Un café en Buenos Aires

No. 6.564, Bogotá, Lunes 23 de Diciembre del 2013 
Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido. 
Paul Valéry
Un café en Buenos Aires
Hoy: Juan Pomponio
     Diseñador gráfico, docente, poeta,
cuentista, novelista, coordinador de certámenes literarios, fotógrafo, creador
y conductor de programas culturales en televisión…
     Soy muy cuidadoso a la hora
de utilizar la palabra artista: es un
hermoso calificativo que suele utilizarse con sorprendente liviandad cuando en
realidad le cabe a muy pocos. Sin embargo, no se me ocurre otra manera de
definir a Juan Pomponio: un artista íntegro y pleno. Quienes han leído su obra
saben que estoy en lo cierto. Quienes aún no la conocen podrán disfrutar en
esta entrevista de un atisbo de su cálida sabiduría.
     Leyendo tu libro de poesías Naufragio de la escafandra percibí que
varias de tus poesías hablan y reflexionan en torno al sentido y
significado  de la palabra. ¿Qué espacio ocupa la palabra en tu vida?
     J: La palabra es vital para
mi vida. Siento una fuerza que proviene de las mismas entrañas de la tierra que
mueve los hilos de mi alma hacia la escritura. Naufragio de la escafandra surgió con la necesidad de expresar
aquello que siento cuando escribo, algo muy complejo de transmitir. Me
encuentro lleno de palabras y necesito extraerlas de mi alma, dejar que la
tinta busque la senda de las metáforas. Es una necesidad de urgencia, un fuego
que libera la combustión del papel propagando el humo de la escritura hacia
donde tenga que ir. Ya no me preocupan los resultados, solo dejo que palabra
emerja sin tiempo y viaje por los mundos de otros mundos por conocer.
     Nuestros amigos colombianos tal vez no sepan
que sos amigo del reconocido escritor huilense Winston Morales Chavarro. ¿Cómo
nace esta amistad?
     J: Fue allá por el año 2006
cuando comencé a buscar contactos para mi viaje en bus por Sudamérica en la
llamada I Gira Poética “Huellas de Fuego”. En un mundo de redes, el Universo me
puso a Winston Morales Chavarro en mi camino, y él, sin conocerme, me ofreció
su punto de apoyo para llegar a Villavicencio, Colombia. Allá me encontré con
el poeta hermano para fundirnos en un abrazo interminable. Luego compartí su
casa en Cartagena de Indias, anduvimos por La Guajira, Barranquilla, Santa
Marta, pude conocer Neiva, la bella tierra huilense donde el pueblo me brindó
su corazón, estuvimos recorriendo varias ciudades, pueblos y algunas
universidades, siempre hermanados por la metáfora. Winston Morales Chavarro es
un hermano de luz.
     Tengo entendido que se viene una nueva edición
de tu celebrada novela Krishan. El hijo
del sol
. ¿Qué tenés para adelantarnos?
     J: El lanzamiento de la
nueva web: www.krishanelhijodelsol donde las personas que quieran podrán
interactuar con los personajes, adentrase en el mundo mágico de Kumer, conocer
un poco más sobre su historia. Los invito a participar del viaje de Krishan, el
Guerrero Solar, a compartir sus experiencias desde la web. Allí tienen toda la
información necesaria. La salida del libro está programada para el 2014, será
su tercera edición y me encuentro trabajando con un grupo de personas
maravillosas que creen y apoyan el proyecto de la novela.
     Tu obra te deparó innumerables distinciones,
pero imagino que ninguna se compara al día en que el Concejo Deliberante de la
ciudad de Berazategui te nombró “Ciudadano Ilustre”. ¿Cómo viviste semejante
reconocimiento?
     J: Lo tomé con mucha
naturalidad, uno tiene que permanecer atento a los premios y distinciones para
no creerse que sea lo único que nos interese en la vida. Es una distinción
importante, pero aquello que más recuerdo fue la felicidad de mi padre, un
albañil italiano e inmigrante, orgulloso de su hijo escritor. Nunca me olvido
los ojos brillantes de mi madre, otra mujer noble e italiana. Estaba feliz por
ellos, por todo lo que afrontaron en sus vidas: la segunda guerra mundial,
emigrar y llegar a Argentina para trabajar, formar una familia y forjarse un futuro.
