Nota enviada por: Helena Manrique M./ Bogotá.
“Se llamó Federico García Lorca, la palabra y el alma siempre en la boca, y la pluma en sus labios era una rosa”. Sevillanas para recordar al fusilado poeta granadino, en un tormentoso Agosto en plena Guerra Civil Española, hace 75 años (1898-1936). De la Generación del 27, prolijo y profundo, con su lírica forma de elevar la palabra, traducida en verso, traducida en prosa y traducida en rosa. Algunos biógrafos aducen que su propia familia lo mandó a matar, pues sus homofóbicos parientes los Roldán, a su vez familia de los De Alba, nunca soportaron lo escrito en su máxima obra teatral, “La casa de Bernarda Alba”, -nombre original- drama de mujeres en los pueblos de España. José Valdés Guzmán Gobernador Civil de Granada lo mandó a aprehender en la casa de su amigo-poeta Luis Rosales, y lo demás es historia. “El romancero gitano”, “Yerma”, “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, “El público”, “Poeta en Nueva Cork”, “Poema de la saeta”, “Romance de la luna”, “La casada infiel” y “San Miguel”, son algunos títulos de su completa obra literaria. “Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir”, casi a manera de epitafio esta inédita frase del bardo andaluz. Y siguiendo con las sevillanas: “A la luz de la luna de Federico, los gitanos perdieron su abanico, adornando la tumba de Federico. Donde van los poetas sin horizonte, debe estar en el cielo dando lecciones, y las puertas del cielo tienen su nombre”.