Mujer, india y esclava

Por: Vivian Murcia González / Editora de El PortalVoz.
Tres definiciones que no deberían ir juntas pero que representan el dramático estado que atraviesan las indígenas latinoamericanas. El 9 de agosto es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y, por esto, les dedico un artículo que intenta sacarlas del anonimato. 

No se trata de estigmatizarlas. Tener rasgos indígenas no significa que las mujeres latinoamericanas pasan penurias como lo imaginan la mayoría de lectores europeos. América Latina, la región más diversa, la más rica y, también, la más desigual, es tan disímil en todos sus aspectos que meter en un mismo saco a las mujeres indígenas sería un atropello.

Así que vamos por partes.
¿Cuántos indígenas hay? 
Según estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), actualmente es posible contar 826 pueblos indígenas en los países de la región, con un panorama altamente heterogéneo: en un extremo se ubica el Brasil con 305 pueblos indígenas, seguido por Colombia (102), el Perú (85) y México (78); en el otro extremo están Costa Rica y Panamá, con 9 pueblos indígenas cada uno, El Salvador (3) y el Uruguay (2).
¿Qué tan vulnerables son?
Según datos del Banco Mundial (BM) la carencia de oportunidades sociales, económicas y políticas es evidente.
Es notoria la discriminación estructural por su pertenencia étnica y cultural, reflejada en los niveles de pobreza más alta del continente, en la desigualdad en el acceso a los ingresos, su exclusión de los adelantos en educación, salud y las altas tasas de mortalidad materna e infantil.
Para el Banco Mundial, resulta alarmante la sistemática violación de los derechos humanos individuales y colectivos.
¿Qué derechos indígenas se ven vulnerados?
Voy a centrarme en tres derechos que han concentrado – durante décadas – el foco de las luchas de los pueblos indígenas: Derecho a un territorio propio, participación política y vida digna. Para este último me voy a centrar en el caso de Colombia en donde, tras 60 años de guerra civil, las mujeres indígenas han sido violadas y asesinadas sistemáticamente, lo que las ha llevado a autodefinirse como «botín de guerra».
La «Madre Tierra»
Una de las representaciones que sustenta la cosmogonía de los pueblos indígenas es su relación con la Madre Naturaleza o Madre Tierra. Esta relación se consolidó con el Convenio de Diversidad Biológica (CDB) y el Plan de acción mundial para la conservación y utilización sostenible de los recursos para la alimentación y agricultura, en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las mujeres indígenas son los principales agentes agrarios dentro de sus comunidades: son quienes, por tradición, se responsabilizan de la alimentación de los niños.
La desigualdad entre los hombres y mujeres marca el ámbito alimentario. Así lo recoge el Convenio sobre Diversidad Biológica a través de un testimonio de una mujer indígena:

«Nosotras solemos depender de los recursos comunitarios, como leña, agua dulce, semillas y plantas medicinales, así como también de recursos provenientes de los bosques, costas, y otros ecosistemas, que son esenciales para nuestra subsistencia y sobrevivencia. Frecuentemente nuestro derecho propio, para usar estos recursos de una manera sustentable no es reconocido y, en este contexto, estos recursos colectivos son privatizados».

Uno de los principales desafíos en esta materia es la integración de los derechos de los pueblos indígenas en un nuevo modelo de gobernanza de los recursos naturales.

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