El
exilio de la belleza
La
poesía de Dumetz Sahér es la voz del día y la noche, de las dualidades humanas, de
la sencillez de la vida y del renacer.
“(…)
En su poesía Dumetz convoca la estancia de los pájaros a los héroes anónimos y
a los históricos, a quienes propician la vida o a quienes escriben los
sueños…”, del prólogo.
˗Ignacio
Verbel Vergara
Por: Fermina Ponce*
Cuando
Voces desde mi exilio del escritor Yehudah Abraham Dumetz Sahér (Lorica,
1972) llegó a mis manos, no estaba preparada para adentrarme a una realidad de
prosa poética tan llena de matices como la que encontré. Su voz es la del día y
la noche, la de las dualidades humanas, la de la sencillez de la vida y del
renacer a pesar de todo, como el pájaro de fuego que se levanta de sus cenizas.
Su voz es la de sus ancestros, la de su patria, la que lleva adentro,
inamovible, intacta; es la voz de las experiencias que lo marcaron, del “eros y
el tánatos”, es la voz de un poeta impuro, como él mismo se define.
En
el poema Mi país, Dumetz trae a colación a El Principito
de Antoine de Saint-Exupéry para hablar de lo que es esencial en la vida del
ser humano “(…) Te aseguro, sin duda alguna, que traería a sus letras el
país que gravita en mi ser. / Un país de proscritas fronteras, donde la
tristeza y el exilio son sombras, arenas de prehistórica soledad…”.[1]
Bien
lo ha dicho varias veces el poeta, es el producto del patio de su casa…es lo
que vio y lo que sus ancestros le enseñaron…. Su poética evoca a su abuelo, “Baba,
ya no existe un arcoíris más allá de mis ojos que impide el mabul. El tiempo
del Ge Hinnom ha llegado para pisotear los miles de voces que intentan gritar.
La sangre duele, los ojos duelen y el alma se agrieta ante el sable de la
traición…”.[2]
También nombra la estirpe de sus ancestros, su bisabuelo paterno el Sheik
Manssour Ibn Sahér, el Tzadik Rabbi Haïm Pinto Hakatane…en cada uno de ellos
está la tierra, como Marruecos.
Cuando
leo a Dumetz Sahér, no puedo dejar de pensar en lo que su voz teje, como si
Penélope le guiara las manos y el corazón al mismo tiempo. El contraste al
hilvanar lo duro y lo dulce, lo eterno en un instante, lo que perdura y se
marcha en un cerrar de ojos.
Como
bien lo menciona Verbel Vergara en el prólogo, el poeta ha sido “(…)
embrujado por las aguas del Sinú…” como también por las palabras de David
Sánchez Juliao y Manuel Zapata Olivella, dos colosos de la literatura
colombiana y que han influenciado grandemente la obra de Dumetz.
Confieso
que leer Voces desde mi exilio no es para todos los paladares, pero sí
es para quien quiera incursionar en una prosa poética intimista. Se necesita de
cierta exquisitez, de una apertura en la mente y en el alma, de una señal que
nos guie por las letras de este poeta, de los elementos sencillos, pero también
de la complejidad de quien ha estudiado mucho. ¿Me pregunto, habré hecho la
tarea como es debido? ¿Me dejé empapar por el exilio de la belleza de
este poemario? Quiero pensar que sí, que también tomé vino y cerveza con
Charles Bukowski, que me dejé embelesar cada vez que leí a Khalil Yibrán, que
también amé a Kavafis. Que cerré los ojos para caminar con Dumetz por el
Sahara, que me paré en la ventana de la “(…) 36 rue du Commandant Provost…”[3],
que detrás del silencio hecho piedra también vivo yo. Como en la música,
este poemario tiene un amplio rango de tonos y melodías, tiene “Un rostro de luz en la delgada línea del amor”[4]
y del abandono, como en el viejo cuadro de Chagall.
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desde mi exilio está disponible en la plataforma de
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[2] Yehudah Abraham Dumetz Sahér,
versos del poema Tehilim de Baba Sheik Manssour Ibn Sahér. Voces desde
mi exilio, 2021
[3] Yehudah Abraham Dumetz Sahér, anotación
del poema Hilloulla para Tzadik Rabbi Haïm Pinto Hakatane. Voces desde
mi exilio, 2021
[4] Yehudah Abraham Dumetz Sahér, Un
rostro de luz en la delgada línea del amor. Voces desde mi exilio, 2021
*Fermina Ponce (Bogotá, 1972). Periodista, Máster en Gerencia de la Comunicación Organizacional, de la Universidad de La Sabana, Bogotá. Máster en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Salamanca, España. Ha publicado cuatro poemarios siendo Se llamará piedra (2021) su obra más reciente. La poesía de Ponce ha sido traducida a otros idiomas como el francés. En 2020 recibió el nombramiento de Diputada Poeta Laureada de Aurora, Illinois, ciudad en la que reside.