Sabato: una mente subterránea

Libros & Letras quiere
hacer un sencillo tributo a una de las obras insignes de la literatura
latinoamericana: El túnel de Ernesto Sabato, que este 22 de
septiembre cumple siete décadas. Nacido 15 años antes de la publicación de Rayuela y 11 años antes de Pedro Páramo, es uno de los libros precursores
que explora, en este lado del continente, el desasosiego que dejó la Segunda Guerra
Mundial, con sus desastres, en el corazón de la cultura occidental. 


Portada de la primera edición de El túnel
Por: Juan Camilo Rincón*

Difícil es olvidar a Juan Pablo Castel y María Iribarne, pues representan una joven
Sudamérica que trataba de encontrarse a través de su literatura. Con una gran
fuerza existencialista desde la que se relata la crisis del hombre
contemporáneo, Sabato crea las líneas
sombrías, angustiadas y poderosas de la primera novela de una trilogía en la que
describe esa Buenos Aires llena de recovecos de la materia y del alma.  
La historia versa sobre un
asesinato y su perpetrador, recipiente de una psique que se torna cada vez más lúgubre
a medida que avanzan las páginas. Una pesada fantasmagoría mental se va
apoderando del protagonista y sus caminos se cierran poco a poco. Castel, el hombre atormentado y solo; María, la
perseguida.  

Del
túnel a las tumbas


El infierno
interior de los hombres, ese que se esconde en rincones secretos, es el castigo
que representa Ernesto Sabato en sus novelas.
El tormento del amor infiel que llevó al pintor Juan
Pablo Castel
 a asesinar a María Iribarne es
la primera pieza de un conjunto de acontecimientos que fueron narrados en tres
textos hermosos y perturbadores. La génesis de esta trama nace en 1948 con El túnel, tomando fuerza en Sobre Héroes y tumbas en 1961, y llega a su fin
trece años después con Abaddón el exterminador
La pesadilla
de Castel, nacida de su amor corrosivo por María, tiene espacios llenos de una lógica arrebatada
que serán confirmados en el segundo texto. En el capítulo treinta y ocho
de El túnel, el protagonista decide enfrentar al esposo
ciego de su amante, contarle la verdad y justificar sus actos. Allende reacciona de una forma que sorprende al
lector y abre una puerta a los hechos que rodearán los asesinatos de Alejandra Vidal Olmos y su padre, Fernando Vidal
“—¡Sí! —grité.
¡Yo lo engañaba a usted y ella nos engañaba a todos! ¡Pero ahora ya no podrá
engañar a nadie! ¿Comprende? ¡A nadie! ¡A nadie! 
—¡Insensato!
—aulló el ciego con una voz de fiera y corrió hacia mí con unas manos que
parecían garras». 
El esposo
solo fue capaz de gritar “¡insensato!” y luego decidió suicidarse, dejando dudas
en Castel sobre las verdaderas
intenciones de Allende. En el
segundo libro se entrevé la trama verdadera; el tormento de los personajes
de Sabato tiene su raíz en
un grupo secreto que controla el mundo: la secta de los ciegos. Sobre héroes y tumbas cuenta la historia
de un amor caótico entre Martín del
Castillo
 y Alejandra Vidal
Olmos
, que llega a su fin por el deceso de ella. 
Según se nos revela en una nota en la primera página
del libro, Alejandra mata a su padre con
un revólver y luego prende fuego al cuarto donde están, quemándose ella
adentro. Tras recorrer el libro, parece poco probable que esto haya sido así.
Nunca llegamos a saber qué ocurre en esa habitación, y el texto no se preocupa
por desmentir ni por afirmar lo dicho en la nota introductoria. Una posibilidad,
eso sí, es que la secta haya tenido algo que ver en el suceso. Esto lo intuimos
de la tercera parte de Sobre héroes y tumbas,
el llamado “Informe sobre ciegos”, en la que Fernando Vidal recopila
investigaciones acerca de la secta. La hermandad termina persiguiéndolo, jugando
con él, haciéndolo perder la cordura. Está al tanto de sus movimientos y él lo
sabe. Al final de su Informe, escribe: 
También sé que mi tiempo es limitado y que mi muerte
me espera. Y cosa singular y para mí mismo incomprensible, que esa muerte me
espera en cierto modo por mi propia voluntad, porque nadie vendrá a buscarme
hasta aquí y seré yo mismo quien vaya, quien deba ir, hasta el lugar donde
tendrá que cumplirse el vaticinio. La astucia, el deseo de vivir, la
desesperación me han hecho imaginar mil fugas, mil formas de escapar a la
fatalidad. Pero ¿cómo nadie puede escapar a su propia fatalidad?». 
Luego de un par de líneas, cierra el informe con un
profético «Voy hacia allá. Sé que ella estará esperándome». Se
refiere al encuentro fatal con Alejandra, y sus palabras anteriores
probablemente ayuden al lector a vislumbrar que el personaje tenía la
conciencia de a dónde se dirigía y, resignado, aceptaba la muerte por venir. ¿De
dónde intuimos que esta muerte será en manos de la secta? Unas líneas antes de
las citadas vemos lo que Fernando escribe
acerca de la zozobra que ha vivido desde que desarrolla su investigación sobre
la hermandad: 
«Una
pesadilla que sé ha de terminar con mi muerte, porque recuerdo el porvenir de
sangre y fuego que me fue dado contemplar en aquella furiosa magia. Cosa
singular: nadie parece ahora perseguirme. Terminó la pesadilla (…)».
Palabras hermosas estas, las de un paranoico que
vaticinó lo que habría de ocurrir. La pesadilla terminó; ahora debía
morir. Sin embargo, la conspiración de los ciegos no solo afecta a los
personajes de Sobre héroes y tumbas, sino también
Juan Pablo Castel. En el capítulo veinticinco del informe
nos ilumina acerca del asesinato de María Iribarne:
«Pensaba, recordaba. Sobre todo venganzas de la
Secta. Y volví entonces a analizar el caso Castel, caso que no
sólo fue muy notorio por la gente implicada sino por la crónica que desde el
manicomio hizo llegar el asesino a una editorial. Me interesó poderosamente por
dos motivos: había conocido a María Iribarne y
sabía que su marido era ciego. Es fácil imaginar el interés que tuve en conocer
Castel, pero también es fácil presumir el temor que me
impidió hacerlo, pues equivalía a meterse en la boca del lobo. ¿Qué otro
recurso me quedaba que el de leer, el de estudiar minuciosamente su crónica? `Siempre
tuve prevención por los ciegosˊ, confiesa. Cuando por primera vez leí aquel
documento, literalmente me asusté, pues hablaba de la piel fría, de las manos
acuosas y de otras características de la raza que yo también había observado y
que me obsesionaban, como la tendencia a vivir en cuevas o lugares oscuros.
Hasta el título de la crónica me estremeció, por lo significativo: `El túnelˊ”.


*JUAN CAMILO RINCÓN.

Periodista y escritor. Publicó Manuales, métodos y regresos (2007, Arango Editores). Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia (2014, Libros & Letras), Viaje al corazón de Cortázar. El cronopio, sus amigos y otras pachangas espasmódicas (2015, Libros & Letras). Leer más AQUÍ
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