Por el futuro de Colombia en La calle ajena de Flor Romero

No. 6.506, Bogotá, Sábado 26 de Octubre del 2013 
El gran clásico es un hombre del que se puede hacer el elogio sin haberlo leído. 
Gilbert Keith Chesterton
Por el futuro de Colombia en La calle ajena de Flor Romero
Parte
I
Por: Bogdan Piotrowski. Flor Romero es una escritora sensible a la
realidad de su patria y a la de sus compatriotas. Su concepción artística se
ahonda en la tradición pero, al mismo tiempo, está abierta a los
acontecimientos que sacuden a Colombia en la actualidad. ¿Cómo no recordar su
valioso aporte de los cientos y cientos mitos colombianos y de todo el
continente americano? Pero, en las páginas de sus novelas también se refleja su
perspicaz análisis de la problemática actual.
La escritora nacida en La
Paz
de Calamoima, cerca a Guaduas, Cundinamarca, pertenece a
una generación literaria que marcó un hito en la historia de Colombia. Sin
embargo, su creación se diferencia mucho de la de sus colegas. Sabe que sus
páginas se dirigen al hombre y la persona humana es el centro de sus
consideraciones. Sus visiones literarias se fundamentan
en una interpretación constructiva de la realidad, aunque no huye ante el dolor
y las tragedias que pueden presentarse en la existencia humana y que, en
algunas circunstancias, pueden afectar de modo muy impactante.
La calle ajena es una de estas muestras del reclamo de la
justicia que tanto caracteriza la obra de Flor Romero. Aquí no hay sesgos
ideológicos, sino la sincera actitud de solidaridad con los desprotegidos y, en
este caso, aún más amenazados, porque se trata de los niños. Flor Romero
postula valores tan importantes como la dignidad de la persona y el respeto por
el otro. El amor constituye el fundamento de las relaciones humanas, aunque la
escritora también reconoce que ocurren actos de injusticia. Igualmente, a pesar
de su evidente preocupación por el bien común, no faltan casos de egoísmo,
brutalidad y maltrato.  La escritora no
crea visiones rosa de la realidad, todo lo contrario, la refleja con su
crudeza, pero siempre se puede apreciar, aunque de forma latente y sutil, la
noble defensa de la persona y de sus derechos.
La calle ajena es una novela que reclama la necesidad de
promover una mayor atención al futuro del país. La niñez y la juventud
simbolizan un porvenir mejor, en el que se pueden cumplir los anhelos hasta
ahora inalcanzables. El hecho de que los protagonistas de esta novela  vivan marginados, en la calle, sugiere la
frustración ante lo presenciado. Hacia la misma dirección se puede interpretar
el título del libro. La calle que normalmente es un espacio común, compartido,
de circulación para todos, en las páginas de este libro sugiere que es un lugar
inhóspito, que perturba y causa adversidades. Las infortunadas situaciones que
viven los personajes novelescos no son resultado de la mala suerte, sino de la
iniquidad social y del imperante abandono por parte del gobierno. Si el lector
ubica fácilmente la acción de la novela en Bogotá y cuya trama se desarrolla
principalmente en su centro, la calle puede representar metafóricamente
cualquier sitio del territorio nacional. 

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