Por: Luis Fernando García Núñez/ Sopó, Cundinamarca (Colombia)/ 20 de Julio del 2011.
En Somalia, en África, 780.000 niños se están muriendo de hambre. En toda Europa hay millones de desempleados. En América, cada vez hay más diferencias y más crecimiento económico y también más, muchos más pobres. En Haití, los poderosos se robaron los dineros de la reconstrucción y esperan ansiosos otra tragedia para hacer un teletón y aparecer en los diarios sensacionalistas abrazando a los sumisos habitantes de este mundo atroz. En Asia, millones de seres humanos tienen las más bajas expectativas de vida. Estados Unidos, el país donde viven los hombres más ricos del mundo, está arruinado. Y mientras tanto los bancos y los narcotraficantes del mundo reportan fabulosas ganancias. Los industriales y los fabricantes de armas ganan más que ayer y hoy pagan menos impuestos y menos salarios. Los transportadores son cada vez más ricos, inmensamente ricos. Los laboratorios se hacen más boyantes, porque hay más menesterosos enfermos. Los pobres deben más plata que los pocos multimillonarios que hay, pero los ricos viven su apasionada vida gracias a los intereses que pagan esos pobres por las deudas, las hipotecas, los pequeños préstamos que hacen para pagarle al médico, para viajar y vivir por unos días como ricos, para almorzar diferente, tomarse unos tragos, comprar ropa de marca y adquirir carro. Y la dirigencia del mundo cada vez viaja y ahorra más y come menos. Los dirigentes sirven mejor a sus eficaces amos y cada vez sofistican la forma de reprimir. Y todos los días los más prestigiosos artistas del planeta se solidarizan con los pobres de este rico planeta en que nos correspondió vivir. ¿Dónde están, pues, los seres humanos de verdad? ¿Cuándo cambiarán?