Por: Gustavo Adolfo Quesada Vanegas
“La justicia no es así. La de esta novela es justicia de ficción, pero no sé por qué muchos creen que esta es una novela cuyo origen es la realidad”.
Jaime Moreno García
Con este epígrafe, irónico, por lo demás, inicia Jaime Moreno García, exmagistrado, su novela Temis Night Club que presenta un descarnado boceto de la justicia en Colombia. No sobra recordar que el autor fue uno de los fundadores de la mítica revista Teorema de Arte y literatura y que ha publicado varias novelas: Memorias de la hija del Boticario, Alguien anda detrás del presidente y Sombras y luces del 900, además de los libros de cuentos: Recogiendo los pasos, Un regalito para el juez y Justicia divina, y una obra de teatro, “Al final de la gira”.
La novela tiene como eje el relato del conflictivo romance entre Gertilde Torres, Juez 117, mujer autoritaria, posesiva, celosa y neurótica, y María de los Ángeles Trespalacios Trespalacios, igualmente juez, hembra atractiva, ligera y bebedora, a quien le gustan igualmente los hombres, los jóvenes sobre todo, pero que convive clandestinamente con Gertilde a la que chantajea emocionalmente cada que se sale de curso y enfrenta los reclamos amorosos de su apasionada amante. Alrededor de este conflicto se anudan historias y personajes como el abogado litigante Ibo Simbaqueba (pelitos), experto en todas las truculencias de los códigos y en el arte del soborno; el secretario del juzgado 117, Bernardino Gómez, funcionario arribista y ladino, solo leal a quien le facilita las mordidas; el dirigente sindical de la rama judicial, Clímaco Azcárate, de compleja orientación política; Querubín Bernal, preso que hace el papel de ordenanza en uno de los patios de la prisión, de la que no quiere salir, pues su alianza con Ibo Simbaqueba le produce pingües ganancias sin tener que enfrentar los retos y angustias de la vida diaria fuera de la prisión. En fin, magistrados, jueces, sustanciadores y secretarias que desde el Temis Night Club, prostíbulo disfrazado de club social, administran ascensos, recursos y justicia o delincuentes fortuitos como Itlier Troncoso o Rodolfo, víctimas de esta maquinaria endemoniada. Las historias se encadenan en forma simultánea y su solución de continuidad del mismo modo, sin faltar el azar, los crímenes de dirigentes sindicales y los asesinatos en las narices de los guardias de la cárcel.
En un lenguaje transparente, no exento de humor, de sarcasmo y de ironía, agradable y fácil de leer y con una perfección idiomática que llama la atención, Jaime Moreno nos muestra lo que de tanto mirar ya no vemos el sistema judicial corrupto y apunto del derrumbe. El edificio de los juzgados, con oficinas repletas de papeles, descuidado y sucio, las cárceles de paredes descascaradas, la truculencia remplazando la claridad de los procesos, los sobornos, el engaño, la maledicencia, el abuso del poder, los ascensos obtenidos en la cama, y por si fuera poco, los sicarios eliminando a los jueces que quieren encausar a los narcotraficantes y asesinando a los dirigentes sindicales. Mientras tanto, el gobierno haciendo declaraciones rimbombantes y comprometiéndose a lo que nunca va a cumplir. Esta novela, que por su condición de comprometida, en ningún momento pierde su talante de verdadera, novela, con una trama, personajes perfilados y cada uno con su propio psiquismo, argumento en tensión y desenlace inesperado, debería ser obligatoria en las clases de ética de los futuros abogados de todas las facultades de derecho de nuestro país. Se lograrían dos objetivos: aficionar a los abogados a la buena lectura y darles anticuerpos para su desempeño profesional.