Mis padres me dieron todo, entonces ese reconocimiento fue para ellos que
siempre apoyaron mi trabajo literario.
     Tus miles de seguidores en Facebook sabemos
que sos un fotógrafo atento y sensible, capaz de descubrirle el alma al rincón
más olvidado de un pueblo perdido. Decime Juan: ¿te ayuda la escritura a ser
mejor fotógrafo? ¿Te ayuda la fotografía a ser mejor escritor?
     J: Digamos que soy un amante
aficionado de la fotografía y me gusta descubrirle el alma al rincón más
olvidado, como bien decís vos, miro la realidad con un ojo ávido de imágenes,
entonces busco la poesía en la fotografía. Sin dudas que mirar la vida con el
ojo poético me ayuda a buscar esas fotografías que se encuentran allí para ser
atrapadas. Y las imágenes también me aportan mundos para describir con las
palabras. Se produce una fusión de alquimias que se retroalimentan todo el
tiempo.
     En febrero vas a emprender una travesía en
bicicleta de miles de kilómetros para homenajear al doctor René Favaloro.
Contale a nuestros amigos colombianos los pormenores de semejante aventura.
     J: Se trata de un viaje en
bicicleta fusionando el ciclismo con la poesía. Haré la II Travesía
Ciclopoética “Homenaje Dr. René Favaloro”, recorriendo los pueblos y ciudades
del interior hasta llegar al pueblo de Jacinto Arauz (La Pampa), lugar donde se
forjó como médico nuestro célebre Dr. Favaloro. El recorrido abarcará unas
treinta localidades y tendrá una distancia de mil ochocientos kilómetros. En
cada sitio visitado daré charlas, me pondré a recitar donde sea, haré
entrevistas con los medios locales de prensa, visitas en algunas escuelas entre
otras actividades, y como amante de la fotografía buscaré las imágenes de cada
lugar. Uno tiene que estar muy centrado a nivel mental, físico y espiritual
porque es un gran viaje y se necesita de la garra interna para pedalear durante
tanto tiempo y así recorrer las rutas con las alforjas cargadas de poesía.
      No dudes que entre
todos te vamos a acercar nuestras mejores energías para que tu viaje sea
inolvidable. Vamos con las dos últimas y clásicas preguntas de Un café en Buenos Aires: alguna vez
Mario Vargas Llosa dijo que el día más triste de su vida fue cuando Jean
Valjean murió en Los miserables. ¿Cuál fue el día más feliz de tu
vida?
     J: El día más feliz de mi vida comenzó
cuando estaba recostado en una plaza, llevaba días contemplando y de repente
descubro que la vida es un acto de gracia. Ese instante lo recuerdo claramente
porque las flores comenzaron a brillar intensas, el cielo era más azul, los
árboles me abrazaban, la realidad que me rodeaba se transformó, miraba los
rostros de las personas sin divisiones de ninguna clase, todos eran seres
humanos, todos eran mis hermanos; y por la noche cuando mi madre me sirvió un
plato de comida y tomé conciencia que era un ser muy afortunado por tener la
posibilidad de comer, lloré de emoción, agradecí profundamente y la vida me
cambió para siempre. A partir de ese día, los domingos comenzaron a dejar de
dolerme en el alma y los colores llegaron a mi corazón. Todo se iluminó de una
forma poderosa.
     Una respuesta
bellísima, Juan. Tan conmovedora como sabia. Vamos a la última: te regalo la
posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época.
Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
    
J: Me sentaría con Vincent Van Gogh en el bar “El Banderín” para
preguntarle sobre aquello que vio cuando se adelantó más de cien años a su
época. Le diría que no se preocupara por vender cuadros porque él estaba
pintando para la inmortalidad, que abrirían un museo con su nombre, buscaría la
forma de mitigar su tremendo dolor emocional. Le pediría visitar su taller para
respirar la trementina mezclada con el color de sus óleos para quedarme a su
lado y verlo pintar mientras le convido una taza de café. Querría ser su amigo
para brindarle una mano con su enorme trabajo en la pintura y ayudarle a vender
los cuadros que nadie quiso comprarle. Un genio incomprendido. 

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