El escritor y editor mexicano Gerardo Villadelángel Viñas entrega este especial (que hoy terminamos de publicar. Leer parte I) para la revista Libros & Letras sobre su visión respecto a una de las revistas latinoamericanas más importantes del siglo XX.
Sur, fundada por la argentina Victoria Ocampo, representa el deber ser de una revista. En torno a este tipo de publicaciones nace, se alimenta y se agudiza la crítica, se diversifican los puntos de vista, se pluralizan las perspectivas. Sur fue el espacio de Borges, de Bioy, de Sabato, de una revolución silenciosa que abrió sus ramas hacia toda América Latina hasta la profundidad de México, como lo veremos en el siguiente artículo.
Por: Gerardo Villadelángel Viñas*
III
Invitado en
1938 por José Bianco, el jefe de redacción que
imprimió a la revista el poderoso espíritu literario que la ubicó en lo
más alto de la
tradición, Octavio Paz logró resumir
a Sur desde su vívida
trascendencia:
1938 por José Bianco, el jefe de redacción que
imprimió a la revista el poderoso espíritu literario que la ubicó en lo
más alto de la
tradición, Octavio Paz logró resumir
a Sur desde su vívida
trascendencia:
Sur fue para nosotros templo, casa,
lugar de reunión y confrontación […] Sur no es sólo una revista o una institución,
es una tradición del espíritu […] Escribir para Sur nunca ha
significado para mí colaborar en
una revista literaria sino participar en una empresa que, si no es la verdadera
vida espiritual, tampoco es la vida literaria en su acepción corriente, lo que fue para los
europeos la Nouvelle Revue Française, es
para mí Sur: las letras
concebidas como un mundo propio –no aparte ni enfrente de los otros mundos, pero jamás sometidas a ellos–. Las literaturas de la libertad
dependen siempre de esta o aquella idea de la libertad: Sur es la libertad de la literatura frente a los poderes terrestres. Algo
menos que una religión y algo más que una secta.[14]
lugar de reunión y confrontación […] Sur no es sólo una revista o una institución,
es una tradición del espíritu […] Escribir para Sur nunca ha
significado para mí colaborar en
una revista literaria sino participar en una empresa que, si no es la verdadera
vida espiritual, tampoco es la vida literaria en su acepción corriente, lo que fue para los
europeos la Nouvelle Revue Française, es
para mí Sur: las letras
concebidas como un mundo propio –no aparte ni enfrente de los otros mundos, pero jamás sometidas a ellos–. Las literaturas de la libertad
dependen siempre de esta o aquella idea de la libertad: Sur es la libertad de la literatura frente a los poderes terrestres. Algo
menos que una religión y algo más que una secta.[14]
Bien desde
sus firmas o con el análisis
extranjero puesto en sus creadores y manifestaciones, México encontró en Sur un puente
hacia el diálogo con el
canon intelectual del momento. ¿Qué tanto ocupó
de ese “templo” la “tradición
espiritual” de nuestro país? ¿Qué de ésta
comprendieron sus ediciones? En un sentido amplio, ¿cuáles fueron las
pautas, los mapas, las directrices y las resonancias de la presencia mexicana
en Sur?
sus firmas o con el análisis
extranjero puesto en sus creadores y manifestaciones, México encontró en Sur un puente
hacia el diálogo con el
canon intelectual del momento. ¿Qué tanto ocupó
de ese “templo” la “tradición
espiritual” de nuestro país? ¿Qué de ésta
comprendieron sus ediciones? En un sentido amplio, ¿cuáles fueron las
pautas, los mapas, las directrices y las resonancias de la presencia mexicana
en Sur?
Circunnavegando aún más por las
lindes a las que hemos acudido, la respuesta se abre con una breve cita de
Alfonso Reyes, quien pudo ver que “cuando Argentina y México están juntos, Latinoamérica se
abraza, se funde y avanza”, una frase
sin excepción que es campo fértil para
demostrar y demostrarse a sí
todo lo que puede trascender una lengua. Victoria Ocampo lo reconocería idénticamente
al decir que “hemos nacido
en las dos extremidades del mismo país que se extiende a lo largo de más de medio
continente”.
lindes a las que hemos acudido, la respuesta se abre con una breve cita de
Alfonso Reyes, quien pudo ver que “cuando Argentina y México están juntos, Latinoamérica se
abraza, se funde y avanza”, una frase
sin excepción que es campo fértil para
demostrar y demostrarse a sí
todo lo que puede trascender una lengua. Victoria Ocampo lo reconocería idénticamente
al decir que “hemos nacido
en las dos extremidades del mismo país que se extiende a lo largo de más de medio
continente”.
