No. 6.135, Bogotá, Domingo 19 de Agosto del 2012
La vida se debe celebrar no solo cuando se nace, sino también cuando se abre un libro.
Maleot
Entre fiestas y dolores patrios
¿Qué nos dejó el Bicentenario de la Independencia?
Guillermo Segovia Mora
II Parte
Enjundiosas investigaciones sobre la coyuntura independentista, desde diversos aspectos y con enfoque novedoso, vieron la luz estimuladas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (8 títulos), el Banco de la República y EAFIT (4 títulos) y por el concurso convocado por la Academia Colombiana de Historia (3 títulos), la que editó también lujosos volúmenes conmemorativos. La Sociedad Santanderista reeditó estudios clásicos (4 títulos). La Asociación Colombiana de Historiadores, con la coordinación de Javier Guerrero, realizó su congreso bianual en Bogotá con la magnífica asistencia de cerca de mil profesionales y estudiantes de todo el país, centrado en la Independencia y las nuevas temáticas de interés de los investigadores. El certamen rindió un merecido homenaje al historiador Hermes Tovar, cuyo discurso y otros textos publicados por los Andes bajo el título La sal del desarrollo debería ser de lectura obligatoria de todos los colombianos.
La emancipación también fue el centro de las disertaciones del encuentro de la asociación de historiadores colombianistas. En una labor meritoria, el historiador Luis Javier Caicedo creó y alimentó la página Web no oficial Albicentenario que desde el 2006 hizo el seguimiento crítico a las políticas públicas conmemorativas en Latinoamérica, alertó sobre las intenciones oportunistas del gobierno Uribe de aplazar la efeméride y ofreció amplia información y documentación sobre el hecho histórico y su celebración.
Las editoriales comerciales también aportaron varios títulos en crónicas, novelas y ensayos. Entre otros, La pasión de la Pola de Pedro Badrán (Grijalbo), Las locuras pasionales de Bolívar de Luis Roncallo (Planeta), El soldado que despareció entre la niebla y 111 historias, de Gonzalo España (Planeta), ¡Vuelvan caras, carajo! de Rafael Baena (Pre-Textos), El mariscal que vivió de prisa de Mauricio Vargas (Planeta), En busca de Bolívar de William Ospina (Norma), Adiós a los próceres de Pablo Montoya (Grijalbo), El general y sus centauros biografía de Santander de Carlos Bastidas Padilla (Panamericana), Mujeres libertadoras de Enrique Santos Molano (Planeta) y La perniciosa incertidumbre, Memorias de Fermín Donaire, de Alfredo Arango y Juan Lara ( Planeta y Editorial Puente Levadizo). Además tres libros sobre el período, en el revisionismo hispanista de Pablo Victoria (Planeta); los trabajos para niños de Irene Vasco, y las compilaciones: 1810 (Tauros), Las independencias hispanoamericanas (Norma), El gran libro del Bicentenario (Planeta) y Crónicas y relatos de la Independencia (Comp. de Pedro Badrán, Ediciones B). Sin propósito conmemorativo, pero con trasfondo en la guerra de Independencia, en Enero de 2012, fue presentada La Carroza de Bolívar (Tusquets), deliciosa novela iconoclasta de Evelio Rosero Diago.
Las editoriales independientes FICA (12 títulos), La Carreta junto con la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia de Tunja (8 títulos) y Desde Abajo (8 títulos), hicieron un esfuerzo notable por dar a conocer teoría, balances y perspectivas de la historiografía crítica, investigaciones y ensayos desde esta corriente y documentos reveladores en colecciones conmemorativas. Un editor principiante publicó las memorias antibolivarianas del militar estadounidense Ducoudray Holstein, hasta ahora inéditas en español. La Feria Internacional del Libro en su edición 2010 tuvo como invitado de honor al Bicentenario y consecuente con ello abundó en conferencias, talleres, presentaciones de libros, exposiciones, cine y gastronomía relacionados con la efeméride.
