Un encantamiento que perdura

Reseña del libro Una música futura de María José Navia

María José Navia presenta una nueva edición de Una música futura, su libro más oscuro a la fecha.

Atrapar a un lector con una historia de corto aliento, donde se requiere de la imaginación para llenar vacíos y completar finales abiertos, no es sencillo. Entre las escritoras contemporáneas que cultivan el género del cuento en nuestro idioma y lo hacen con maestría destaca María José Navia (Santiago de Chile, 1982). Su cuarto libro de cuentos, Una música futura (merecedor del premio Mejores Obras Literarias 2019 en la categoría de cuento inédito en Chile y publicado originalmente por Kindberg), goza de una nueva edición por parte de Himpar editores. La portada (diseñada por Sandra Restrepo) remite al cuento “Panda”, el favorito de la autora. Se trata de una historia que retrata la vida de una chica que va a estudiar un doctorado a Washington, pero la experiencia está lejos de ser el sueño americano materializado o algo cargado de emoción y aventuras. La mujer está sola, sufre de ansiedad, no cuenta con el apoyo de su familia y no tiene amigos. Después de una experiencia traumática lo único que calma y logra apaciguar su mente es ver los pandas del zoológico a través de una app en el celular.

«Me gustó mucho escribirlo. Pude mezclar eventos reales con cultura pop, con cosas mías (reales, absurdas) y quedé muy contenta con el resultado. Yo siempre lo paso bien escribiendo, pero este cuento fue una verdadera felicidad, como hacer una pirueta difícil sin caerte», dice la escritora.

Una música futura está compuesto por siete cuentos en donde la mayoría de personajes atraviesa momentos difíciles y oscuros, y están en muchos casos tratando de recoger los pedazos de sus vidas. «Creo que no hay ningún escritor/a que cuente a personajes en su plenitud. Por lo general uno entra por las grietas, por las fisuras. Allí se encuentra la historia. En esas crisis que tienen potencialidad de cambiar (o destruir) cosas», señala Navia.

«La lectura de Una música futura fue para mí una experiencia incómoda: los personajes son terriblemente solitarios, están atrapados en trabajos precarios, habitan el límite. Sin embargo, a pesar de esa incomodidad y esa frustración, aparecen en el libro y por ende, en mi experiencia, la esperanza del vínculo afectivo, los amigos, el arte. Me encantó estar al vaivén de estos dos movimientos», señala Catalina Navas (Correr la tierra, El movimiento en la crisálida).


Portada del libro Una música futura de María José Navia
Portada del libro Una música futura de María José Navia

La tecnología, aunque importante en la vida de los personajes, vital en ciertos casos, no brinda felicidad o bienestar; en cambio, parece ahondar la tristeza o insatisfacción de sus vidas. La protagonista de “Panda” dice respecto a las redes sociales: «Yo cada vez trato de meterme menos. Es lejos la peor transacción: todo el tiempo que me quitan, me lo devuelven, con creces, en baja autoestima y paranoia». Agrega la autora: «Creo que es una fuente de muchas cosas. Creo que está ahí para acompañarnos y ayudarnos en la vida, pero a veces le damos mucho poder y eso puede ser peligroso. En mis libros es un personaje más».

Una música futura continúa explorando la narrativa breve como en las obras anteriores de Navia, pero toma un giro hacia temas más oscuros y macabros, algunos incluso bordeando la ciencia ficción. ¿Qué la llevó a tomar ese desvío temático en este libro?

«Me gusta siempre ir probando cosas nuevas. Así no me aburro ni pierdo el interés. De un libro como Lugar, que es una colección de cuentos más tradicional, a Kinstugi, donde se juega a armar una novela a través de los relatos, paso a este libro en el cual continúo mi interés por la presencia de la tecnología en nuestras vidas, como una máquina de construir ficciones, de cierto modo. Es, para mí, la continuación “natural” del último cuento de Kintsugi, “Blanco familiar”, en el que las pantallas y la vigilancia acaban por comerse lo cotidiano. En mi próxima novela ya entra la luz de frentón. Me aburrió la oscuridad. Espero que este sea mi último libro oscuro. Me parece que el desafío ahora es escribir la luz (al menos para mí)», dice.

¿Cuáles fueron esos libros de cuentos que sirvieron de inspiración o que están en comunión con Una música futura? «Muchos. Siempre estoy leyendo y creo que todo va inspirando lo que escribo. Pero más puntualmente conectados con lo que estaba haciendo en Una música futura puedo nombrar: Sorry Please Thank You de Charles Yu, The Relive Box de T. C. Boyle, Your Duck is My Duck de Deborah Eisenberg, Demonology de Rick Moody, todos los libros de cuentos de Laura Van den Berg, Certain American States de Catherine Lacey, todos los libros de Mavis Gallant y muchos, muchos más», señala la autora.

