Ricardo Silva Romero: «A la larga toda novela colombiana es negra»


Por: Ileana Bolívar.

El
encuentro que tuvimos con Ricardo Silva Romero fue a través de Twitter para
“hablar” sobre su obra literaria y su relación con el género negro, diálogo que
se dio durante el Encuentro de novela negra, Nero Giallo 2021, que realizaron los cuatro
centros del Instituto Cervantes de Italia durante el 3 y 4 de noviembre, evento
al que el autor colombiano fue uno de los invitados y nuestra revista Libros
& Letras
 participante con esta entrevista.

Aunque
Ricardo ha publicado varias novelas que parten de crímenes, le gustaría “ser
capaz un día de escribir una novela negra” y crear un detective que solo se
diera en Colombia para narrar, por ejemplo, hechos que van desde la Noche
Septembrina de 1928 al más reciente estallido social en el país.

Recuperamos
este tuitdiálogo o tuitentrevista que
originalmente aparece en Twitter, y que aquí complementamos con otras
preguntas que ese día, por tiempo, se habían quedado en el “tintero”…


¿Cuál es su relación con la novela negra?

De
tanto ver a Hitchcock y leer a Christie he vivido con la sospecha de que en el
fondo, en el esqueleto dramático, toda novela es #novelanegra: la pregunta de
quién o qué está detrás de semejante lío cuya respuesta revela la corrupción de
un mundo.


Entre el optimismo y la desesperanza, ¿en cuál de las orillas está más cerca?

Justo
acabo de ver un mapa astral, signo Leo, ascendente Piscis y luna en Sagitario,
que me manda por completo a la utopía -a una tierra de optimismo e idealismo-,
pero ya había notado que tener hijos es vivir pidiendo y vivir esperando más
vida, más suerte.


En su libro Autogol habla de la relación del narcotráfico
con el fútbol, en El espantapájaros la memoria es el hilo
conductor, y en Río muerto la orfandad conecta toda la
historia. ¿Cómo entreteje los hechos reales con la ficción?

Creo
que me valgo de la novela, que documenta mundos y sirve a la comprensión
emocional de las cuatro dimensiones de la realidad, para tener encuentros
cercanos del tercer tipo con los lectores. Mejor dicho: hacer ficción es hacer
la realidad, encarnar la realidad. En 
Autogol un comentarista
inventado recorre los hechos, en 
El espantapájaros se asiste a
una ceremonia de sangre como las que siguen sucediendo aquí, en 
Río
Muerto
 se usan las herramientas de la novela para cumplir una promesa
a una familia de víctimas.

— ¿Cree
que como sociedad estamos inmersos en lo que usted ha llamado “una cultura del
aniquilamiento y la violencia”?

Sí.
Creo que sí. Creo además que esa es la expresión precisa: una «cultura de
la aniquilación». Pienso que hemos estado montando, también, una cultura
de paz: de pluralidad e inclusión. Pero seguimos colonizando, explotando,
fabricando y cazando enemigos.

— Personajes
como Pepe Calderón en su libro Autogol y Salomón Palacios
en Río muerto no sobreviven a sus mundos, pero están ahí para
recordarnos el país que habitamos. ¿Pensó en estos personajes para crear una
historia más cercana a la ficción criminal?

Tengo
varias novelas que parten de crímenes: 
El hombre de los mil nombresAutogolEl
Espantapájaros
El libro de la envidiaRío Muerto.
Debe ser porque la muerte es el contexto y la trasescena de la vida, y porque
toda narración es una carrera contra el tiempo.


Algunos de sus libros adquieren tintes de novela negra en los que sus
personajes son resistentes a la dura realidad. ¿Le sorprende la capacidad de
resiliencia del colombiano?

Sí,
me sorprende. Hemos respondido a la cultura de la aniquilación con la cultura
del coraje. Haría falta, al tiempo, una cultura de la terapia, pero ha sido
saboteada por la fallida política de la pacificación: por la fallida política
de la paz que no se pacta.


La historia de Colombia ha estado marcada por el crimen, materia prima para la
novela negra, ¿por qué cree que no se ha desarrollado este género en nuestra
literatura?

Creo
que sí se ha dado: Germán Espinosa, Silvia Galvis, Rubiano, @francorjorge,
@LectoresM_M (Mario Mendoza), Santiago Gamboa, @octavioescobarg, @erizodemar,
entre otros, han escrito #novelanegra con todo éxito, sino que a la larga toda
novela colombiana es negra.


