con los Paras y, según se ve, lo único que aparentemente sucedió fue un cambio de razón social, de Paramilitares a Bandas Criminales. Toca esperar más resultados, pero el daño es muy grande. 
El país, además de que nunca se ha distinguido precisamente por ser el más equitativo, sufrió un atraso del que tardaremos años en recuperarnos. 
– ¿Cómo alcanzó a durar un gobierno 8 años a punta de fraudes? 
– ¿A punta de fraudes? No sé si fue así. Creo que duró por la voluntad de la mayoría de los colombianos. Esa mayoría que se autodenomina “gente de bien”, creyó en las emotivas palabras de su presidente y resolvieron pasar por alto “Falsos Positivos”, entradas de narcos a la casa de Nari, las zonas francas de Mosquera y sus beneficiarios, el primo Mario Uribe, senador y mentor político del presidente, investigado y condenado, el proceso y condena de Yidis, la orden del presidente de que los senadores investigados siguieran votando proyectos y, lo que es mucho peor, estaban (están?) dispuestos a defender a capa y espada, y no es una metáfora, los ideales que dice perseguir su líder. 
– ¿Lo que hasta ahora se ha descubierto crees que sea apenas la punta del iceberg? 
– La puntica, diría yo. Ojalá me equivoque. 
– ¿Se les podrá llamar “cínicos” a quienes aún defienden al gobierno anterior sabiendo que hubo interceptaciones ilegales, asilo de delincuentes, zonas francas, ejecuciones extrajudiciales, falsas desmovilizaciones, etc.? 
– No. Creo que es la ignorancia la que permite que sigan respaldando un discurso que no tiene asidero. Lo cierto es que la gran mayoría ya optó por hacerse a un ladito y dejar que su antiguo líder corra la suerte que deba correr, pero sin juntarse con él. Así es la vida. Y más, la esencia de esta clase política colombiana, “ya no me sirves, chao”. Los pocos que siguen justificando los hechos y respaldando el actuar del anterior gobierno son, por decirlo de alguna manera, quienes desde el fondo de su alma creyeron en él. Por eso le justifican. Uno dice, ¿Pero cómo puedes justificar que el Ejército asesine a un muchacho para presentarlo como un “positivo”, dado de baja en combate? Para ellos es entendible, según su manera de manera de ver, probablemente de todas maneras era un peligro, así lo acepta hasta el Sr. Uribe cuando afirma que nada bueno estarían haciendo por allá. Es como si tú mataras un perrito y yo justificara el hecho diciendo, es que el perrito se le comió su almohada predilecta. Entonces no eres un monstruo que asesina perritos indefensos, sino… mejor dicho, era lo que había que hacer con el perrito. Igual pasa con los muchachos asesinados, sólo se hizo lo que se “debía hacer”. Esa es la lógica. 
– ¿Aún qué falta por saber? 
– Uff… no soy adivina, no participé de ese gobierno, pero desafortunadamente creo que falta mucho, mucho. Hasta podría adelantar un pedacito (y es un pedacito) que creo se sabrá la semana entrante. A una de las madres de los mal llamados “Falsos Positivos”, después de todo lo que ha debido padecer, la lucha por saber dónde estaba su hijo, de exhumarlo, seis meses después de ser asesinado, identificarlo, traerlo a Bogotá, dedicarse a limpiar su nombre, como dicen ellas, en los próximos días, casi tres años después, parece que le informarán que los restos que enterró sólo corresponden al 50% del cadáver de su hijo. ¿Dónde quedó el resto? 
– ¿Qué pasa cuando un pueblo no reacciona ante tamañas mentiras y falsedades? 
– Un pregunta muy sencilla, la respuesta la conocemos todos los colombianos. Pasa lo que nos ha venido pasando durante los últimos 60 años: chorros y chorros de sangre corren por nuestro territorio, montañas de cadáveres, millones de pobres, desplazados, pero no los vemos. Y como no los ven, eso nunca ha ocurrido y ¡Uepá jé!

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