Sepulcros de otro tiempo
En su primer
libro, Andrés Castañeda nos presenta una serie
de relatos inquietantes anclados en el pasado.
Si pudiéramos conocer el día de nuestra muerte, el momento y la forma en
que sucedería, quizá nuestra existencia sería diferente. Al conocer el inicio y
el final, podríamos aprovechar mejor el acto intermedio. Disfrutar los
instantes y a las personas, tal vez no sufrir tanto y dejar las cosas en orden.
Como en realidad nadie puede saber cuándo y cómo será ese instante concluyente,
existe una opción que no todos estarán dispuestos a tomar: decidir y ejecutar
uno mismo ese final. Desafiar al destino, el azar o a un creador omnipotente. Orquestar
uno mismo ese último momento. En Epitafio:
Siete cuentos suicidas (Fallidos Editores) el bumangués Andrés Castañeda
nos trae una serie de relatos que se desarrollan en otra
época, en donde el mundo moderno está ausente en su totalidad. “Siempre tuve, y creo que aún tengo,
una fascinación por el pasado. La estética de la Bogotá de los años 40 me atrae
muchísimo. Vi no sé cuántas veces El
Padrino y Los Intocables porque
esa noción de la estética me atrapaba. Por otra parte, solía decir que yo había
nacido en la época equivocada. Así que, cuando empecé a escribir estos cuentos,
ubicarlos temporalmente a mediados del siglo XX fue algo casi natural” dice el
escritor.
que sucedería, quizá nuestra existencia sería diferente. Al conocer el inicio y
el final, podríamos aprovechar mejor el acto intermedio. Disfrutar los
instantes y a las personas, tal vez no sufrir tanto y dejar las cosas en orden.
Como en realidad nadie puede saber cuándo y cómo será ese instante concluyente,
existe una opción que no todos estarán dispuestos a tomar: decidir y ejecutar
uno mismo ese final. Desafiar al destino, el azar o a un creador omnipotente. Orquestar
uno mismo ese último momento. En Epitafio:
Siete cuentos suicidas (Fallidos Editores) el bumangués Andrés Castañeda
nos trae una serie de relatos que se desarrollan en otra
época, en donde el mundo moderno está ausente en su totalidad. “Siempre tuve, y creo que aún tengo,
una fascinación por el pasado. La estética de la Bogotá de los años 40 me atrae
muchísimo. Vi no sé cuántas veces El
Padrino y Los Intocables porque
esa noción de la estética me atrapaba. Por otra parte, solía decir que yo había
nacido en la época equivocada. Así que, cuando empecé a escribir estos cuentos,
ubicarlos temporalmente a mediados del siglo XX fue algo casi natural” dice el
escritor.
Un halo de misterio y extrañeza se respira en la mayoría de los cuentos
de Epitafio. Tenemos
fantasmas, crímenes inspirados en la poesía de Poe, el remordimiento de un
asesino, una figura mítica y misteriosa que se aparece en la playa… Elementos
sobrenaturales y oscuros que no necesariamente hacen una inmersión en el género
del terror. El interés por estos temas viene del tipo de lecturas que han sido
las predilectas del autor: “Cuando comencé a escribir los cuentos, antes de que
supiera que serían un libro, antes de que supiera que iban a publicarse, estaba
tratando de sacar las historias que me hablaban. Eran ante todo una catarsis.
Quizás fue la manera de expulsar ideas de muerte de mi cabeza. Ahora bien,
siempre me ha gustado el terror, los thrillers
y los temas paranormales me han atraído desde muy pequeño. Creo que es esa misma
atracción por el pasado y el estar pensando en las historias que se quedaron
sin contar, en las historias inconclusas por el motivo que sea, lo que me llevó
a escribir muchos de estos cuentos” afirma Castañeda.
de Epitafio. Tenemos
fantasmas, crímenes inspirados en la poesía de Poe, el remordimiento de un
asesino, una figura mítica y misteriosa que se aparece en la playa… Elementos
sobrenaturales y oscuros que no necesariamente hacen una inmersión en el género
del terror. El interés por estos temas viene del tipo de lecturas que han sido
las predilectas del autor: “Cuando comencé a escribir los cuentos, antes de que
supiera que serían un libro, antes de que supiera que iban a publicarse, estaba
tratando de sacar las historias que me hablaban. Eran ante todo una catarsis.
Quizás fue la manera de expulsar ideas de muerte de mi cabeza. Ahora bien,
siempre me ha gustado el terror, los thrillers
y los temas paranormales me han atraído desde muy pequeño. Creo que es esa misma
atracción por el pasado y el estar pensando en las historias que se quedaron
sin contar, en las historias inconclusas por el motivo que sea, lo que me llevó
a escribir muchos de estos cuentos” afirma Castañeda.
