Una
mujer que cuenta hombre que cuentan mujeres. Sobre “El cielo es azul, la tierra
blanca” de Hiromi Kawakami
Por: Mateo Ortíz Giraldo*
Estoy harto de leer el
lugar común que le damos los occidentales a la literatura japonesa. Ese lugar
donde la delicadeza, el detenimiento y el detalle es todo lo que tenemos para
decir acerca de sus libros. Claro, este un rasgo importante, pero no es el único.
Autores como Dazai, Oé y Kawakami, se decantan por el terror y por la faceta
del humano desgarrado y expuesto.
lugar común que le damos los occidentales a la literatura japonesa. Ese lugar
donde la delicadeza, el detenimiento y el detalle es todo lo que tenemos para
decir acerca de sus libros. Claro, este un rasgo importante, pero no es el único.
Autores como Dazai, Oé y Kawakami, se decantan por el terror y por la faceta
del humano desgarrado y expuesto.
El detalle, el de las
imágenes y la precisión de lo narrado es una de las múltiples formas que la
literatura, esa sin nacionalidad, adquiere. Formas que muy seguramente Hiromi
Kawakami sabe de memoria y busca deconstruir para edificar un forma íntima y
personal de narrar la épica íntima.
imágenes y la precisión de lo narrado es una de las múltiples formas que la
literatura, esa sin nacionalidad, adquiere. Formas que muy seguramente Hiromi
Kawakami sabe de memoria y busca deconstruir para edificar un forma íntima y
personal de narrar la épica íntima.
En El cielo es azul, la tierra blanca (Acantilado, 2013), Kawakami propone la materialización de esa hipótesis mía:
es un relato que no tiene mayor complejidad, pero eso no le impide
desarrollarse hasta alcanzar un dimensión particularmente dolorosa. Mujer joven
se enamora de anciano; ambos solos y desolados, con vida una tranquila. Todo
muy calmo, como el cielo azul y la tierra blanca de un playa. Una, donde la
tormenta se avecina y sus paseante no hacen nada.
es un relato que no tiene mayor complejidad, pero eso no le impide
desarrollarse hasta alcanzar un dimensión particularmente dolorosa. Mujer joven
se enamora de anciano; ambos solos y desolados, con vida una tranquila. Todo
muy calmo, como el cielo azul y la tierra blanca de un playa. Una, donde la
tormenta se avecina y sus paseante no hacen nada.
Estamos frente a la
historia de un mujer entrada en sus treinta que se topa con su profesor de
literatura del colegio. En eso, halla en esta anciano que la compañía que nadie
más le puede brindar. En medio de esta situación y bajo el manto de islas,
bares y una Japón más pausada que la actual, nos enteramos que esta no es una
historia de amor o si lo es, no es una historia romántica.
historia de un mujer entrada en sus treinta que se topa con su profesor de
literatura del colegio. En eso, halla en esta anciano que la compañía que nadie
más le puede brindar. En medio de esta situación y bajo el manto de islas,
bares y una Japón más pausada que la actual, nos enteramos que esta no es una
historia de amor o si lo es, no es una historia romántica.
El
amor de tormenta
Esta relación entre el
anciano y la protagonista, es un juego de contrastes: viejo, joven: listo,
tonta; hombre, mujer; tradicional, rebelde. Fronteras claras y límites
precisos. Sobre este andamiaje se sostiene la novela de Kawakami. Por este, se crea una historia de constante
tensión donde ambos procuran por no ceder un ápice.
anciano y la protagonista, es un juego de contrastes: viejo, joven: listo,
tonta; hombre, mujer; tradicional, rebelde. Fronteras claras y límites
precisos. Sobre este andamiaje se sostiene la novela de Kawakami. Por este, se crea una historia de constante
tensión donde ambos procuran por no ceder un ápice.
Es por medio del
contraste, que nos llegan noticias de la tormenta que se viene sobre ellos. El
cielo gris, la tierra negra. Se pierde la facultad paradisíaca y, sin culpa de
nadie, la realidad sobreviene. Los contraste, antes llamativos, ahora son los
causantes de una turbulencia.
contraste, que nos llegan noticias de la tormenta que se viene sobre ellos. El
cielo gris, la tierra negra. Se pierde la facultad paradisíaca y, sin culpa de
nadie, la realidad sobreviene. Los contraste, antes llamativos, ahora son los
causantes de una turbulencia.
De allí, que me atreva
a decir que aquí el romance no existe: no hay sacrificio, ni entrega; hay
constantes abandonos y silencios….el amor de una tormenta, enrevesado, extraño.
Como los amores reales, crudos y viscerales. Tan humano es el conflicto, que
reducir esta novela a ese subtítulo “historia de amor”, pierde validez e,
incluso, verosimilitud.
a decir que aquí el romance no existe: no hay sacrificio, ni entrega; hay
constantes abandonos y silencios….el amor de una tormenta, enrevesado, extraño.
Como los amores reales, crudos y viscerales. Tan humano es el conflicto, que
reducir esta novela a ese subtítulo “historia de amor”, pierde validez e,
incluso, verosimilitud.
La
memoria punzante
Yo afirmo que el subtítulo correcto es “una historia de la memoria”. El desgaste y sensibilidad
de la misma. Una historia donde una mujer (la narradora), nos cuenta la vida de
un hombre (que es su amante y maestro) y este nos cuenta la historia
de otra mujer (su esposa quien murió).
de la misma. Una historia donde una mujer (la narradora), nos cuenta la vida de
un hombre (que es su amante y maestro) y este nos cuenta la historia
de otra mujer (su esposa quien murió).
En esta dinámica de un
relato que entra a otro y este entra a otro, en un loop constante, vemos
reflejada la naturaleza de la memoria: intrincada y profunda. Las relaciones en
esta novela no tienen una sola faz y tampoco una única dimensión, porque la
memoria las transforma. La memoria y el deseo.
relato que entra a otro y este entra a otro, en un loop constante, vemos
reflejada la naturaleza de la memoria: intrincada y profunda. Las relaciones en
esta novela no tienen una sola faz y tampoco una única dimensión, porque la
memoria las transforma. La memoria y el deseo.
Al final, bajo el manto
del recuerdo y el relato, solo tenemos noticias distorsionadas de los
personajes. Hombres fabulados y mujeres contadas que revisan sus límites y se
encuentran ante la muerte.
del recuerdo y el relato, solo tenemos noticias distorsionadas de los
personajes. Hombres fabulados y mujeres contadas que revisan sus límites y se
encuentran ante la muerte.
MATEO ORTIZ GIRALDO.
Columnista literario. Leedor. Presunto Escribidor. Estudia periodismo y filosofía.
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Twitter: @plumasinave