Con Sur, o a través de ella,
no sólo se extendía una sola región desde
Buenos Aires hasta Monterrey, sino también un espejo
nítido,
reflejo de pares que compartían saberes y
verdades puestos en tensión dentro de los márgenes de
las fronteras propias, lo que se reveló como una empatía de
librepensadores –en
términos del crítico Danubio Torres Fierro– que, bajo
ciertas similitudes respecto al horizonte rioplatense, en el caso mexicano respondió a los
avatares del nacionalismo revolucionario apenas en fragua.
no sólo se extendía una sola región desde
Buenos Aires hasta Monterrey, sino también un espejo
nítido,
reflejo de pares que compartían saberes y
verdades puestos en tensión dentro de los márgenes de
las fronteras propias, lo que se reveló como una empatía de
librepensadores –en
términos del crítico Danubio Torres Fierro– que, bajo
ciertas similitudes respecto al horizonte rioplatense, en el caso mexicano respondió a los
avatares del nacionalismo revolucionario apenas en fragua.
En el círculo que
aquí clama, el
que surgió con los nombres de Reyes a la cabeza y el de Octavio Paz como
luminoso cierre, se llamó a lo que podría habitarse como una utopía intelectual
americana, por principio, saludándola con el
mejor de los espíritus que
buscaba ubicarla en los mismos campos semánticos de discusión del marco occidental, en momentos “de la
historia en que todo cruje”
–o crujía–, para
decirlo en términos
de Ocampo, y para resaltar su intrínseco y
refinado pulso disidente (aunque parezca oxímoron).
aquí clama, el
que surgió con los nombres de Reyes a la cabeza y el de Octavio Paz como
luminoso cierre, se llamó a lo que podría habitarse como una utopía intelectual
americana, por principio, saludándola con el
mejor de los espíritus que
buscaba ubicarla en los mismos campos semánticos de discusión del marco occidental, en momentos “de la
historia en que todo cruje”
–o crujía–, para
decirlo en términos
de Ocampo, y para resaltar su intrínseco y
refinado pulso disidente (aunque parezca oxímoron).
Así saludaba
Antonio Castro Leal a la misma Victoria en octubre de 1943, cuando la editora
llegó a México después de una
visita a Estados Unidos:
Antonio Castro Leal a la misma Victoria en octubre de 1943, cuando la editora
llegó a México después de una
visita a Estados Unidos:
Victoria
Ocampo, vuelta hacia el arte, pide inteligencia a la vida, emoción a la
inteligencia, finura a la emoción y renovados fulgores al espíritu. No la mueve más que la natural inclinación de
su temperamento exquisito. Y en esta obra suya, que por modestia no quiere
llamar cruzada, creo que todos estamos con ella desde hace mucho tiempo.
Ocampo, vuelta hacia el arte, pide inteligencia a la vida, emoción a la
inteligencia, finura a la emoción y renovados fulgores al espíritu. No la mueve más que la natural inclinación de
su temperamento exquisito. Y en esta obra suya, que por modestia no quiere
llamar cruzada, creo que todos estamos con ella desde hace mucho tiempo.
Por las
misma fechas, así
lo hacía
El Hijo Pródigo, la revista
literaria mexicana que tenía en su
equipo de redacción a autores como Xavier Villaurrutia, Alí Chumacero, Gilberto
Owen y Octavio Paz:
misma fechas, así
lo hacía
El Hijo Pródigo, la revista
literaria mexicana que tenía en su
equipo de redacción a autores como Xavier Villaurrutia, Alí Chumacero, Gilberto
Owen y Octavio Paz:
[…] ha llegado
procedente de Estados Unidos la escritora argentina Victoria Ocampo, directora
de la revista Sur. En estas páginas alguna vez hemos señalado la significación e
importancia de su obra, reveladora de uno de los espíritus
más
estimulantes de las letras contemporáneas en América. La redacción del H. P. La saluda muy
efusivamente desde estas columnas, deseando que su estancia entre nosotros sea
un verdadero lazo de relación entre la intelectualidad de su país y la del nuestro.[15]
procedente de Estados Unidos la escritora argentina Victoria Ocampo, directora
de la revista Sur. En estas páginas alguna vez hemos señalado la significación e
importancia de su obra, reveladora de uno de los espíritus
más
estimulantes de las letras contemporáneas en América. La redacción del H. P. La saluda muy
efusivamente desde estas columnas, deseando que su estancia entre nosotros sea
un verdadero lazo de relación entre la intelectualidad de su país y la del nuestro.[15]
No puede
asegurarse que esas líneas de El Hijo Pródigo hayan sido
escritas por Octavio Paz, pero el estímulo allí
invertido en la figura de Ocampo, o en la mejor de sus tareas, se manifiesta
largo en una reflexión del poeta escrita en 1962, para incluirse en el libro Testimonios sobre Victoria Ocampo, editado ese
mismo año:
asegurarse que esas líneas de El Hijo Pródigo hayan sido
escritas por Octavio Paz, pero el estímulo allí
invertido en la figura de Ocampo, o en la mejor de sus tareas, se manifiesta
largo en una reflexión del poeta escrita en 1962, para incluirse en el libro Testimonios sobre Victoria Ocampo, editado ese
mismo año:
El nombre y
la persona de Victoria Ocampo evocan una columna, una cariátide
o un alto
monumento conmemorativo en el centro de una gran plaza. Sol, luz y un espacio
regido por una arquitectura noble. Estas imágenes no son caprichosas ni
fortuitas. Para casi todos los escritores hispanoamericanos la vida y la obra
de Victoria Ocampo son inseparables de la revista Sur.