El
suicidio es un tema importante en el libro, ya desde el título se le anuncia al
lector y se lo prepara en cierta forma. Se trata de un tema complicado que no
es muy agradable de tratar y de adentrarse en él, que incluso puede repeler a
algunos por las ideas que implica considerar. “Hubo una época en la que el
suicidio fue una idea constante en mi vida. Era una época en la
que no se hablaba de esas cosas. No había una consciencia colectiva como la que
existe ahora sobre temas como la depresión y el suicidio. En las historias
tempranas que escribí, esas que no llegaron a ser cuentos –porque ni siquiera
estaban pensadas cómo tal, eran solo cosas que escribía sin saber bien lo que
hacía–, los personajes morían, se suicidaban, porque era la idea que me
rondaba. Creo entonces que nacieron de ahí, de un dolor del que solo hablaba
con lo que escribía. A veces, aunque suena demasiado fatalista, suelo pensar
que sin dolor no hay obra, que sin este dolor no habría podido escribir. Pero
eso, claro, negaría otras emociones que también están en la esencia de lo
humano. Quizás sería más exacto decir que sin eso, sin lo humano –que implica
el dolor, pero también el amor, la pasión, la convicción– no hay obra.”, señala
el autor.
suicidio es un tema importante en el libro, ya desde el título se le anuncia al
lector y se lo prepara en cierta forma. Se trata de un tema complicado que no
es muy agradable de tratar y de adentrarse en él, que incluso puede repeler a
algunos por las ideas que implica considerar. “Hubo una época en la que el
suicidio fue una idea constante en mi vida. Era una época en la
que no se hablaba de esas cosas. No había una consciencia colectiva como la que
existe ahora sobre temas como la depresión y el suicidio. En las historias
tempranas que escribí, esas que no llegaron a ser cuentos –porque ni siquiera
estaban pensadas cómo tal, eran solo cosas que escribía sin saber bien lo que
hacía–, los personajes morían, se suicidaban, porque era la idea que me
rondaba. Creo entonces que nacieron de ahí, de un dolor del que solo hablaba
con lo que escribía. A veces, aunque suena demasiado fatalista, suelo pensar
que sin dolor no hay obra, que sin este dolor no habría podido escribir. Pero
eso, claro, negaría otras emociones que también están en la esencia de lo
humano. Quizás sería más exacto decir que sin eso, sin lo humano –que implica
el dolor, pero también el amor, la pasión, la convicción– no hay obra.”, señala
el autor.
«Epitafio es el primer cuento que escribí. La historia, o la idea de ella, se me vino completa a la cabeza: un periodista que decide suicidarse a los 70 años. Por muchas cosas: para no verse envejecer, para no llegar al punto en el que no podía valerse por sí mismo».
Esa
sensación inquietante se puede palpar en los siete relatos que forman esta obra.
Pero, ¿por qué solo siete epitafios? ¿Tiene Castañeda
alguna preferencia por este número? Al respecto, nos cuenta que fue algo fortuito: “Hubo unos que se
quedaron por fuera, porque no me gustaban lo suficiente. En una época fueron
solo cinco. Habría sido consecuente que fueran trece, por ejemplo, que es un
número muy anclado a la superstición e incluso es la carta de la muerte en el
tarot. Pero también es cierto que es poco probable que alguien lea este número
de cuentos de un autor nuevo. De hecho, agradezco mucho que haya personas
interesadas en leer estos siete”.
sensación inquietante se puede palpar en los siete relatos que forman esta obra.
Pero, ¿por qué solo siete epitafios? ¿Tiene Castañeda
alguna preferencia por este número? Al respecto, nos cuenta que fue algo fortuito: “Hubo unos que se
quedaron por fuera, porque no me gustaban lo suficiente. En una época fueron
solo cinco. Habría sido consecuente que fueran trece, por ejemplo, que es un
número muy anclado a la superstición e incluso es la carta de la muerte en el
tarot. Pero también es cierto que es poco probable que alguien lea este número
de cuentos de un autor nuevo. De hecho, agradezco mucho que haya personas
interesadas en leer estos siete”.
Hay relatos que perduran en la mente del lector, como “Antonella
y el mar”, una historia misteriosa con una cualidad onírica ambientada en el
Caribe. “Este cuento en particular es un homenaje a Alfonsina Storni, una poeta
que es inmortal no solo por sus letras, sino por la voz de Mercedes Sosa, que
le canta esa canción tan bella. De hecho, en uno de los personajes del cuento
hay también, no tanto un homenaje sino más bien una referencia a Mercedes Sosa
y a Violeta Parra, que escribió Gracias a
la vida, que es una canción bellísima, fundamental y que se suicidó, al
igual que Alfonsina”. “Epitafio” es el cuento más extenso del conjunto y el que
le da nombre al libro. El protagonista es un periodista, profesión en la que
también se desempeña Castañeda. “Epitafio es el primer cuento que
escribí. La historia, o la idea de ella, se me vino completa a la cabeza: un
periodista que decide suicidarse a los 70 años. Por muchas cosas: para no verse
envejecer, para no llegar al punto en el que no podía valerse por sí mismo.
