María José Navia: la artesana incansable de la literatura chilena reciente

María José Navia. Foto: María Jesús Miranda

Por: Pablo Concha*

Kintsugi
(Editorial Kindberg, 2018) de la escritora chilena María José Navia, es una obra difícil de definir o encajar en
alguna categoría. Tiene su origen en dos cuentos del anterior libro de la
autora, Lugar (Ediciones de la
Lumbre, 2017), y está a su vez formado por pequeños “capítulos” o relatos
protagonizados por los mismos personajes a lo largo de varias décadas. No
podríamos decir que es un libro de cuentos per
se
, ya que si no se lee en el orden que tiene es probable que no se
comprenda, pero tampoco se trata de una novela en el sentido tradicional, ya
que, entre otras cosas, la voz del narrador va mutando y cambiando –a veces
incluso saltando en el tiempo– con cada capítulo/cuento. Aunque esa voz
narrativa posee una cualidad de consonancia, hay variaciones en su tono
dependiendo de quién sea el protagonista del capítulo/cuento y, sobra decirlo,
en las novelas tradicionales no suele suceder esto. El tono mesurado, la
progresión emocional y psicológica de los personajes, el rumbo que toman sus
vidas, es lo que hace que el lector devore Kintsugi
en muy poco tiempo.
El
tema central del libro es la familia, la inmensa complejidad de una familia, y
lo incapaces que somos de comprenderla o alterar el devenir de su historia. Aquí,
el inexplicable abandono de un padre a su familia y el somero contacto que aun
así intenta mantener con su hijo mayor –solo un niño en el momento de la
partida del progenitor– es el detonante de estas historias que en ocasiones
intersectan sus rumbos y en otras se alejan irremediablemente. El nivel de
artesanía de la autora, quizás muy similar a la de los maestros japonenses
encargados de recomponer las piezas de cerámica rotas con resina de oro (arte
conocido como Kintsugi), es
admirable. Leer Kintsugi es ser
testigo de la ejecución de un arte en su más elevado nivel.
Hemos
invitado a María José Navia, autora
también de la novela Sant (Incubarte
Editores, 2010) y de los libros de cuentos Instrucciones
para ser Feliz
(Sudaquia Editores, 2015) y el ya mencionado Lugar, y docente en la Pontificia
Universidad Católica de Chile, a este espacio dedicado a los libros y las
letras para conversar sobre los detalles de su obra.

─¿Qué existió primero
para ti: el término japonés referente a reparar piezas de cerámica rotas, o la
idea de la novela-de-relatos?
MJN: La idea de la novela en relatos. Me
encantan las colecciones de cuentos conectados, y, en mi cabeza, esta “novela”
es un poco eso. Yo empecé a escribir cuentos a partir de los personajes de Rebajas (una de las historias de mi
libro anterior, Lugar), un poco por curiosidad, y de ahí se fue armando
esta pequeña galaxia. Mientras escribía, tenía muy presentes dos colecciones de
cuentos conectados muy importantes para mí: Olive Kitteridge  de Elizabeth Strout y A visit from the
goon squad
(El tiempo es un canalla,
Editorial Minúscula, 2011) de Jennifer
Egan
. Luego, ya en la etapa de edición, leí un libro de ese estilo, más
reciente, Fight no more de Lydia
Millet
, y fue valiosísimo para hacer los últimos ajustes. El término llegó
un poco de casualidad. Mi marido me comentó un día lo que significaba y me dijo
“creo que podría ser el título de algo tuyo”. Y ahí quedó la sugerencia por un buen
tiempo. Hasta que llegó el momento de ponerle el título a este libro y fue
perfecto cómo calzó todo el puzzle.
Kintsugi tiene su génesis en el cuento “Rebajas”,
incluido en tu libro
Lugar; ¿hay algún otro de tus relatos
que quieras o pienses expandir en el futuro?
MJN: El libro de cuentos que estoy
escribiendo ahora retoma a uno de los personajes de Instrucciones para ser
feliz
, y que luego fue incluido en Lugar: Marlon, un niño que aparece
en el cuento Afuera. En ese relato lo
vemos del otro lado de la pantalla, haciendo tareas, mientras su madre trabaja
de empleada doméstica/niñera en Nueva York. En lo que estoy escribiendo ahora
hay un relato que toma a ese niño cuando es un poquito más grande.  También hay otro cuento que vuelve sobre Ema,
uno de los personajes de Kintsugi.
─La versión de “Rebajas” incluida en Kintsugi tiene
unas sutiles variaciones respecto a la versión de
Lugar (el cambio de algún adjetivo, la
modificación del trabajo que hacía Marce, en la primera versión Sofi veía en la
tele Peppa y ahora ve Bob Esponja, la unión de párrafos que antes estaban
separados, etc.). ¿A qué obedecen esos cambios? ¿Eres –se me ocurre el caso de
Rodrigo Fresán– de esos escritores que modifican y cambian cosas en cada nueva
edición de sus libros?
MJN: Los cambios fueron revisiones de
algunas cosas que ya no me gustaban o que tuve que ajustar ahora que iba a
seguir a estos personajes unos años más allá. Pasaba que, si los niños estaban
viendo Peppa, el último cuento iba a ocurrir muy adelante en el futuro y se me
escapaba un poco de lo que quería contar. Creo que es un poco temprano para
determinar qué tipo de escritora soy. Por de pronto creo que mis juegos serán
hacia adelante: incluir personajes, que ya habían aparecido antes, en mis
libros por venir. Por lo menos por ahora me estoy divirtiendo mucho con eso.
─Hay otro cuento de Lugar que
hace una aparición en
Kintsugi, y es «En caso de emergencia». ¿Cuándo lo escribiste para Lugar sabías ya que Sofía, la
protagonista, era la misma Sofi de “Rebajas
ya adulta y viviendo en Washington, o fue algo que “surgió” al armar
Kintsugi?
MJN: Ya sabía. Pasó que Kintsugi, o
los cuentos que luego conformaron Kintsugi, los empecé a escribir casi
al mismo tiempo que los de Lugar. Entonces luego quise probar cómo
quedaba si usaba uno de esos cuentos allí: si los lectores se daban cuenta, si
gustaba la coincidencia, si ese cuento por sí solo funcionaba. Fue, además, el
primer cuento que escribí sobre el futuro de los personajes de “Rebajas”. Así
que lo saqué a dar una vuelta de prueba (como los autos, ja) en Lugar.
─¿Cómo se dio esa
evolución o “maduración” de los personajes, cómo decidiste qué contar de sus
vidas y qué dejar a la imaginación del lector?
MJN: Va a sonar horrible esto, pero seguí
mi propia curiosidad. Fui escribiendo lo que yo quería saber y tal vez por eso
hay más cuentos o capítulos dedicados a los personajes femeninos (que eran los
que yo quería conocer en más detalle). Luego fui mostrándole el manuscrito con
todos los cuentos a mis lectores de siempre (tres o cuatro personas que tienen
la paciencia de leerme, y en múltiples versiones, cada vez que escribo algo),
luego a mi editora, y ahí fui ajustando algunas cosas tomando en cuenta sus
opiniones y sus curiosidades.
─El año pasado apareció
en Chile tu traducción de
Battleborn de Clare Vaye Watkins (Nevada, Laurel Editores, 2018). ¿Por qué
elegiste ese libro para traducir y cómo esa labor?
MJN: Es uno de mis libros de cuentos
favoritos. Hay un cuento allí, “The Archivist”, que me rompió el corazón y me
lo vuelve a romper cada vez que lo leo. Es una colección brillante y es un
sueño haber sido la primera en traducirla al español, gracias al enorme apoyo de
Libros del Laurel. El proceso fue difícil, era la primera vez que traducía un
libro entero, además de uno que admiro tanto, y descubrí que soy muy lenta como
traductora, que traducir a veces es como convertirse en una casa embrujada,
donde llegan voces y fantasmas que les cuesta irse. Soñaba con los cuentos,
pensaba en párrafos, que ahora me sé de memoria, por semanas. Gayatri Spivak dice que traducir es el
acto de lectura más íntimo y, la verdad, tiene toda la razón. Es una
experiencia muy transformadora.   



