Recordando mi caballo

Harold Alvarado T. (Colombia)
Naciste en mi cabaña 
y en ella te crié como un hijo.
Tus dientes crecieron hasta hacerse duros
y jugabas conmigo cuando las tardes caían.
Luego te hiciste un negro potro,
mordías mi pelo, mis manos y mis brazos
y recordando mi cariño relinchabas 
a miles de metros sabiendo regresaba
de mis travesías por los cielos y mares del mundo. 
Sobre ti cabalgué tantos años
sobre el verde lomo de las cordilleras
en los largos veranos y extensas sequías,
al lado de nuestra vieja y divina Xue,
cuando el sol se ocultaba y la vida cansaba,
hasta aquel día funesto que unos asesinos
sin Patria ni Dios
te dieron mala muerte. 
Tú eras toda la hermosura del mundo,
fuiste la lealtad, mansedumbre y coraje
haciendo célebres tantas noches de alcohol
que juntos departimos.
Solos siempre estuvimos.
Solos, hasta en la muerte.

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