En El libro de la envidia la muerte del poeta José Asunción
Silva desmitifica la idea de sus suicidio por la de un asesinato, ¿cuál fue la
intención en darle este giro a la historia?

Es
que, como prueba la biografía enorme que hizo @esantosmolano, es razonable dudar
del suicidio de Silva: el loco Cacanegra de 
El libro de la envidia demuestra
que fue un asesinato para revelar de paso una sociedad que cierra sus brechas
con armas y envidias.

—Los
colombianos hemos perdido la confianza en lo institucional. ¿De qué manera
podemos reconstruir un país luego de tanta impunidad al servicio del poder?

Si
uno se lo piensa desde su rutina, desde su ventana, parece perdida esa batalla
contra la impunidad de los corruptos, pero si recuerda que es el que manda, el
que vota y el que denuncia y el que reclama y el que da ejemplo, se ve claro
que basta un funcionario decente -o un líder que no entienda el liderazgo como
conquista sino como servicio- para que se rompa la cadena del fracaso.

—¿Cómo
cree que se está narrando la Colombia de después del Acuerdo de paz con las
FARC?

Creo
que están empezando a aparecer relatos puntuales, en todos los lenguajes, en
todas las voces, sobre nuestra guerra, y esa es la mejor señal de que sí se dio
un pacto de paz y un final de ese capítulo de nuestra guerra. Si se narra es
porque se acabó. Y si se narra es porque esa cultura de la aniquilación,
exacerbada por el prohibicionismo, está en pie. Contar la Colombia de hoy es
contar un país mejor, el país de los acuerdos, en las peores manos.

—Su
afirmación: “Los crímenes sin resolver son la marca de estilo del país”,
escenario perfecto para una novela negra. ¿Qué episodio de nuestra historia le
gustaría llevar a la ficción?

Muchos:
de la Noche Septembrina de 1928 al estallido social de este año. Querría
revisar a fondo algunos que ya he narrado: bogotazos, campañas políticas,
tomas. Pensándolo bien, aun cuando 
AutogolEl hombre de
los mil nombres
 y El libro de la envidia lo sean de
cierto modo, me encantaría ser capaz un día de escribir una novela negra. Me
gustaría dar con un detective que sólo pudiera darse acá.

—El
humor ante el horror es uno de los rasgos de nuestra sociedad, y en su ficción
es un recurso que utiliza. ¿Por qué cree que necesitamos inyectarnos un poco de
anestesia ante una tragedia?

Creería
que el humor no es anestesia sino denuncia, sino grito. Por supuesto, la
tragedia es, por definición, el conmovedor y arrogante camino a un callejón sin
salida. Y entonces el humor es una puerta inesperada que lo saca a uno de allí:
como suele decirse, «una válvula de escape». Pero el humor confronta,
el humor pone en su sitio, y justamente nos sirve para despertarnos.

—¿Qué
le proporciona mayor libertad a la hora de escribir: la ficción o las columnas
de opinión?

Las
dos son un viaje y una recreación del lenguaje, y un pretexto para la
escritura, pero sin lugar a dudas la ficción: les agradezco a las columnas que
me obliguen a asumir posiciones, a denunciar los arrebatos de los pequeños
tiranos, pero les agradezco a las ficciones que me fuercen a visitar las
tierras de nadie, las ambigüedades, los dramas humanos en los que ambas partes
tienen toda la razón

—¿Cómo
es su proceso creativo cuando de por medio tiene una investigación basada en
hechos reales?

Armo
archivos de libros y mapas y notas de prensa y entrevistas, a veces enormes, a
los que puedo estar acudiendo todo el tiempo mientras escribo como acudo a mi
propia experiencia cuando escribo algo que sólo sucedió en mi cabeza. Me gusta
mucho revisar hechos reales. Siento que el propósito de los hechos son las
ficciones.

—Orfandad,
divorcio y fracaso son tres palabras que menciona en su libro Zoológico
humano, 
¿qué le representan?

En
las páginas de 
Zoológico humano, que es la muerte entendida
como trasescena y contexto y origen de la vida, significan el desamparo, la
escisión y la sinsalida que suceden por dentro.

—¿Qué
libros del género negro nos puede recomendar?

Me gustaron mucho las dos películas de
El cartero siempre llama dos veces, pero luego me gustó más la novela de Cain.



Entrevista realizada por Ileana Bolívar.

📷Foto Ricardo Silva por Carolina López




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