  

─¿Qué otros autores,
quizá desconocidos para el público hispanohablante, te gustaría traducir en
algún momento? ¿Tienes a alguien en la mira?
MJN: Tengo dos en la mira pero no quiero
revelarlos todavía. Puedo decir que son dos libros de cuentos, los dos muy
distintos, y por ahora estoy ensayando traducir algunos relatos para ver con
cuál quiero empezar (me encantaría traducir a los dos). Pero soy una tortuga
para traducir, así que va a tomar muchísimo tiempo.
─¿Cuáles podrías decir
que son los escritores que más han influenciado tu narrativa?
MJN: Tal vez mi respuesta a tu pregunta va
a sonar un poco rara. Mi escritor favorito es Rodrigo Fresán, son sus libros a los que vuelvo siempre, como
lectora/fan y como académica, y son libros que nunca agotan ni se agotan.
Lo que está haciendo él ahora con su trilogía me parece un monumento a todo lo
que hay de maravilloso en la literatura, y estoy esperando esa tercera parte (La
Parte Recordada
), con ansias. Es además, probablemente, el mejor lector que
conozco: admiro enormemente su erudición, su generosidad para reseñar y
escribir sobre los libros de otros. Dicho esto, él no ha sido muy influyente en
mi narrativa (o tal vez en mis reseñas, sí, por cierto), pero ha sido
fundamental para mí como escritora y lectora. Son sus libros los que me dan las
ganas para seguir escribiendo. Pero mis influencias vienen dadas más bien por
grandes cuentistas y novelistas en inglés como Grace Paley, Shirley Jackson,
Mavis Gallant, Alice Munro, Joy Williams,
Edith Pearlman, Jennifer Egan, Lydia Davis,
Lydia Millet
, Megan MaYhew Bergman,
Karen y Aimee Bender, o la misma Claire
Vaye Watkins
.
─Por favor, recomienda
a nuestros lectores más jóvenes –algunos tal vez escritores en ciernes– un par
de libros que creas deberían leer.
MJN: Todo Fresán (o, bueno, empiecen por Historia Argentina y ahí
siguen el camino amarillo), le tengo también un gran amor a la literatura
boliviana contemporánea (y de ahí les recomiendo Los Afectos, de Rodrigo Hasbún, La desaparición del
paisaje
, de Maximiliano Barrientos,
Nuestro mundo muerto, de Liliana
Colanzi
, Para comerte mejor de Giovanna
Rivero
, Norte, de Edmundo Paz
Soldán
), El buen soldado de Ford
Madox
Ford (hay una traducción
reciente en Sexto Piso), Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, La Señora Dalloway de Virginia Woolf, Visión Binocular de Edith Pearlman o los Collected Stories de Mavis Gallant, Umami de Laia Jufresa, Años Luz de James Salter, El cielo de los animales de David
James Poissant
, y creo que podría seguir la lista por siempre…

 Mi escritor favorito es Rodrigo Fresán, son sus libros a los que vuelvo siempre, como lectora/fan y como académica, y son libros que nunca agotan ni se agotan.




*Pablo Concha 
Es un escritor colombiano,
autor del libro de cuentos de terror Otra
Luz
(El Bando Creativo, 2017).




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