El Bicentenario trajo consigo el afianzamiento de nuevas tendencias de la historiografía que implican una versión más plural e incluyente, menos procera y patriotera, que lleva a la ampliación de los temas a investigar hacia la cultura, la vida cotidiana, la opinión pública, las representaciones simbólicas, los imaginarios colectivos; que habla del papel de los indígenas, los afrodescendientes, las mujeres y el pueblo; que reconoce a las provincias y habla de independencias, que explica la posición de la gente a partir del estudio de sus intereses y no la rechaza desde los prejuicios; que inserta la Independencia en el proceso más amplio de las revoluciones liberales atlánticas, obliga a estudiar hasta donde éstas fueron causa o consecuencia y la hermana con la rebelión anticolonial latinoamericana -desde los levantamientos populares, indígenas y comuneros- en la que el monumental esfuerzo militar patriota es hecho fundacional; que obliga a revaluar el peso de la crisis monárquica de 1808 -superando el determinismo que le adjudicó Francisco Xavier Guerra-, Cádiz y la “eclosión juntera”, el idearios y el proyecto patriota, el retorno de la monarquía y la recuperación sangrienta de sus dominios y, finalmente, la derrota militar y el desistimiento liberal por desgano.
Hallazgos e incógnitas que lograron amplia divulgación y asimilación, por lo menos en los círculos intelectuales interesados.
Memoria y arte: desacralización y otras miradas
Se destacó la labor museográfica y de exposiciones. En el Museo Nacional un grupo liderado por Cristina Lleras le dio un vuelco a las miradas sacralizadas para provocar una reflexión honda sobre las exclusiones y los olvidos en Las Historias de un grito. El remodelado Museo de la Independencia (Casa del Florero), bajo la dirección de Daniel Castro, modernizó sus contenidos con recursos interactivos y realizó una sugestiva presentación sobre la estela del Acta de la Independencia. La Biblioteca Luis Ángel Arango (como parte de la Programación del Banco de la República), con la dirección de Margarita Garrido, nos puso a reflexionar sobre el significado histórico de los conceptos en la muestra Palabras que nos cambiaron; con la curaduría de Beatriz González mostró la agudeza de la caricatura política en 200 años de vida republicana, y presentó, con la U. de los Andes, la relación de la cartografía y la política en la historia en Ensamblando la nación. La Biblioteca Nacional desarchivó y puso a la vista la fascinante muestra Proclamas, bandos y hojas volantes 1782-1830 y varias presentaciones digitales temáticas en su Web. Las nuevas concepciones sobre la conservación del pasado y sus proyecciones dieron como resultado atractivas muestras interactivas, críticas, cuestionadoras, incluyentes y contrastantes.
En lo relacionado con el arte no se pueden quedar por fuera del inventario las versiones del Salón BAT de Arte Popular 2009 y 2010 dedicado a la Independencia, donde artesanos y artistas de las provincias del país mostraron su habilidad y talento. La pieza ganadora del salón 2010, un busto de Bolívar con una lágrima de sangre, fue un mensaje contundente. Durante un año la muestra recorrió las capitales departamentales para que se conociera la obra de esos cultores anónimos. En Bogotá, por iniciativa de la Alcaldía y la revista El Malpensante, tuvo lugar una exposición muy especial. Los mejores ilustradores del continente americano y España recrearon, en versión de arte pop, algunas de las más famosas pinturas relacionadas con personajes de la Colonia y la Independencia. Un Bolívar flamígero, la “Pola” al estilo de los comics de Marvel y el rostro despellejado y purulante de Fernando VII fueron algunas de las osadías. El Museo de Arte Moderno presentó varias exposiciones sobre la pintura patriótica y la evolución del arte en Hispanoamérica. Propal dedicó su tradicional almanaque a la conmemoración con la reproducción de lo mejor de la iconografía sobre la época.
Con textos de William Ospina y la dirección de Omar Porras, el MinCultura presentó la polémica obra teatral Bolívar, fragmentos de un sueño. Por su parte, la Corporación Colombiana de Teatro realizó un festival con obras alusivas al período y a las luchas sociales en Colombia. El cortometraje “¡Pienta!, la hormiga y el coronel”, propuesta financiada por concurso por la Gobernación de Santander, rinde homenaje a la heroica resistencia del pueblo de Charalá que hizo posible la victoria en la Batalla de Boyacá. En Cartagena, con la intervención De la historia nuestra caballero (verso de la canción afirmativa La rebelión, de Joe Arroyo), el artista perfomance Nelsón Fory protestó contra la exclusión de los afrodescendientes de la historia patria, colocando pelucas afro a los bustos de los próceres criollos sitos en la ciudad.