Creo que fue la última etapa de esa catarsis. Y lo curioso fue que creí que la
historia iba a salir en cuestión de tres o cuatro páginas y terminaron siendo
muchas más. Al principio me generó conflicto, no sabía lo que había escrito.
Después empezaron a surgir los demás y bueno, ahí quedó. Aunque no es mi cuento
favorito (se siente extraño tener un favorito), sí es una historia a la que le
tengo cariño porque me abrió las puertas de lo que quería llegar a ser”, señala
Castañeda.
y el mar”, una historia misteriosa con una cualidad onírica ambientada en el
Caribe. “Este cuento en particular es un homenaje a Alfonsina Storni, una poeta
que es inmortal no solo por sus letras, sino por la voz de Mercedes Sosa, que
le canta esa canción tan bella. De hecho, en uno de los personajes del cuento
hay también, no tanto un homenaje sino más bien una referencia a Mercedes Sosa
y a Violeta Parra, que escribió Gracias a
la vida, que es una canción bellísima, fundamental y que se suicidó, al
igual que Alfonsina”. “Epitafio” es el cuento más extenso del conjunto y el que
le da nombre al libro. El protagonista es un periodista, profesión en la que
también se desempeña Castañeda. “Epitafio es el primer cuento que
escribí. La historia, o la idea de ella, se me vino completa a la cabeza: un
periodista que decide suicidarse a los 70 años. Por muchas cosas: para no verse
envejecer, para no llegar al punto en el que no podía valerse por sí mismo.
Creo que fue la última etapa de esa catarsis. Y lo curioso fue que creí que la
historia iba a salir en cuestión de tres o cuatro páginas y terminaron siendo
muchas más. Al principio me generó conflicto, no sabía lo que había escrito.
Después empezaron a surgir los demás y bueno, ahí quedó. Aunque no es mi cuento
favorito (se siente extraño tener un favorito), sí es una historia a la que le
tengo cariño porque me abrió las puertas de lo que quería llegar a ser”, señala
Castañeda.
Andrés Castañeda es un autor moderado, tranquilo, con un impulso
irrefrenable por contar historias. “A mí me gusta pensar en
la motivación. Con la literatura pasa algo, que es muy distinto a la música.
Cuando uno hace música y tiene una influencia, tiende a querer sonar como esa
influencia. ‘Hagamos una banda para sonar como los Ramones, Misfits, The
Beatles, Motörhead, etc.’. Con
la literatura es otra cosa. Uno lee y se va nutriendo, y a mí lo que me pasó y
me pasa es que hubo lecturas que me motivaron. José Saramago, que es sensacional,
Günter Grass, Yaşar Kemal, Laura Restrepo, Bohumil Hrabal, que escribía
historias breves pero muy profundas. Al leerlos, pensaba: yo quiero escribir.
No como ellos, pero quiero escribir. Y bueno, ahí voy. Es como decía el
cantante de una banda de punk bogotana: no es mucho, pero es todo”, dice Castañeda.
irrefrenable por contar historias. “A mí me gusta pensar en
la motivación. Con la literatura pasa algo, que es muy distinto a la música.
Cuando uno hace música y tiene una influencia, tiende a querer sonar como esa
influencia. ‘Hagamos una banda para sonar como los Ramones, Misfits, The
Beatles, Motörhead, etc.’. Con
la literatura es otra cosa. Uno lee y se va nutriendo, y a mí lo que me pasó y
me pasa es que hubo lecturas que me motivaron. José Saramago, que es sensacional,
Günter Grass, Yaşar Kemal, Laura Restrepo, Bohumil Hrabal, que escribía
historias breves pero muy profundas. Al leerlos, pensaba: yo quiero escribir.
No como ellos, pero quiero escribir. Y bueno, ahí voy. Es como decía el
cantante de una banda de punk bogotana: no es mucho, pero es todo”, dice Castañeda.
En Epitafio:
Siete cuentos suicidas, vemos a un
escritor que se empieza a abrir camino en el panorama de la narrativa
colombiana con una propuesta distinta y muy interesante. Quedan invitados a
leerlo.
Siete cuentos suicidas, vemos a un
escritor que se empieza a abrir camino en el panorama de la narrativa
colombiana con una propuesta distinta y muy interesante. Quedan invitados a
leerlo.
*Escritor
colombiano. Autor de los libros de cuentos
Otra Luz y La piel de las pesadillas.
Colaborador literario en Libros & Letras, entre otros medios culturales.
En Twitter: @scarypablo