Los cuentos podrían pensarse como una ventana que se abre en la vida de alguien y permanece así por un corto tiempo y luego se cierra.Lo que alcancemos a ver y conocer de esas vidas en ese breve lapso debe ser suficiente; aunque queramos saberlo todo, no es posible. Con los cuentos de Navia se da la casualidad de que con algunos personajes sí podemos saber más, lo cual es una suerte con la que contamos sus lectores. El niño Marlon que aparece en el cuento que le da título al libro es el mismo de Lugar, siguiendo una especie de tradición o propuesta de la escritora de que sus libros tengan alguna relación o conversación entre ellos.

 «Marlon aparece en el cuento “Afuera” de Lugar. Es el mismo niño; me gusta que los lectores lo reconozcan. El cuento se vuelve más devastador de esa manera. Me gusta pensar en mi obra como una serie de libros en conversación constante. En mi próxima novela reaparece Sofía de Kintsugi. Y la que viene después (escribo varios libros simultáneamente) es una extensión o exploración del mundo de “Panda”», afirma Navia. «Los libros de María José Navia se pueden leer como relatos independientes o como un sistema interconectado. Su obra me hace pensar en esos sistemas vegetales en los que los árboles se comunican unos con otros a través de los hongos que conectan las raíces de distintos individuos. En esos sistemas, los árboles advierten condiciones de sequía, bacterias patógenas, un nutriente excepcional. A mi juicio, una de las cosas más bellas de Navia es esa capacidad de narrar la particularidad de un árbol –la belleza de sus flores, la dureza de sus hojas–, pero entender el ecosistema entero», agrega Navas.

Al haber tantas posibles definiciones de lo que es un buen cuento, lo que debe lograr también varía dependiendo del escritor. Para Navia lo más importante es encantar «en el sentido de un embrujo, de un encantamiento. Convertirse en esa canción favorita que te acompaña y que no puedes dejar de tararear», señala.


María José Navia (Foto: Sebastián Utreras)
María José Navia (Foto: Sebastián Utreras)

Es indudable la erudición de la autora y, como habrán notado, lee a muchas escritoras norteamericanas, la mayoría de las cuales no son tan conocidas en nuestras latitudes. ¿Qué le aportan esas autoras a su obra y qué tiene de diferente su narrativa?

«Espero que luz. O eso es lo que yo admiro mucho en ellas. Creo que son autoras que, a pesar de escribir muchas veces de temas terribles y dolorosos, le abren ventanas a sus historias por las que siempre entra la luz. Hay también una manera de acercarse a lo cotidiano y a los afectos de una forma más calmada e inteligente, en algunos casos. Con más humor, también. Me pasa con ciertas escritoras (y escritores) de Latinoamérica que pareciera que todo es grito y oscuridad. No me gusta tanto que me griten, ja. Y, como te comenté anteriormente, estoy algo cansada de la oscuridad en la literatura. Hay proyectos valiosos, y los respeto mucho, pero no es lo que me interesa leer. Últimamente, la literatura que más me llama la atención es la que logra conjurar el absurdo y lo luminoso (incandescente incluso) sin perder de vista la ambición y seriedad/profundidad de lo que se está contando (pienso en escritoras como Joy Williams, Laura Fernández, Sayaka Murata, Gunnhild Oyehaug, Dorthe Nors, Megan Mayhew Bergman, Sabrina Orah Mark, Claire Keegan, Sarah Manguso, el último libro de Claire-Louise Bennett: Checkout 19, y tantas más) o bien, literatura enamorada de la literatura o, como yo les llamo, “libros que leen” como todos los de Rodrigo Fresán o esa maravilla de Peter Orner: Am I Alone Here? Notes on Living to Read and Reading to Live», dice.

Si necesitan más razones para leer Una música futura, la escritora peruana Katya Adaui (Aquí hay icebergs, Geografía de la oscuridad) señala: «María José entiende a sus personajes, los hace muy singulares, con pasados intensos. Y piensa muy bien la puntuación, esos puntos seguidos bien puestos que hacen vértigo. El cuento “Cuidado” recuerdo que empieza: “Soy yo quien los desconecta”. Es una primera línea estupenda y temeraria. Los personajes y la propia narradora ya están desconectados de la realidad, pero te preguntas a qué otras cosas más se abrirá el texto. Ha comenzado en “Soy”. ¿Conectar con qué o con qué no? ¿Qué soy y qué no soy? Y todo eso potenciado en la promesa de la primera línea. María José puede escribir de lo que quiera y como quiera. Que te digan inclasificable creo que es el mejor piropo. Libro a libro va creciendo en lenguaje, en trama, en capacidad asociativa, en ahondar el objeto que estudia; atestiguar su talento expandirse, como sus propios textos, es precioso».

Navia es autora además de la novela Sant (Incubarte Editores, 2010) y de los libros de relatos Instrucciones para ser feliz (Sudaquia Editores, 2015), Lugar (Ediciones de la Lumbre, 2017) y Kintsugi (Kindberg, 2019), entre otros.