¿Cómo no ver en su directora al
Pilar de la casa de las letras? Pilar, soporte o cariátide. Victoria es algo más: la fundadora de un espacio espiritual
[…] La otra
tarde un hombre inteligente y sensible me decía que el único monstruo
bello creado por el helenismo era la Victoria de Samotracia, y eso gracias a
que el azar le había roto los brazos: antes, algo
sobraba, las alas o los brazos. Victoria Ocampo es un Pilar pero no es una criatura
mitológica: tiene brazos y manos, voluntad e imaginación,
cólera y
generosidad. Y con todo eso ha hecho lo que nadie antes había hecho en América. No le
sobran las manos: con ellas escribe y con ellas construye. Cuando pienso en
ella, la veo en su ademán más noble: la mano abierta, dispuesta a estrechar otra
mano.
la persona de Victoria Ocampo evocan una columna, una cariátide
o un alto
monumento conmemorativo en el centro de una gran plaza. Sol, luz y un espacio
regido por una arquitectura noble. Estas imágenes no son caprichosas ni
fortuitas. Para casi todos los escritores hispanoamericanos la vida y la obra
de Victoria Ocampo son inseparables de la revista Sur.
¿Cómo no ver en su directora al
Pilar de la casa de las letras? Pilar, soporte o cariátide. Victoria es algo más: la fundadora de un espacio espiritual
[…] La otra
tarde un hombre inteligente y sensible me decía que el único monstruo
bello creado por el helenismo era la Victoria de Samotracia, y eso gracias a
que el azar le había roto los brazos: antes, algo
sobraba, las alas o los brazos. Victoria Ocampo es un Pilar pero no es una criatura
mitológica: tiene brazos y manos, voluntad e imaginación,
cólera y
generosidad. Y con todo eso ha hecho lo que nadie antes había hecho en América. No le
sobran las manos: con ellas escribe y con ellas construye. Cuando pienso en
ella, la veo en su ademán más noble: la mano abierta, dispuesta a estrechar otra
mano.
¿Expresa
ello el tipo de recepción de esas páginas argentinas en México? ¿El símil helénico da eco a su
influencia en las consuetudinarias generaciones de grandes que continúan elevándonos sobre sus hombros? Ni duda
cabe. Escuchar las voces de Reyes, Castro Leal, Cosío Villegas o
Paz, entre algunas más, unirlas a
las intensiones de Sur y entablar con los otros un alto
diálogo sobre América, repensándola desde la
inteligencia americana y haciéndola partícipe, englobándola como
geografía crítica, en la
discusión de un nuevo orden del mundo, haya sido político, artístico,
cultural, supone identificar un modelo cuyos estros permanecieron en herederos
que en su momento aparecerían en las últimas épocas de Sur, como Gabriel Zaid o José Emilio
Pacheco, el oriente con el que, viendo hacia aquel punto, puede reiniciarse
la escucha de este diálogo.
ello el tipo de recepción de esas páginas argentinas en México? ¿El símil helénico da eco a su
influencia en las consuetudinarias generaciones de grandes que continúan elevándonos sobre sus hombros? Ni duda
cabe. Escuchar las voces de Reyes, Castro Leal, Cosío Villegas o
Paz, entre algunas más, unirlas a
las intensiones de Sur y entablar con los otros un alto
diálogo sobre América, repensándola desde la
inteligencia americana y haciéndola partícipe, englobándola como
geografía crítica, en la
discusión de un nuevo orden del mundo, haya sido político, artístico,
cultural, supone identificar un modelo cuyos estros permanecieron en herederos
que en su momento aparecerían en las últimas épocas de Sur, como Gabriel Zaid o José Emilio
Pacheco, el oriente con el que, viendo hacia aquel punto, puede reiniciarse
la escucha de este diálogo.
Gerardo Villadelángel Viñas*
(Ciudad de México, 1973)
Curador editorial y ensayista, estudió literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (ffyl-unam), la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, España. Ha sido asesor de la dirección y editor de contenidos especiales en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Actualmente cura, coordina y edita la colección en siete volúmenes El libro rojo. Continuación (México, Fondo de Cultura Económica –fce–, 2008 a la fecha) que en 2009 obtuvo el Premio al Arte Editorial de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem). Como coordinador y editor realizó, en coautoría con el antropólogo Roger Bartra, el bestiario Axolotiada. Vida y mito de un anfibio mexicano (México, fce-Instituto Nacional de Antropología e Historia –inah–, 2011). Es antólogo, curador editorial y prologuista de la obra México en Sur 1931-1951 (México, fce-La Jaula Abierta, 2014) y codirector de La Jaula Abierta, sello que fundó con el escritor Vicente Leñero y el propio Roger Bartra. Ha presentado su obra en México, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Perú, Nicaragua, España y Japón.
______________________________
[14] Octavio Paz, “Testimonios sobre Victoria Ocampo. 1962”, Sur. Victoria Ocampo 1890-1979.
Homenaje, op. cit.,
p. 92.
Homenaje, op. cit.,
p. 92.
[15] El Hijo Pródigo, México, octubre
de 1943.
de 1943.
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