La voz del hombre

Öscar Hernández (Colombia)
Y además, para que todos sepan,
yo no puedo decir nada distinto
de lo que dicen todos.
La voz del hombre siempre estará prendida
al eco de las otras.
Estas palabras son las mismas,
las mismas que dijera un condenado a muerte,
o las solas palabras que diría el hombre que da trigo
al pico de los pájaros.
Si yo dijera ahora:
El crepúsculo duerme su sueño de violetas
o si cambiara el ritmo que marca el ritmo mío,
y dijese:
El mundo es una hoguera que consume los brazos
de los hombres como leños de carne;
tal vez una mentira se me asomase al rostro.
Por eso, yo digo esto y aquello,
lo de los marineros, lo de la piel del negro,
lo que tiene de blanco el lecho de la esposa
y la sangre que tiene el mismo lecho.
No puedo decir más,
nunca he entendido las raras abstracciones de los
hombres
a pesar de ser hombre
y decir como todos cuotidianas palabras,
cuotidianas y blancas, porque siempre he querido
que sean blancas las voces de los hombres.
No he dicho nada nuevo,
simplemente, he hablado una vez más.

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